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La Mariposa


Enviado por   •  10 de Junio de 2014  •  2.824 Palabras (12 Páginas)  •  213 Visitas

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Las mariposas son unas grandes artistas de la supervivencia y el engaño. Tras sus espectaculares colores, formas, y tipos de mariposas esconden talentos insospechados: resistencia al frío y la altitud, recursos para despistar o ahuyentar al enemigo, velocidad de vuelo... Mil armas de supervivencia para unos insectos frágiles sólo en apariencia.

Nada más dejar atrás la primera curva de la gran escalera de piedra, el griterío se transforma en un rumor de fondo: 5.000 estudiantes abandonan a última hora de la tarde los terrenos de la universidad St. Gabriel, en Bangkok. Un par de escalones más arriba, en un ala de esta institución católica, nos rodea un silencio museístico. A continuación se accede a un seminario con paredes recubiertas de madera y una peste a veneno contra polillas absolutamente repugnante.

Karel Cerny, austriaco con raíces checas, es experto en mariposas. Ha pasado aquí horas, días y semanas clasificando estos insectos lepidópteros con enorme velocidad y gran precisión. La universidad es un mausoleo de miles de mariposas tropicales. En las paredes yacen más de 4.000 especies, la mayor colección de Tailandia, preparadas y ensartadas en alfileres y protegidas por bolitas de paradiclorovenceno (veneno contra las polillas). Karel Cerny ha venido a esta institución para conversar con el hermano Amnuay Pinratana. El sacerdote, antiguo director del colegio, de 77 años, es autor de una antología de varios tomos sobre mariposas tailandesas diurnas y nocturnas. Ambos tienen que discutir sobre las de la familia Arctiidae, que serán las protagonistas de un nuevo tomo. Cerny planea hacer él mismo un trabajo de campo posterior, para seguir investigando sobre ellas.

Las Arctiidae son casi todas nocturnas, como sucede con la mayoría de las mariposas: sólo entre un diez y un veinte por ciento de estos lepidópteros se dedican durante el día a la búsqueda de alimento o al apareamiento. Los individuos de la mencionada familia reciben el nombre de “osos lanudos” debido a los fuertes pelos, casi como espinas, que emplean para protegerse de sus depredadores. Cerny las adora. Son capaces de todo y se adaptan como ninguna otra familia a los climas más extremos: desde el Sáhel a Laponia, desde la hierba reseca al bosque lluvioso, de las altas cordilleras a los terrenos costeros.

Estos lepidópteros llegan a establecer relaciones con diferentes plantas alimenticias, incluso venenosas, para estar mejor preparados contra enemigos. Tienen la habilidad, por ejemplo, de emitir chasquidos que molestan a cazadores nocturnos como los murciélagos: resultan irritantes para su sistema de ultrasonidos o, quizás, les recuerden el mal sabor de estas mariposas.

Al final de la expedición, Cerny espera haber llenado su frasco de anestesiar con algunas nuevas especies. Probablemente haya en Tailandia unas 600 especies de Arctiidae (en Europa son alrededor de 100), quizás, incluso, el doble. Nadie lo sabe.

Ésa es una de las características propias de Tailandia: a diferencia de India o Vietnam, aquí nunca hubo una potencia de ocupación. Por tanto, tampoco existió el típico funcionario colonial –desocupado, educado y caprichoso– que, en su tiempo libre, se dedicara a coleccionar escarabajos, mariposas, chinches, libélulas y otros insectos para, después de clasificarlos y ponerles nombre, mandarlos a los museos de Londres, París o Amsterdam. Al hermano Pinratana le gusta la velocidad con que su colega Cerny trabaja. Al fin y al cabo, siente impaciencia por ver el próximo tomo ya impreso. Por eso tiene un poco de prisa. Cuando Karel Cerny le muestra sobre un mapa del sur de Tailandia los lugares donde pretende colocar las trampas de luz –las mariposas nocturnas son atraídas por telas blancas iluminadas–, el religioso coge una mano del investigador entre las suyas. La sostiene con suavidad y la mueve solemnemente de un lado a otro como si se tratara de la cuerda de una campana: "¡Buena elección, excelente elección!", exclama.

Una estrecha lengua de tierra, que es el paso hacia la punta sur de Tailandia, obliga a todas las especies migratorias a moverse en un espacio limitado. También tienen que pasar por allí los ejemplares de arctiidae.

Que las mariposas, con su aspecto frágil, emprendan migraciones es un hecho que siempre causa asombro. Algunas especies atraviesan incluso miles de kilómetros. Famosa es, por ejemplo, la travesía de las mariposas monarca, que todos los años se trasladan desde Norteamérica a sus zonas de invernada en México, recorriendo en los casos más extremos hasta 4.000 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta.

Mariposa dormilona

© Ingo Arndt

La mariposa cardera, presente en muchas partes de Europa, es una de las más viajeras: ostenta el récord de distancia recorrida. Empujada por vientos favorables, consigue salvar la distancia entre el norte de África y Europa central, logrando pasar por encima de los Alpes. Incluso ha llegado hasta Islandia tras realizar vuelos de varios miles de kilómetros. En las regiones tropicales también han sido observadas bandadas de mariposas volando con una dirección constante sobre los pasos de montaña o a través de los valles. Tal es el caso de la Utetheisa pulchella. Pero aún hay muchas especies de las que se sabe poco.

Aquí, en Tailandia, deberían darse unas determinadas condiciones climatológicas para poder ampliar conocimientos. Las noches cálidas son ideales, sobre todo las que comienzan con algo de lluvia. Pero las imágenes de satélite de la provincia de Chumphon muestran en estos días de noviembre tan sólo unas precipitaciones pasajeras y esporádicas. No obstante, el lugar donde se instalarán las trampas de luz de la expedición de Karel Cerny, a unos 500 kilómetros al sur de Bangkok, es muy prometedor.

Como si de un embudo invertido se tratase, el valle se estrecha hacia arriba. “Artesa glacial” es como llaman los geógrafos a este tipo de valles. Los insectos de vuelo bajo los aprovechan como ruta de migración. Abajo, por el canal, el todoterreno cargado con el equipo de Cerny circula por un camino fangoso, lo bastante firme como para que las ruedas no se hundan. Arriba, en la cumbre de la ladera del valle, orientada al sur, se encuentra la pantalla de tela iluminada por la luz de neón. Sobre ella parecen danzar sombras de mariposas de todo tipo y también de mantis religiosas, cigarras, chinches y otros insectos no identificados. Mientras la luz del sol ilumina la cresta de las montañas, las cigarras ahogan el ruido del generador con sus chirridos que recuerdan el sonido de las brocas de acero de alta velocidad. Con la llegada de la oscuridad que, por la cercanía del Ecuador, se produce abruptamente, el turno de noche toma el relevo, mucho menos ruidoso, pero igualmente estridente. Inesperadamente se produce algo mágico: las luciérnagas emiten su luz intermitente entre las hojas de las plataneras. Su luminosidad es claramente superior a la de las especies europeas.Poco después comienza la sesión del teatro de sombras en la pantalla instalada por Cerny. Unos 120 tipos de insectos han sido los primeros en aterrizar en la pantalla. Ejemplares de Notodontidae festoneadas chocan contra la tela, hormigas aladas en vuelo nupcial se apelotonan en los bordes, abejas topan zumbando contra la lámpara caliente, mientras que innumerables insectos, no más grandes que una cabeza de alfiler, pululan en espirales cada vez más estrechas en torno a la zona más luminosa de la tela.

Hay ejemplares muy raros: lepidópteros que parecen calzar botas de lunares, insectos de ala delta y capa a lo Drácula, junto a unos monstruos tipo E T del tamaño de un dedo meñique. Varias mariposillas piral, cuyo estado de larva transcurre bajo el agua, danzan haciendo extrañas piruetas en el aire.

Un trozo de corteza volante aterriza junto a una mariposa hoja, observada por un insecto bastón. Hay una mantis religiosa, para quien la blanca tela de Cerny es un mantel repleto de apetitosos manjares. Lo mismo que para dos ranas que capturan mariposas desorientadas bajo el borde inferior de la pantalla. La más pequeña se traga con los ojos cerrados una gran polilla que, sin embargo, resulta pequeña si se la compara con la mariposa atlas del Sudeste Asiático, la que exhibe las alas más grandes del mundo.

La mariposa más grande del mundo

¿La más grande del mundo? ¿Podemos estar seguros? ¿Es la Chalcosiinae tropical tan venenosa como sus parientes europeas en el Rín o en el fiordo Sogne de Noruega? ¿O, tal vez, más venenosa, si cabe?

Mariposa con traje de cola

© Ingo Arndt

–¡Ojalá lo supiéramos con exactitud! –comenta Cerny, que espera la llegada de la primera invasión importante de Arctiidae–. Siempre me sorprenden las capacidades inauditas que las mariposas han llegado a desarrollar en completo aislamiento. Las orugas cazadoras de moscas en Hawai tienen un éxito fantástico y, sin embargo, esa habilidad sólo se da allí. O la velocidad de viaje de la esfinge de la correhuela (Agrius convolvulvi), de más de 50 kilómetros por hora, que esta mariposa puede mantener durante largos periodos de tiempo. . . –Cerny comprueba la lucecita de control del generador eléctrico–. O la mariposa monarca durante su viaje desde Canadá a México: ningún investigador puede decir con certeza cómo se orienta.

Cerny espanta con la mano un par de cigarras de la pantalla y prosigue con entusiasmo sus detalladas explicaciones:

–Estudiando a las mariposas se descubren las cosas más inverosímiles. La Brachodes flagellatus, por ejemplo, que vive a más de 5.000 metros de altitud en el Tíbet. O la hembra de un barrenador de raíces, Trictena atripalpis, que pone más de 40.000 huevos. ¿Se trata de un despilfarro o de una necesidad?

Entre tanto se han ido acumulando en los frascos de anestesia las víctimas de los científicos. Y no solamente algunas arctiidae, porque los expertos en Lasiocampidae, los conocedores de la mariposa búho y demás especialistas amigos de toda Europa le han pedido a Cerny que les proporcione algunos ejemplares.

Tipos de mariposas: adultas, robustas...

Pero al austríaco le importa sobre todo una mariposa: se trata de encontrar entre el revoltijo de insectos una hembra de Arctiidae –una polilla a la que llaman “oso peludo”–, fecundada y cargada de huevos, capturarla y exportarla viva. Sólo las orugas jóvenes y las mariposas adultas son lo bastante robustas como para soportar el vuelo; los huevos ya puestos, por el contrario, no suelen sobrevivir al aire seco de la cabina.

Karel cerny no es el único investigador en esta húmeda noche tropical. Le acompaña el “especialista en enanos” Peter Huemer. Este biólogo de Innsbruck captura pequeñas mariposas que, con frecuencia, son tan parecidas unas a otras que para clasificarlas hay que hacer un estudio genital. Sólo los órganos sexuales, formados según el principio de llave y cerradura, son tan singulares que permiten una clasificación segura. Para el investigador es un trabajo de microscopía de volverse loco.

Las polillas enanas, con apenas tres milímetros de envergadura son para Huemer las verdaderas estrellas; a las grandes mariposas las llama “elefantes”. Entre ellas están los osos de Cernys, que tienen una envergadura promedio de entre dos y tres centímetros. Normalmente se interesa por ellas con moderación, pero aquí se ejercita en el trabajo solidario.

Hacia las dos de la madrugada comienza a fallar el transformador del generador y una de las luces explota. La reparación lleva tiempo. Hacia las tres, una mariposa búho de pocos milímetros de tamaño se introduce en el oído izquierdo de Cerny; parece que quiere llegar al cerebro hasta que el científico consigue ahogarla con algunas gotas de agua. A las cinco le pican tres abejas negras que, junto con otras muchas hermanas, estaban oscureciendo la luz de la lámpara y no se dejaban ahuyentar. Algunos metros valle abajo un enjambre de abejas ha formado un racimo pegado a una de las lámparas especiales para capturar mariposas nocturnas. A la luz de la linterna frontal los ojos facetados brillan como bolas de espejo en una discoteca; su vuelo resulta muy extraño.

A las seis se inicia el breve amanecer tropical y los cálaos (aves grandes y trepadoras) se deslizan hacia la costa como grandes aviones de papel. En el futuro, Peter Huemer, el experto en mariposas alpinas sin experiencia tropical, se referirá con devoción a esta noche del 18 al 19 de noviembre como “mi noche de las noches”: ¡más de 500 especies capturadas! Y eso a pesar de que ha faltado la ayuda de una lluvia ligera. También ha faltado el “oso lanudo”; habrá que esperar a los próximos días. Aunque las cuestiones sin resolver, los enigmas, las hipótesis osadas resulten especialmente excitantes. A Peter Huemer le encantan. Y aún más las historias de pioneros solitarios y, a menudo, ridiculizados que dedicaron toda su vida a alguna misteriosa criatura. Unos chalados y unos soñadores.Hasta los biólogos se burlaban de los investigadores de la Eriogaster Lanestris, una diminuta polilla peluda. Sin embargo, ¡cuántas cosas asombrosas descubrieron en esta mariposa! ¿Quién hubiera creído que un insecto poco menos que “descerebrado” iba a proteger su puesta del frío de las altas regiones alpinas con la “lana” de la parte posterior de su cuerpo? Y, además, ¿quién iba a imaginar que, en el colmo del desvelo incubador, aislaría distintas puestas de forma diferente, en previsión tanto de las temperaturas suaves como de las extremas? ¡Y los investigadores del bicho canasta! ¡Cuánto ingenio invirtieron estos entusiastas hasta descubrir que en esa familia la hembra, carente de alas y reducida casi a ser máquina de puesta de huevos, se pasa toda la vida en un saco tejido por la oruga y camuflado con tallos de plantas o granos de arena! Sólo los machos vuelan.

O las larvas de la familia de Licénidos que se dejan alimentar por las obreras en los hormigueros e incluso devoran las larvas de hormiga. O algunas mariposas –de alas atrofiadas– que hace tiempo renunciaron a su capacidad de volar porque en zonas tormentosas o en el duro clima de alta montaña su vuelo tenía consecuencias fatales. Aunque muchas de ellas compensaron la pérdida con unas fuertes patas saltadoras: mariposas a punto de pasarse al nicho ecológico del saltamontes. Parece que la evolución de las mariposas, una especie de gran éxito, no se atiene a las leyes formales de la lógica humana. Los investigadores, pues, podrían preguntar, ¿qué ventajas puede tener que en muchas especies de mariposas, los machos y las hembras vuelen con una indumentaria diferente? Aunque es posible que, en el curso de la evolución, más especies de las que suponemos hasta ahora se hayan despedido del look unisex.

La vida en pareja de las mariposas

Karel Cerny abriga exactamente esa sospecha. Cree que en las obras de consulta y en las colecciones hay muchas especies que están mal etiquetadas: parejas que, en realidad, pertenecen a especies diferentes, lo que podría establecerse en cuanto se conociese la vestimenta específica de cada sexo.

Los “osos lanudos” que busca Cerny pertenecen a la especie Miltochrista punicea y habrán de ser los primeros candidatos para comprobar la hipótesis. Cerny desea capturar una hembra que, tiempo después, en el clima tropical artificial de su laboratorio de Innsbruck (Austria) sea capaz de poner huevos.

Mariposa con perfil arcaico

© Ingo Arndt

Las orugas se alimentarán de algas, se convertirán en crisálidas y luego se producirá la eclosión. Y todo lo que no se parezca a la madre, es decir a la conocida, y ya descrita en 1878, Miltochrista punicea, tendrá que ser forzosamente el macho que está buscando, el mismo que en 1894 fue clasificado como especie propia (Miltochrista postnigra). Ésa sería una de esas sensaciones con las que sueñan los lepidopterólogos.

A la noche siguiente se produce el acontecimiento esperado: ejemplares de la especie Miltochrista se encuentran entre las primeras capturas. Tal vez se deba a las lluvias tropicales que, venidas del mar de Adamán, han golpeado la costa y han dejado jirones de nubes en torno a todas las montañas costeras. O puede que sea por el nuevo lugar donde se han colocado las trampas de luz. En cualquier caso, a las 19.31 hora local, Cerny traslada desde la pantalla al frasco de cristal el tan buscado “oso” (“osa”, si su teoría es cierta).

De tener éxito, su trabajo sobre los “osos lanudos” cobraría un gran impulso. El hermano Pinratana se lo merecería especialmente. Uno de sus mayores deseos para lo que le queda de vida sería realizar otro tomo sobre mariposas nocturnas. Aunque lo que más profundamente ansía el religioso es encontrar un digno sucesor que se haga cargo de su colección en Tailandia, que la desarrolle y, ante todo, pueda valorarla. La historia de la investigación sobre las mariposas está plagada de tristes informes sobre colecciones víctimas del abandono, liquidadas a bajo precio o destruidas.

Hasta ahora, las autoriadades tailandesas no han mostrado interés en este tesoro archivado. Expertos en insectos lepidópteros de todo el mundo escriben instancias a las oficinas públicas y están considerando elevar una petición al soberano de Tailandia, que es famoso por su sensibilidad cultural. Mientras tanto, el hermano Pinratana sigue creyendo en que suceda un milagro. Al fin y al cabo, la fe ha sido y es parte de su formación profesional.

Seis semanas después, de vuelta en Innsbruck, la eclosión de las crisálidas de “oso lanudo” permitirá descubrir el secreto: Miltochrista postnigra es, de hecho, un ejemplar macho de Miltochrista punicea y, por ello, pierde su antiguo y falso nombre.

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