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Mis Creencias


Enviado por   •  19 de Diciembre de 2013  •  38.678 Palabras (155 Páginas)  •  200 Visitas

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MIS CREENCIAS

ALBERT EINSTEIN

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PRÓLOGO

En este volumen recogemos múltiples artículos, notas, conferen-

cias, discursos y reflexiones filosóficas de Albert Einstein, que a veces

rozan problemas científicos, pero que en su gran mayoría se refieren a

tópicos candentes de su época, de la cual la nuestra es una continua-

ción. En ello reside el valor de estos trabajos, casi todos breves, aunque

sustanciosos. El célebre físico, que pasará a la historia como uno de los

hombres más importantes de su tiempo, inició un nuevo período en el

progreso de la ciencia con sus audaces teorías. Ciertamente, si bien su

modestia lo haya negado, suyo es el mérito de haber inaugurado la era

nuclear, pues fue el pionero de la fisión del átomo, descubrimiento que

ha abierto un mundo fascinante y riesgoso para nuestra civilización.

Este mismo hecho convirtió a Einstein, consciente del tremendo

poder destructivo que las nuevas armas representaban para todo el

orbe, en un decidido defensor de la paz, el desarrollo de la cultura y la

igualdad y seguridad de los pueblos. Aparece así la faz del humanista

que ante la presencia de un arsenal de horror se entrega a la tarea de

luchar con pasión en favor de un pacifismo activo, detrás del cual se

advierten las inquietudes del sociólogo y del pedagogo.

En estos escritos, todos los cuales se hallan unidos por un hilo

conductor: el destino del hombre, preservado para fines más nobles que

la aniquilación mutua, y su preocupación por la vida comunitaria, se

descubren las profundas conmociones que sacudieron el ánimo del

científico en sus últimos años, cuando las nubes de otra conflagración,

más cruel que cuantas haya soportado la humanidad, se cernían sobre

el horizonte político mundial. La segunda guerra mundial y su trágico

fin que llevó al uso de la bomba atómica le anticiparon el enorme peli-

gro que amenazaba al planeta y el camino tenebroso en que había de-

sembocado la ciencia. El saber al servicio de la muerte, cuando en

realidad se lo había concebido siempre como sostén e impulso de la

vida.

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Si no se reaccionaba con premura ante la grave situación que po-

nía en manos de los conductores ambiciosos y de la fuerza bruta un

poder siniestro que se le había arrancado a la naturaleza, todo el es-

fuerzo acumulado durante milenios y la estirpe humana misma, podían

ser arrasados por las radiaciones de energía que revelaba el átomo

insondable.

De allí surgió, en efecto, la rebelión humanista. "la obstinación de

un inconformismo incorregible", que en Einstein posee las más varia-

das manifestaciones de carácter ético más que intelectual. Sus pro-

puestas para mantener la paz a todo trance, sus discusiones respecto a

las condiciones nacidas con motivo de la revolución científica mono-

polizada por el designio belicista tienen en él, sin excepción, un tono

dramático. Nada escapa a su perspicaz mirada, aunque no lo vea todo

en su conjunto: la instrucción, la cultura, la religión con sus falsos

dioses, la mentalidad militarista tan notoria en los EE. UU. de posgue-

rra, el socialismo y el acierto de su planificación, el derrotero peligroso

asumido por la ciencia, y una aguda crítica al capitalismo, cuya "anar-

quía económica es la verdadera fuente de todos los males". Cabe re-

cordar a este respecto las cartas en que polemizó con un grupo de

científicos soviéticos, en las que con mesura y sinceridad por ambas

partes se discutió, entre otros temas, el proyecto del "gobierno supra-

nacional", que Einstein propugnaba y consideraba uno de sus esquemas

para salvar a la humanidad de la hecatombe, si bien sus interlocutores

lo rechazaron de plano. Las partes no se entendieron, por supuesto. Sin

embargo, el tono de cada postura sirvió para aclarar posiciones dentro

de un nivel intelectual de primer plano.

En otros aspectos de su vehemente defensa de la paz creyó el sa-

bio que era indispensable modificar

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