INFLAMACION. La inflamación constituye una respuesta de defensa de los tejidos vascularizados frente a las agresiones que se producen contra ellos.

INFLAMACIÓN

        La inflamación constituye una respuesta de defensa de los tejidos vascularizados frente a las agresiones que se producen contra ellos.

        Los procesos inflamatorios poseen causas diversas; de estas podemos encontrar la clasificación general siguiente: inflamación debida a infecciones, inflamación debida a necrosis (ocasionada por isquemia, traumatismos o por agresión química), inflamación debida a la presencia de algún cuerpo extraño, o inflamación (secundaria) debida a reacciones inmunitarias.

        Durante la inflamación, intervienen distintos elementos de nuestro cuerpo, desde los vasos sanguíneos hasta mediadores químicos pasando por elementos del sistema inmunitario.

        La inflamación, independientemente de su causa, sigue un proceso que, explicado de manera general facilita mucho la comprensión del mismo. Cuando algún tejido es dañado o agredido por cualquiera que sea la causa, este daño es captado primeramente por las células vecinas al daño, las cuales envían mensajeros químicos hacia los vasos sanguíneos cercanos. De los vasos sanguíneos salen leucocitos y proteínas hacia el área del daño para combatir el agente causal, la mayor parte de las veces mediante la fagocitosis. Tras haber acabado con el agente causante de la agresión la actividad de los leucocitos acaba, pero da paso a células que se encargaran de la reparación del área dañada en la mejor manera posible.

        La inflamación es capaz de presentarse en todas las áreas corporales en las que exista tejido vascularizado. Si el proceso inflamatorio se desarrolla en un área específica del cuerpo se clasificará como inflamación local; si la inflamación es generalizada y sus manifestaciones así lo definen se clasificará como inflamación sistémica, también conocida como sepsis.

        Otra clasificación de los procesos de inflamación se obtiene en relación a la duración de dichos procesos. Si estos inician rápidamente, duran poco tiempo (minutos a horas e incluso pocos días) y se manifiesta edema se clasifica como inflamación aguda. Si el proceso inflamatorio es de duración prolongada (semanas o meses) se considera que la inflamación es crónica.

        A pesar de que la inflamación se considera un proceso de protección o defensa, durante su acción genera cierto daño colateral al propio tejido que está intentando proteger. Si bien en condiciones normales el daño es mínimo y es reparado completamente, existen condiciones que pueden incrementar ese daño, convirtiendo a esto de un elemento de defensa en uno de ataque al propio organismo; una de esas condiciones es la cronicidad del proceso inflamatorio.

        Debido al hecho de que las células del tejido contiguo sufren un daño colateral derivado del combate hacia el agente de agresión, mientras el proceso inflamatorio dure más tiempo (como es en el caso de la inflamación crónica), existe mayor cantidad de daño colateral.

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