La Educacion
94114508325 de Junio de 2014
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Es un lugar de vida colectiva en la que, tanto por su funcionamiento
como por sus objetivos pedagógicos, constituye un espacio privilegiado
para la tarea a la que nos hemos obligado.
* * *
Pasemos a algunas manifestaciones concretas que nos ubicarán mejor
ante el hecho de la defensa y promoción de los Derechos Humanos. Uno
de los defectos de la instrucción actual y de la educación consecuente es
el sistema de calificación meramente individual. Es discutible la búsqueda
de un resultado en el que sólo uno es evaluado, en el que el individualismo
es valorado o más aún es promovido. Hemos superado felizmente la
época de las calificaciones publicadas por orden de resultados donde se
hablaba del primero, del segundo y del último del salón que añadía al
individualismo apuntado la competencia, injusta a todas luces, y violatoria
de los Derechos Humanos. También es oportuno observar el valor
excesivo otorgado a la calificación. El ser humano nunca podrá ser medido
con números porque el ser humano es ante todo un valor y su calificación
siempre deberá ser valorativa. Habrá de considerarse en lugar de la
calificación o a la par con ella, si es inevitable a corto plazo por la
competencia social que sufrimos, la evaluación del estudiante en la que
las dimensiones cualitativas ocupan un lugar preeminente.
En este aspecto podemos introducir una reflexión muy práctica acerca
de los Derechos de los educandos. La arbitrariedad de muchos docentes
es una de las violaciones más comunes. El alumno, en general, no tiene
derecho de apelar a nadie para aclarar o corregir una calificación. De
Ensayo sobre Derechos Humanos
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nuevo, el autoritarismo del maestro que tiene la última,
y
desgraciadamente, la única palabra. No es posible, en ningún sistema
humano dejar las manos libres para evaluar o calificar a una sola persona.
El sistema departamental permite al menos mitigar esta violación, pero
no hemos encontrado aún el modo de dar al niño una opción que le diera
la facilidad de defenderse de ciertas injusticias específicas del aula.
Apuntaría aquí también la confusión existente entre la disciplina y el
estudio. En muchas escuelas se promedian las calificaciones del
estudiante sumando tanto lo meramente académico, puntaje alcanzado
en las materias del curriculum con las valoraciones disciplinarias. No es
posible sumar un cero en conducta con un diez en matemáticas. El alumno
podrá ser muy travieso y debe ser tratado, debe ser educado para corregir
la travesura que es irrespetuosa, pero no lo será nunca bajándole la
calificación global, aun cuando sea éste el camino más fácil. Es una
injusticia estructural en la que nos debatimos. Lo primero es tomar
conciencia de esta realidad en la que el alumno es oprimido y violentado.
Sus derechos son conculcados en este sistema.
El sistema de calificación tiene otra dimensión: los excluidos de la
competencia. Al otorgar un valor numérico que no siempre refleja, por lo
demás, la verdadera situación del alumno, algunos son los que "pasan" y
se colocan en el sistema ordenadamente. Los otros, los que no "pasan"
son marginados, marcados y sufren una violencia que puede producir dos
efectos simultáneos: una mentalidad de aplastadores por parte de los que
sí "pasan" y un complejo de represión en los otros.
El camino a seguir deberá considerar varios aspectos. El primero es el
favorecer la autonomía del niño que implica desarrollar en él su sentido
de las responsabilidades.
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