Hombre Y Medio Ambiente
METELA8 de Febrero de 2013
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El medio ambiente y el ser humano
Nuestro planeta constituye un conjunto medioambiental equilibrado, en el que todos los elementos interaccionan entre sí, incluido el hombre. Sin embargo, la actividad humana, tendente a lograr una mayor comodidad y desarrollo para nuestra especie, ha producido, como efecto secundario indeseado, un proceso de degradación medioambiental más o menos acusado según las áreas.
Transformación y conservación del medio
El hombre forma parte del medio ambiente. Sin embargo, su actividad produce cambios. La transformación del medio natural en un medio humanizado ha seguido los siguientes pasos:
• Descubrimiento de la agricultura y la ganadería. Mayor disponibilidad de alimentos y cambios de aspecto en el paisaje.
La extensión de los cultivos produce cambios drásticos en el paisaje.
• Avances científicos y técnicos, que aumentan la capacidad de supervivencia del ser humano.
• Realización de obras de todo tipo: edificios, caminos, canales, puentes, etcétera.
• Industrialización, a partir del siglo XVIII, que produce efectos de cambio radical en el medio ambiente a escala planetaria.
• Crecimiento demográfico, facilitado por los puntos anteriores, que obliga al ser humano a colonizar nuevos territorios y cambiarlos en su propio beneficio.
A lo largo del siglo XX la humanidad ha superado la cifra de 6.000 millones de habitantes y ocupa prácticamente todo el planeta. Los bosques son talados para conseguir madera y nuevas zonas agrícolas y los recursos marinos y del subsuelo se explotan a tal escala que no tardan en agotarse. El conjunto de estas actividades ha tenido como resultado una transformación general de los ecosistemas planetarios, hasta tal punto que la acción humana puede llegar a suponer una seria amenaza para el mantenimiento de la vida en la Tierra a largo plazo.
La conservación del medio se impone, pues, como la única manera de alcanzar un ritmo de desarrollo sostenible que permita la expansión humana sin poner en peligro el delicado equilibrio ecológico que caracteriza al ecosistema total de nuestro planeta.
La degradación del medio
Prácticamente todas las actividades humanas transforman el medio natural y provocan cierto grado de degradación. No obstante, algunas resultan particularmente importantes:
• Agricultura y ganadería: pérdida de bosques, aumento de la erosión y disminución de la producción de oxígeno. Desaparición de la flora y la fauna naturales. Impacto visual por la parcelación de los terrenos.
• Pesca: Disminución numérica, o incluso extinción, de diversas especies marinas.
• Extracción de recursos: erosión del terreno, contaminación del suelo y del subsuelo.
• Industria: contaminación atmosférica y de las aguas, lluvia ácida, gases de efecto invernadero.
• Producción de energía: Impacto visual, contaminación atmosférica (centrales térmicas), destrucción de ecosistemas terrestres (presas), generación de radiaciones y residuos muy peligrosos (centrales nucleares).
• Urbanización e infraestructuras: transformación del paisaje, pérdida de ecosistemas, erosión del terreno por obras diversas, contaminación atmosférica y de aguas, y generación de gran cantidad de residuos.
• Guerras: poco consideradas desde el punto de vista del cambio medioambiental, los conflictos bélicos provocan graves daños ecológicos, especialmente cuando se emplean armas químicas o nucleares.
Problemas medioambientales
Nuestro mundo sufre la amenaza de un cambio radical en sus ecosistemas. Las principales causas son las siguientes:
• Contaminación del agua dulce y de los mares: producida por la actividad industrial y las ciudades.
• Contaminación del aire: procedente de la industria y los automóviles. La generación de gases de efecto invernadero representa un peligro decalentamiento global que podría cambiar el clima a nivel planetario.
• Destrucción de la capa de ozono: resultado de la emisión de ciertos gases industriales, la pérdida de esta capa atmosférica dejaría a la Tierra sin protección contra las radiaciones solares.
• Destrucción de los bosques: la pérdida de la vegetación natural, unida al calentamiento global, permite un rápido avance del desierto.
• Residuos urbanos: la acumulación de basura es un grave problema de las ciudades modernas.
• Eliminación de la biodiversidad: la pérdida de variedad biológica empobrece el ecosistema global y priva a la humanidad de importantes recursos.
La transformación del entorno por el hombre no es reciente, se suele decir que ésta comenzó hace ya 50.000 años desde el mismo momento en que el ser humano logró un control efectivo sobre el fuego.
En su ambiente natural los homínidos, austrolopitecos y otros, sobrevivieron gracias a la recolección de raíces, frutos y carroña. Posteriormente, el fuego y las herramientas de piedra los convertirían en depredadores. Hacia el neolítico, la evolución cultural los conduce hacia el pastoreo, la ganadería y la agricultura. En resumen, la posición de los antiguos homínidos en el ecosistema fue la de consumidores, condición que también nos corresponde en la actualidad.
Con la aparición del Homo Sapiens, y su más amplia dispersión ecológico-geográfica, comenzaba un proceso de aislamiento y segregación racial del que surgieron durante el Pleistoceno superior los sapiens primitivos: Homo sapiens neanderthalensis y Homo sapiens sapiens.
La cultura de los neanderthales se caracteriza por una tecnología lo suficientemente elaborada como para disputar espacio y recursos a la fauna de su tiempo: mamuts, oso de las cavernas, grandes felinos, etc. Su utillaje incluía herramientas de piedra para cortar, perforar o desbastar; y para trabajar la madera: cuchillos, raspadores, punzones, sierras y otros. No sólo ocuparon cuevas sino que fueron capaces de construir chozas y su actitud ante la muerte incluía el uso del sepulcro y ciertos rituales.
La etapa final del proceso evolutivo humano se caracteriza por la presencia del Homo sapiens sapiens, cuyos vestigios fósiles pertenecen al Paleolítico superior. Los antropólogos designaron a estos hombres fósiles con el nombre de raza de Cro-Magnon, antecesora de las razas humanas actuales.
Neanderthales y Cromagnones coexistieron hasta hace unos 40.000 años, con una economía y modo de vida similar: se trataba de pueblos cazadores-recolectores.
Son los sucesores del hombre de Cro-Magnon los que inician, durante el neolítico, la revolución agrícola, hace aproximadamente 10.000 a 8.000 años.
La forma más primitiva de agricultura -el cultivo de azada o cultivo hortense- constituía, en muchos casos, un mero complemento de la economía pastoril, caza y recolección; dependía de instrumentos rudimentarios que poco trastorno causaban sobre el suelo y la vegetación. Esta forma de explotación de la naturaleza subsiste aún en amplias regiones de Asia, África y América. Los campesinos no abonan, ni irrigan las parcelas, sino que éstas luego se abandonan y el campesino busca otras áreas de bosque o matorral para iniciar el mismo quehacer rutinario.
No obstante, en la cuenca del Nilo y otros grandes ríos, los agricultores aprovecharon el sustrato limoso de las inundaciones para cultivar, los campesinos no tenían necesidad de emigrar en busca de nuevas tierras.
Aquella remota etapa protoagrícola-cazadora estaba expuesta a las oscilaciones climáticas. Durante las temporadas de sequía los animales se acercaban a los campos para alimentarse. Así, se dio la domesticación de animales, incluyendo gallinas, perros y gatos.
Consecuentemente, la revolución agrícola fue más allá de una mera producción de alimentos. Suscitó cambios fundamentales en actitudes y cambios de mentalidad, es decir, significó una verdadera revolución cultural. El género humano aprendió a aprovechar la fuerza del viento, inventó el arado, el carro de ruedas, el bote de vela, etc. Todo ello lo habilitó para la vida urbana. Poco a poco, se fueron organizando en comunidades más o menos permanentes, precursoras de los grandes centros urbanos.
Alimentación abundante y alojamiento seguro se tradujeron en un incremento numérico de la población humana. Talar bosques, drenar pantanos, invadir estuarios, trazar caminos, construir canales y acueductos, fueron labores habituales que impactaron severamente en los ecosistemas, debido a las necesidades de espacio para urbanizar o habilitar los suelos para el cultivo. El paisaje se perturbaba irreversiblemente. La fauna se replegó hacia los hábitats naturales cada vez más disminuidos y fragmentados.
La producción agrícola y artesanal se mantuvo varios siglos y aunque la Edad Media fue testigo de grandes inventos, el progreso, entendido como "aumento de la eficacia con que el ser humano explota intensivamente su medio físico para cubrir sus necesidades" parecía estancado. Hubo de esperarse algunos siglos más para llegar a la siguiente etapa: la Revolución Industrial, la que originó los impactos más importantes.
Ésta se divide en dos épocas:
1.- 1780 a 1860: primera Revolución Industrial, o revolución del carbón y del hierro.
Comprende cuatro fases:
- Mecanización de la industria y de la agricultura.
- Aplicación de la fuerza motriz en la industria. La fuerza del vapor transformó los talleres artesanales en fábricas de producción en serie y masiva; transformó asimismo el transporte, las comunicaciones y la agricultura.
- Desarrollo del sistema
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