La Formación Del Pensamiento Crítico
pitti10021 de Abril de 2013
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LA FORMACIÓN DEL PENSAMIENTO CRÍTICO Y CIENTÍFICO
2.1 BASES PARA LA FORMACIÓN DEL PENSAMIENTO CRÍTICO
TEXTO SOBRE LA LAICIDAD EN LA EDUCACIÓN BÁSICA.
Relacionar a la educación con el laicismo y con la vida cotidiana nos da ocasión de aquilatar uno de los principios fundamentales que garantizan nuestras libertades. La laicidad ha tenido una enorme importancia en la historia de México. En nuestro tiempo, es un principio con implicaciones de gran relevancia.
Nuestra constitución establece que la educación que imparta el estado debe ser laica, y la define como aquella que se mantiene "por completo ajena a cualquier doctrina religiosa". El laicismo en el ámbito educativo es la expresión del principio histórico de separación del Estado y las iglesias, así como de un conjunto de normas que, por un lado, impiden al Estado establecer preferencias o privilegios a favor o en contra de religión alguna y, por otro, de la garantía de la libertad de creencias, de la cual se derivan derechos específicos para todo individuo, a saber: tener o adoptar la creencia religiosa de su preferencia, o bien no profesar creencia religiosa alguna y no ser objeto de discriminación, coacción u hostilidad por causa de tales creencias religiosas, ni ser obligado a declarar sobre ellas.
La educación laica, no quiere decir que necesariamente se elimine la doctrina, sino se refiere principalmente a la práctica constante del análisis de la repercusión que tiene la inclusión de creencias religiosas en la explicación de la realidad y la vida. El docente, tiende a incluir términos o explicaciones que se asemejan a una concepción religiosa que de alguna forma repercute en las ideas que se forma el alumno.
La idea de educar sin religión nos evidencia la necesidad de formas seres humanos muy diferentes a los que existimos. Libres de pensamiento, sin influencias externas ni temores, alejados de la expectativa de recibir premios o castigos, de lo bueno y de lo malo, en definitiva, serían personas objetivas, con propósitos específicos.
La educación laica no cuestiona los fundamentos de las religiones, pero tampoco se basa en ellos, sino en los resultados del progreso de la ciencia, cuyas conclusiones no pueden ser presentadas sino como teorías que se cotejan con los hechos y los fenómenos que las confirman o refutan. Prescinde, así, de pretensiones dogmáticas y se ubica en la libertad.
Conviene recordar que la escuela y las iglesias tiene fines diferentes y responden a necesidades humana distintas. Aunque ambas instituciones tienen un papel legítimo en la sociedad, sus métodos de trabajo son diferentes: las escuelas forman ciudadanos y las iglesias, devotos.
Impartir educación laica en un contexto cultural en el cual las creencias religiosas tienen un lugar relevante, nos lleva a considerar la manera como éstas son recibidas y tratadas en la escuela.
Consideramos, por ejemplo, que cada niño llega a la escuela con principios y valores aprendidos fuera de ella, en el medio social al que pertenece. Dichos principios y valores condicionan muchos aspectos de su conducta, y algunos, incluso, tienen un origen religioso.
A la escuela corresponde partir de un pleno respeto a las convicciones del educando. En ella se aprenderán los principios que la sociedad considera valiosos, los cuales coincidirán en mayor o menor medida con lo que su familia y el medio social más amplio le han transmitido. Pero la escuela tiene la obligación de brindarle también las herramientas conceptuales y de juicio que progresivamente lo ayuden a examinar por su propia cuenta el conjunto de los principios que guían su conducta, para sostenerlos o modificarlos, según los criterios que libremente vaya formando en su proceso de maduración, de modo que pueda hacer compatible sus convicciones, con los imperativos de la convivencia
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