Objetivos Y Conceptos De La Seguridad Social
TRINITRU30 de Octubre de 2013
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17. Desde los tiempos más remotos en que surgieron los primeros asentamientos humanos y comunidades organizadas, el ser humano ha necesitado protección contra las contingencias de la vida. El desarrollo y establecimiento de sistemas formales de seguridad social para prestar apoyo a los ingresos y asistencia médica representó un paso importante en la evolución de las sociedades humanas. El surgimiento de diversos tipos de mecanismos formales de protección social en todo el mundo — desde mecanismos de protección social comunitarios de carácter voluntario hasta regímenes públicos de seguridad social obligatorios de carácter contributivo o no contributivo — pone de manifiesto la necesidad humana universal de seguridad social y explica la importancia de definir claramente los derechos y prestaciones que ella supone.
18. En el decenio de 1880, Alemania fue el primer país que adoptó un sistema de seguro social reconocido en la legislación con el que se introdujo la noción de prestaciones, entendidas como un derecho, y cuyos beneficiarios eran la fuerza de trabajo industrial en su conjunto. Algunos años después se introdujo este tipo de sistema en América Latina (Argentina, Brasil, Chile y Uruguay). Los modelos de seguro existentes fueron ampliándose, incluyendo nuevos riesgos (por ejemplo las prestaciones de desempleo) y abarcando más grupos de personas beneficiarias. Aunque predominaba el modelo de los seguros, muy pronto también se introdujeron los programas financiados con impuestos. En los países nórdicos, la protección no sólo abarcaba a los trabajadores sino que se extendía a todas las personas. Más adelante la crisis mundial, que tuvo lugar entre finales del decenio de 1920 y comienzos del decenio de 1930, y las políticas de recuperación adoptadas tras la crisis imprimieron un nuevo impulso al desarrollo de los programas de seguridad social. En el decenio de 1930 se produjo otra expansión de los regímenes de seguridad social, principalmente en Europa y las Américas.
19. Durante la Segunda Guerra Mundial y en el período de la posguerra, en el que se confirmó su reconocimiento como derecho humano, se realizaron importantes mejoras en la seguridad social a escala nacional, regional e internacional. El Informe Beveridge 1, publicado en el Reino Unido en 1942 y cuyas recomendaciones se pusieron en práctica a partir de 1945, influyó considerablemente en este proceso. En reconocimiento de la responsabilidad y la obligación de la sociedad en su conjunto hacia quienes la habían defendido contra la agresión, el Informe planteaba como objetivo la ampliación del derecho a la seguridad social, que desde los grupos de trabajadores asegurados debía extenderse a todos los miembros de la sociedad.
20. Desde entonces, la rápida globalización de los mercados y de la mano de obra, el aumento de los flujos migratorios y el crecimiento constante del sector informal y, más recientemente, la actual crisis financiera mundial han planteado nuevos desafíos en el ámbito de la seguridad social. Entre el 75 y el 80 por ciento de la población mundial vive todavía en una situación de «inseguridad social». La Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social de 1995, la adopción en 2000 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) — en particular la meta de reducir a la mitad el porcentaje de hogares pobres para 2015 — y la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas de 2005 (que refrendó las metas de un empleo pleno y productivo y del trabajo decente para todos como objetivos centrales de las políticas nacionales e internacionales pertinentes),
establecieron el principio de que cada sociedad es responsable del bienestar social de la población, por lo menos a la hora de determinar los objetivos sociales mínimos.
SEGURIDAD SOCIAL
Contexto internacional
Los orígenes de la seguridad social pueden rastrearse en la Alemania de Guillermo I cuando de 1883 a 1889, en tiempos del canciller Bismarck, se aprobaron leyes que establecieron seguros obligatorios contributivos, restringidos a la clase trabajadora, que cubrían enfermedades, accidentes, invalidez y vejez y eran financiados por el Estado, patrones y trabajadores. En 1919, en la República de Weimar, se elevó por primera vez a rango constitucional el papel más activo del Estado en el progreso social y se extiendieron los beneficios para atender además de la seguridad social (salud, capacidad para el trabajo, maternidad, vejez, enfermedad), la vivienda y la educación (no se incluye el seguro de desempleo), aunque su naturaleza siguió siendo contributiva.
El informe presentado en 1942 por Lord Beveridge en Inglaterra, marca un parteaguas en la seguridad social, al dotarla de un carácter integral y universal. El informe buscaba extender los beneficios de la seguridad social a toda la población al proponer que:
“La seguridad social fuera entendida como un derecho social solidario que obligara a la sociedad y al Estado a proporcionar un mínimo de bienestar general, independientemente de las aportaciones que pudiera realizar cada individuo al financiamiento de los servicios. Desde esta perspectiva, se proyectó que los costos de la reforma debían ser cubiertos con los recursos fiscales del Estado y con las contribuciones específicas de los trabajadores y empresarios al nuevo sistema.”[1]
En relación a la integralidad, el Plan Beveridge proponía “la construcción de un sistema de beneficios sociales que fuera capaz de proteger a los ciudadanos desde la cuna hasta la tumba y que atacara los cinco males gigantes de las sociedades modernas: la indigencia, las enfermedades, la ignorancia, la suciedad y la ociosidad.”[2]
Este plan incluía un sistema de seguridad social unitario que manejaría las pensiones (enfermedades, maternidad, vejez, viudez y desempleo que cubría a toda la población), un servicio nacional de salud (atención médica gratuita con cobertura universal) y un sistema de asistencia nacional (para complementar los subsidios de la seguridad social cuando fueran insuficientes para lograr el mínimo de subsistencia deseado, el otorgamiento de subsidios familiares universales y la adopción del objetivo del pleno empleo como política de Estado). Los beneficios se extendieron a la educación, vivienda y atención especializada a niños. Todo esto conformaba lo que se conoció como el Welfare State británico. Debe señalarse que Inglaterra fue el primer país donde se introdujo, en 1911, el seguro de desempleo obligatorio.
El modelo inglés se extendió al resto de países de Europa Occidental que fueron incorporando los compromisos de bienestar en su legislación. Como señala Bacca Olamendi:
“A partir de estas bases, restricciones y objetivos, las sociedades que optaron por esta ruta de cambio emprendieron, considerando su propia historia y tradiciones, un programa de reformas y enmiendas constitucionales con el fin de erigir al Estado en el eje rector del desarrollo nacional. En todas las constituciones avanzadas (iniciando con la inglesa) fueron ratificados como derechos sociales básicos de todo ciudadano el acceso a la educación, la salud, la seguridad social, la vivienda y al trabajo.”[3]
En Estados Unidos el antecedente de la Seguridad Social es la Social Security Act de 1935, “en la que se contemplaba, mediante un sistema mixto de seguros sociales y de asistencia estatal, la protección de ancianos, ciegos, niños, incapaces y desocupados.”[4] En América Latina “también se desarrollaron políticas sociales en las distintas áreas del bienestar, pero con una particularidad decisiva: dichos esquemas resultaron incompletos, con cobertura social insuficiente, fundamentalmente ocupacional, y desarticulados frente a lo que podría considerarse un verdadero sistema general o universal.”[5]
Como resultado de la crisis económica mundial que se vivió en la década de los setenta, trataron de contrarrestarse los avances en materia del Estado de Bienestar, principalmente reduciendo el presupuesto destinado a estos rubros. No obstante, “sus mayores éxitos (por llamarles de alguna forma) radican en el abandono del pleno empleo como política de Estado, en la flexibilización de los mercados laborales y la consecuente erosión de las prestaciones ligadas al trabajo, en las reformas fiscales regresivas y en sus ataques (o recortes) sistemáticos a los programas dirigidos a las poblaciones económicamente más débiles.”[6]
[1] Gerardo Ordóñez Barba, “El Estado de bienestar en las democracias occidentales: lecciones para analizar el caso mexicano”, Región y sociedad, Vol. XIV, no. 24, El Colegio de la Frontera Norte, 2002, p.109.
[2] Laura Bacca Olamendi, Judith Bóxer-Liwerant, Fernando Castañeda, Isidro H. Cisneros y Germán Pérez Fernández del Castillo, Léxico de la Política, FCE, FLACSO, México, 2000, p.563.
[3] Ordóñez Barba, op.cit., pp. 115-116.
[4] Bacca Olamendi, op.cit., p. 637.
[5] Idem, p. 565.
[6] Ordónez Barba, op.cit., p. 121.
Un derecho universal.
Los primeros programas de seguridad social basados en el seguro obligatorio fueron establecidos en Europa, a finales del siglo XIX. No obstante, fue durante el siglo XX cuando los programas nacionales se desarrollaron de manera más general en todo el mundo, en gran medida como consecuencia de la descolonización y la institución de nuevos estados independientes después de la Segunda Guerra Mundial. Varias convenciones e instrumentos internacionales han respaldado el desarrollo de la seguridad social, y el reconocimiento de la seguridad social como un derecho humano fundamental fue consagrado en la Declaración de Universal de los
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