Los Locos

Por Nóbel Mejiía.-San José de Ocoa

Así como el fenecido colega Antonio Zaglul tenía sus 500 locos y un sinnúmero de “cuerdos” que eran su verdadera preocupación, San José de Ocoa ha tenido y, de hecho, tiene sus cuchocientos locos.

Antes de mencionar a mis locos, los que han pululado y pululan las citadinas calles ocoeñas, quiero dar algunos datos abrumadores: el común dice que el mundo está loco y, para ello, parte de una simple “inspección” del accionar de la gente en los diferentes ámbitos de desenvolvimiento. Los estudios científicos dan cuenta que cerca de la mitad de la población mundial está loca. No vamos a entrar en detalles porque no es el propósito de este escrito y es que el concepto “loco” es ambiguo y subjetivo. Realmente, para la medicina la acepción correcta es “enfermo mental” y, de hecho, el término loco es despectivo. Hay mucha tela por donde cortar a la hora de abordar este tema psiquiátrico social. El vulgo se ha encargado de clasificar a los locos en mansos y peligrosos y llama por este calificativo a todo aquel que no se ajuste a ciertos parámetros de pensamiento y accionar común colectivo. Es allí donde existe una delgada línea fronteriza social entre la enfermedad mental y ciertos problemas psicológicos.

San José de Ocoa ha tenido sus locos que han estampado una huella en la historia, almas en pena que han sido víctimas de un estado que nunca ha tenido una conciencia política para enfrentar el dilema social de los locos callejeros y a eso se aúna el desconocimiento total de la población acerca del abordaje científico del tema en cuestión. Por ello se dice que hay locos que el pueblo los ha puesto más locos de la cuenta. Por alguna razón, esos locos se han quedado en nuestros corazones y, “mentalmente”, los hemos titulado como “patrimonios”.

Cabe destacar que las nuevas generaciones no conocieron y, quizás, nunca han escuchado los nombres de los siguientes locos, mis 500 locos manieleros.

Miguelina “La Pelá”: flaca, de mediana estatura, cocola, mestiza, ojos saltones. Alguien ha escuchado algo así como: “Miguelina La Pela puso un huevo en la cañá y no lo pudo remenear ni pa´lante ni pa´tras”. Esa era una consigna que los párvulos lanzaban a la loca Miguelina, misma que se “revolteaba” cada vez que escuchaba semejante cosa. Esta “épica” enajenada mental siempre vestía de faldas largas y cada vez que avistaba a una mujer bien vestida le decía, en un característico tono musical: “Adios cuadrosa”. Miguelina pululó las calles ocoeñas en la década de los 80. Mansa pero por momentos peligrosa. La zona predilecta de esta enajenada era el sector Pueblo Abajo y las cercanías del Parque Libertad.

Rafaela: esta enferma mental pernoctó por mucho tiempo en nuestras calles. De aspecto físico viejo, pelo canoso y porte harapiento, Rafaela siempre se hacía acompañar de un macuto y un cachimbo siempre prendido a su boca. Su voz era melodiosa y apagada. La típica loca mansa, deprimida. Cuentan los ancianos que, en sus años mozos, Rafaela era una mujer elegante e inteligente. Mi familia confirma la versión dado que Rafaela vivió en El Rosalito, zona rural desde donde emigró parte de mi familia. Básicamente, se movilizaba en la zona del Pueblo Arriba, los barrios San Rafael y Sabana Grande, y la zona de Rincón del Pino. Si no mal recuerdo, creo que murió a mediados de la década de los 90.

Micaela: no poseo datos mayores acerca de esta enajenada. Se menciona como una de nuestras “emblemáticas” locas.

Pridi: ¿Quién recuerda a Pridi? –de este se decía que los estudios lo pusieron loco. Recuerdo que se le comparaba con Cachán. Una versión popular da cuenta que Pridi perdió la razón tras extensas jornadas de estudios profundos de las matemáticas, mientras, otra versión dice que este perdió el juicio luego de dedicarse a contemplar el sol por largo tiempo.

Natalio: quizás, con mucho, el más carismático de nuestros 500 locos. Flaco, pelo bueno y porte caballeroso, Natalio se caracterizó por creerse un político de gran influencia mundial. Dentro de sus alucinaciones, mantenía un contacto permanente con el ex presidente estadounidense George Bush y con todas las cadenas informativas de prestigio mundial. Era un improvisador de discursos que captaban la atención de más de uno, y es que Natalio era un hombre muy informado sobre el acontecer nacional e internacional. Solía apostarse frente a edificaciones con antenas parabólicas en su techo a los fines de utilizar el sistema satelital como vía de comunicación con los grandes líderes mundiales. Como parte del “desconocimiento social”, en cierta ocasión se realizó una gran caravana vehicular encabezada por este personaje, misma en la que este se desplazaba en un triciclo. Desde luego, motivada por un público morboso. Natalio era admirador de Peña Gómez y, en su momento, planteó aliarse a este en su lucha de llegar a la presidencia de la república. Natalio también se creía aspirante a la presidencia de nuestro país y su partido era el pueblo llano. En youtube hay varios videos donde aparece Natalio, entre ellos: una pelea de boxeo con Mamilo Pimentel como contrincante y un documental de Ernesto Guerrero donde Natalio fue entrevistado. Un loco manso pero que en algunos momentos llegó a violentarse, sobre todo por incitación. De marcha rápida, se le podía ver en cualquier esquina o rincón de nuestro pueblo.

La hechizera de San Juan: no recuerdo el nombre de esta enferma mental que pernoctaba de manera temporal en nuestro pueblo. Su área de influencia era el sector Pueblo Abajo y las cercanías del Parque Libertad. Era una señora alta, flaca, mestiza. Su vestuario era característico: falda larga y de aspecto carnavalesco, pañuelos de colores llamativos y collares. Siempre portaba un macuto, botellas transparentes conteniendo algún tipo de brebaje, tabaco en boca y, de vez en cuando, uno que otro pequeño cuadro del santoral católico. En ocasiones la avistamos tomando ron a pico de botella. Se dice que esta era de San Juan y, por su aspecto, se le vinculó a las artes hechiceras. De poco hablar y aspecto que impregnaba “misterio”. Como no era de nuestro pueblo, hace mucho le perdimos el rastro y es probable que haya fallecido.

El flaco encorvado: otro que le perdimos el rastro fue al flaco encorvado, supuesto procedente de Baní. ¿Quién lo recuerda? –alto, flaco, con miembros superiores y manos extensas, cocolo y de hablar balbuceante o medianamente comprensible. Siempre se le veía vestido “caballerosamente” y portando un deshilachado saco con algo de contenido en su interior. Caminaba rápido y algo encorvado con inclinación

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