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Hipoglucemia

isahi24042 de Noviembre de 2014

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Hipoglucemia

¿Qué es la hipoglucemia y causas?

La hipoglucemia es un estado patológico que consiste en un nivel anormalmente bajo de azúcar en sangre, considerándose anormal una concentración inferior a 60-70mg/dl en la sangre. Esta disminución se puede producir debido a tres circunstancias:

El organismo consume la glucosa presente en la sangre con demasiada rapidez.

La glucosa es liberada al torrente sanguíneo demasiado despacio.

Se libera un exceso de insulina al torrente sanguíneo.

Este es un trastorno relativamente común en personas diabéticas. La diabetes es una enfermedad que consiste básicamente en la situación opuesta a la hipoglucemia, es decir, las personas diabéticas presentan una concentración demasiado elevada de glucosa en la sangre, debido a una deficiencia en la producción de insulina por parte del páncreas (diabetes tipo I o diabetes juvenil), o a una respuesta inadecuada a la misma por parte del organismo (diabetes tipo II).

El tratamiento de esta enfermedad se basa en la administración de insulina o fármacos que faciliten la captación de la glucosa por las células. Sin embargo, un individuo diabético puede padecer un episodio de hipoglucemia si:

Consume una dosis demasiado alta de insulina o de alguno de los medicamentos para la diabetes.

No respeta el horario de tratamiento con insulina u otros tratamientos antidiabéticos.

No ingiere suficiente alimento, es decir, no tiene en el cuerpo glucosa disponible, ni para ser almacenada ni para ser consumida.

Realiza un ejercicio físico repentino que requiere un aporte energético mayor del que dispone su organismo.

Los bebes neonatos hijos de madres diabéticas presentan con frecuencia niveles muy bajos de azúcar en sangre al nacer.

Hipoglucemia: Azúcar e insulina

Los azúcares tienen un papel principalmente energético en el organismo. Son imprescindibles para que los músculos, el cerebro y otros órganos y tejidos puedan llevar a cabo su actividad normal. La glucosa es el principal azúcar utilizado por las células de nuestro organismo para obtener dicha energía; y la fuente principal de glucosa son los alimentos y, en concreto, los hidratos de carbono (el organismo también fabrica ciertas cantidades de glucosa a partir de otros compuestos).

De modo que uno de los objetivos de la alimentación es mantener unos niveles de glucosa en la sangre adecuados a los requerimientos de nuestros órganos y tejidos. Cuando comemos, por ejemplo, un plato de pasta, esta irá siendo degradada en compuestos cada vez más pequeños, que finalmente podrán ser absorbidos en el intestino. Uno de estos compuestos es la glucosa. Tras su absorción en el intestino, y antes de pasar a la circulación general, este azúcar será transportado hasta el hígado, donde una parte quedará almacenado en forma de glucógeno (compuesto formado por varias cadenas de glucosa). La glucosa que no se ha almacenado saldrá del hígado y será transportada por la sangre para nutrir todas las células del cuerpo.

En un momento dado el nivel de azúcar en la sangre puede disminuir, bien sea porque llevamos tiempo sin comer, o porque hemos realizado un esfuerzo que requería esa energía. Si en ese momento no ingerimos alimentos que aporten la glucosa necesaria para cubrir esa falta, en el hígado comenzará a degradarse el glucógeno, y la glucosa obtenida de este proceso pasará a la sangre y alcanzará de nuevo la concentración necesaria para alimentar nuestros tejidos. Podría decirse que la reserva hepática es un sistema de seguridad bastante eficiente.

Además del hígado, el cuerpo humano tiene otro almacén de glucosa, los músculos. A diferencia de la reserva formada en el hígado, la reserva muscular es en principio de uso exclusivo para este tejido.

La insulina

Para que el azúcar que se encuentra en la sangre pueda ser utilizada por el organismo es necesario que el cuerpo segregue insulina, que es una hormona sintetizada en el páncreas, que permite que las células capten la glucosa que se encuentra en la sangre. Esta hormona es liberada cuando se produce un aumento del nivel de glucosa en la sangre, es decir, tras la ingesta de alimentos. También existe una pequeña cantidad que se libera de forma más regular durante los periodos de ayuno.

Factores de riesgo de la hipoglucemia

Las personas que padecen ciertas alteraciones endocrinas son susceptibles a presentar episodios hipoglucémicos. Son factores de riesgo de la hipoglucemia:

Hipopituitarismo: producción anormalmente baja de las hormonas secretadas por la hipófisis. La hipófisis, o glándula pituitaria, controla la actividad de otras muchas glándulas secretoras, de modo que su alteración provoca trastornos en diversos puntos del metabolismo.

Hipotiroidismo: déficit de la actividad de la glándula tiroidea. El hipotiroidismo puede venir dado por un fallo en la hipófisis, encargada de regular su actividad, o por un fallo en la propia glándula tiroides. La principal hormona segregada por esta glándula es la tiroxina, que es necesaria para mantener la tasa metabólica basal (tasa metabólica en reposo) dentro de los niveles adecuados.

Hipoadrenalismo: disminución de la actividad de la glándula suprarrenal. La adrenalina es una hormona que en determinados momentos se encarga, entre otras cosas, de incrementar los niveles de glucosa en la sangre mediante su acción sobre el hígado y los músculos; si no se encuentra presente en la cantidad y en el momento adecuado, el organismo no recibirá el aporte de glucosa que precisa.

Pacientes con patologías hepáticas o renales se encuentran también entre la población susceptible a padecer este trastorno.

Los casos de hipoglucemia no tienen porqué estar siempre relacionados con otras patologías, la hipoglucemia puede aparecer también en ciertas ocasiones en individuos sanos. Esta situación puede venir dada por un exceso de ejercicio físico, un déficit de alimentos, o por un aumento repentino de los niveles de insulina producida por el páncreas.

El consumo de alcohol también puede desencadenar en algunos casos el proceso hipoglucémico. Las bebidas que contienen etanol provocan un aumento de la producción de insulina; si el individuo lo ingiere en un estado de ayuno prolongado, se consumirán las reservas de azúcar y existirán muchas posibilidades de que sufra una fuerte bajada de glucosa. No es necesario un consumo elevado para producir esta situación, que puede ocurrir tanto en individuos alcohólicos crónicos como en pacientes sanos.

Síntomas de hipoglucemia

Los síntomas de un estado hipoglucémico varían de unas personas a otras y, en función del nivel de hipoglucemia del paciente, suelen comenzar cuando los niveles en sangre se encuentran próximos a los 50mg/dl, aunque este valor es variable para cada individuo.

Los efectos que sentirá un paciente que está sufriendo una bajada de azúcar serán en la mayoría de los casos: cansancio, malestar general, adormecimiento y temblor. También es muy común la presencia de sudores fríos, palpitaciones, mareos, ansiedad, náuseas, vértigo, dolores musculares y palidez.

Dado que el nutriente principal del sistema nervioso es la glucosa, una disminución de la misma tendrá consecuencias neurológicas. Pueden experimentarse síntomas visuales (visión doble o borrosa), dolor de cabeza, convulsiones, trastornos del comportamiento, hambre desmesurada, nerviosismo e incapacidad de concentración, entre otros.

En los pacientes diabéticos que están siendo tratados, los síntomas de la hipoglucemia pueden no manifestarse hasta el momento en que la glucosa haya alcanzado ya niveles muy bajos. En estos casos el paciente puede sufrir desmayos, convulsiones, e incluso llegar al coma.

Diagnóstico de una hipoglucemia

A un individuo que presente los síntomas descritos se le realizará en primer lugar una valoración de azúcar en sangre. Niveles por debajo de los 70mg/dl se considerarán asociados a un estado hipoglucémico. La historia clínica puede ser de ayuda si el paciente presenta alguna enfermedad que pueda relacionarse con bajadas de glucosa. Del mismo modo, será útil preguntar al paciente acerca de sus hábitos alimenticios, consumo de alcohol y estilo de vida en general. A pesar de que el diagnóstico de esta patología es relativamente sencillo, debido a la coincidencia de muchos de sus síntomas con los de otros trastornos, averiguar el origen de los mismos puede suponer un verdadero rompecabezas. De ahí la importancia de conocer los datos clínicos, antecedentes y estilo de vida del paciente antes de comenzar con el estudio.

Una de las primeras medidas será la administración de glucosa para estabilizar al paciente; si se observa una mejoría de los síntomas tras dicha administración se confirmará el diagnóstico. Normalmente no es necesario realizar más pruebas, pero existen ciertos parámetros mensurables en la muestra sanguínea, aparte del nivel de glucosa, que pueden indicar un estado hipoglucémico: aumento del hematocrito (cantidad de glóbulos rojos) y la hemoglobina (proteína que transporta el oxígeno en el interior de los glóbulos rojos), presencia de abundantes neutrófilos (uno de los tipos de glóbulos blancos), etc. De la observación del electrocardiograma también pueden deducirse ciertos aspectos característicos de la bajada de azúcar, pero esta prueba no suele emplearse, ya que no aporta datos determinantes para el diagnóstico.

En ciertas ocasiones puede existir la sospecha de que la hipoglucemia tenga un origen inmunológico; en estos casos se realizarán pruebas destinadas a

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