REFORMA LABORAL

Es una reforma empresarial, no del trabajo.

Siendo la laboral una de las reformas estructurales más importantes y necesarias para el país, nace como una ley bastarda, indeseada, con paternidad dudosa; concebida y gestada por la relación decadente entre la restauración y el fracaso.

Domina el Congreso, quien impone la agenda y esta reforma es una iniciativa de Felipe Calderón siendo ya minoría, convirtiéndose en un integrante más de la fracción priista. Pacta su aprobación con quienes le bloquearon anteriormente todas sus reformas, restaurando la vieja regla sexenal de llevarse en su tiempo decisiones, devaluaciones y desprestigios para que el sistema siga existiendo.

Felipe Calderón, en estas semanas finales, protege su guerra y se la lleva para honrar los arreglos, pariéndola como hija del pasado, dejándola en el vacío del que se va y el que llega: es la reforma de los “recuerdos del porvenir”. ¿Cuál es la prisa para aprobarla al final de un sexenio de escasas reformas? ¿Quién inventó la idea de que la reforma laboral tiene un tiempo fatal en este sexenio?

Para el PRI, la reforma laboral es un trámite, no una convicción; es un regalo del que hundiéndose, busca salvarse, entregándole al PRI como ofrenda la autoría de una reforma para que todo quede igual y no hacer otra verdadera. La reforma laboral es un punto de acuerdo entre Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto; es una condición en el esquema de la transmisión de la Presidencia, favoreciendo al priista y como armisticio de retirada para el panista.

En esta sala de emergencias y partos, el Frente Legislativo Progresista (FLP), es decir PRD, PT y Movimiento Ciudadano, cayeron de nuevo en la trampa y aceptaron los tiempos fatales de la reforma, que deja intacta la estructura corporativa de los viejos sindicatos y se orienta más a ofrecer ventajas al capital, que al trabajo. ¿Cuál es la reforma laboral necesaria?

DEFENSA DEL VALOR DEL TRABAJO

México no puede avanzar hacia el fortalecimiento de su economía interna si no hay crecimiento del valor del trabajo. Si se habla de neoliberalismo, hablamos de destrucción del valor del trabajo.

Por años se ha vendido la idea de que los bajos salarios es un asunto de soberanía para atraer inversiones y empleos. Esta idea surgió al final de los años 70 al calor de las crisis monetarias, aumento de la deuda externa y los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional.

Un paso fue aceptar el esquema maquilador en México, ofreciendo bajos salarios como atractivo a las trasnacionales. La estrategia maquiladora se sostuvo gracias al control salarial y provocar la caída del valor de los salarios. Es en este tiempo que surge la insurgencia obrera y las luchas por el sindicalismo independiente contra las políticas de austeridad que gestaban ya el nuevo modelo económico basado en las privatizaciones y la desregulación. Sin embargo, el resultado no resolvió el problema del empleo, pues la inversión extranjera productiva directa disminuyó y México se hizo el paraíso de la especulación financiera, de las quiebras en el sector agrario y productivo, y con ello vino el desempleo y la caída de los salarios.

En 1989 nace el concepto de “extrema pobreza” y México se polariza social y económicamente. Se abandonan todas las políticas de distribución del ingreso y emergen los monopolios privados protegidos como la base de la nueva estructura económica.

Si hoy se reconoce que los salarios mínimos han perdido más de 60 por ciento de su poder adquisitivo de 1976 a la fecha, la reforma laboral necesariamente debe estar ligada a una estrategia productiva y defensa del empleo y salarial, pues la nueva realidad empresarial ya no necesita de sindicatos blancos ni de los viejos charros refugiados en

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