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Latinoamericano


Enviado por   •  2 de Octubre de 2014  •  Tesis  •  2.605 Palabras (11 Páginas)  •  211 Visitas

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El desarrollo histórico latinoamericano ha estado vinculado estrechamente al desarrollo de la agricultura “…la cual ha financiado gran parte del esfuerzo de industrialización de América Latina y los polos urbanos del hemisferio”(1) y aún continúa teniendo un peso particularmente importante en el Producto Interno Bruto de los países, especialmente, si se le dimensiona con el valor agregado que experimenta en los procesos de industrialización. Se calcula que estos procesos agroindustriales y agroalimentarios representan aproximadamente un 20% del PIB total promedio de los países latinoamericanos. Esto, aunado a la participación de la agricultura, llega a representar en la mayoría de los países, porcentajes que van de un 25% a un 50% del PIB nacional (2). En adición a lo anterior, de manera creciente, nuevas demandas surgen en función del espacio rural, vinculadas estrechamente a los recursos endógenos de que dispone el territorio latinoamericano y que están relacionadas con la biodiversidad y los recursos naturales. Y también, la necesidad, cada vez más notable, de disponer del paisaje rural como espacio vital de recreación y una creciente demanda de productos con nichos de mercado no tradicionales. Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato: Jiménez Trejo, L.A.: “Desarrollo Rural en América Latina" en Observatorio de la Economía Latinoamericana, Nº 99, 2008. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/la/2008/lajt.htm Es un hecho contundente que el espacio rural en los países latinoamericanos ha venido evolucionando, enfrentándose hoy a un nuevo escenario rural, basado en un carácter territorial, que permite visualizar los asentamientos humanos y sus relaciones en un continuo rural-urbano expresado, entre otros aspectos, en el desarrollo progresivo de actividades agrícolas no tradicionales y actividades no agrícolas en el medio rural. Profundas innovaciones han ocurrido en este medio, observándose nuevas orientaciones productivas como el cultivo de bioenergéticos, plantas medicinales, artesanías, turismo rural, forestación, agricultura orgánica, agricultura sostenible, granjas de especies menores, empresas de servicios rurales y una mayor integración de la cadena agroproductiva y comercial con expresiones organizativas en el campo, la ciudad y en el extranjero. En resumen, se están produciendo cambios sociales, económicos, políticos y ecológicos que afectan a la agricultura y al medio rural y que definen también nuevas demandas de la sociedad y el surgimiento de una nueva estructura de oportunidades, la cual es percibida de manera distinta por cada uno de los países, en especial, atendiendo a las diferencias que marcan los distintos niveles de desarrollo. Los pequeños y medianos productores agrícolas, especialmente los grupos más vulnerables como los pueblos indígenas, encuentran en estas oportunidades que ofrece el nuevo auge de la ruralidad, importantes espacios de desarrollo económico y de organización para aumentar sus niveles de participación económica, social, cultural y política y, consecuentemente, su nivel de vida. El desarrollo rural, en el marco de una nueva lectura de la ruralidad, ofrece también a los productores agrícolas grandes, y a las cadenas agroproductivo-comerciales, espacios de responsabilidad, compromiso y participación. La demanda creciente de alimentos, materias primas, empleo y conservación de los recursos naturales así lo exige. Toda esta nueva concepción de lo rural se vincula con: a) Aumento de la producción, la productividad y la seguridad alimentaria; b) Combate a la pobreza para buscar equidad; c) Preservación del territorio y el rescate de los valores culturales para fortalecer la identidad nacional; d) Desarrollo de una nueva cultura agrícola y rural que permita la conservación de la biodiversidad y los recursos naturales; e) Aumento de los niveles de participación ciudadana para fortalecer el desarrollo democrático y la ciudadanía rural; f) Desarrollo de acciones para visualizar y apoyar la participación de las mujeres, los indígenas y jóvenes, en el desarrollo nacional desde lo rural. Se hace imprescindible, por tanto, el establecimiento de políticas de desarrollo rural en los países latinoamericanos, centradas en el desarrollo humano, aprovechando el capital humano, físico, natural, social y cultural y el patrimonio histórico y arqueológico de sus comunidades. Políticas de desarrollo rural en América Latina En los últimos sesenta años, los países latinoamericanos han experimentado diversos procesos de modernización de la agricultura. En un inicio, los impactos derivados de la industrialización o de la expansión de sectores exportadores agudizaron la crisis de las estructuras agrarias. La evolución de dichas estructuras presentó, en términos generales, una pauta bimodal: la agricultura comercial, inclinada a especializarse en materias primas para la industria y productos de exportación; y la agricultura campesina, por lo general, dedicada a la producción de alimentos para el mercado interno y el autoconsumo. En los años cincuenta y sesenta, en el contexto latinoamericano, la intervención estatal de dio en el marco de políticas de industrialización sustitutiva y ampliación del mercado interno. En el agro, las políticas se tradujeron en incentivos para la modernización de las grandes explotaciones y en programas de fomento a la economía campesina, incluyendo procesos de reforma agraria. En los años sesenta y setenta, el campo se vio afectado positivamente por las políticas desarrollistas –la revolución verde fue uno de sus ejes centrales- orientadas principalmente hacia la diversificación productiva y el mejoramiento de la rentabilidad. Además, la intervención estatal se orientó a profundizar la industrialización y a diversificar las exportaciones. Se consolidó la política dual, planteada anteriormente, que alentaba la mayor productividad de la agricultura comercial para abastecer a la industria y a los mercados de exportación, y por otro lado apoyó al campesinado para contener la migración rural-urbana y para abastecer al mercado interno con alimentos baratos. La propuesta del Desarrollo Rural Integral (DRI) cobró mucha importancia en esos años al develarse las fallas de la revolución verde, ya que el DRI caracterizaba al medio rural como un sistema en el que se articulan un sinnúmero de elementos organizados que determinan el funcionamiento de estructuras, donde el papel del medio ambiente y de los agentes externos era determinante para el desarrollo. Esta propuesta sistémica fue institucionalizada en México a través del Programa de Inversiones Públicas para el Desarrollo Rural (PIDER). La propuesta iba encaminada a la tarea de “procurar un proceso autosostenido de desarrollo rural” (3) Con el surgimiento del neoliberalismo a principios de la década de 1980, cobraron fuerza

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