Ser Humano
Enviado por lizbetharyana • 21 de Febrero de 2014 • 842 Palabras (4 Páginas) • 194 Visitas
Introduccion
Hombres y mujeres somos conscientes de compartir una misma humanidad y, al mismo tiempo, de vivirla de modo radicalmente distinto. En otras palabras, conocemos dos “encarnaciones” de la naturaleza humana, igualmente plenas: el varón y la mujer. Pues bien, la vivencia de esta “unidad de dos” o “diferencia en la igualdad” es lo que llamamos complementariedad.
Deuda innata
En virtud de la complementariedad varón y mujer existen ordenados el uno al otro como a su plenitud. Conduce a descubrir la humanidad propia reflejada en el complementario, y a asimilarla mediante la amistad: celebrándola, fomentándola y respetándola. El varón, por ejemplo, interioriza los valores femeninos de tal modo que, lejos de afeminarse, encuentra en sí nuevas vetas de masculinidad. Y de modo simétrico ocurre con la mujer. La complementariedad se vive como deuda innata con el sexo opuesto, y es fuente de exigencias morales (pureza de corazón), e incluso profesionales (corresponsabilidad doméstica, conciliación laboral, etc).
En cambio, cuando la complementariedad se posterga o ignora (pragmatismo, machismo, pornovisión, ramplonería, moralismo, etc.) la común humanidad se intoxica de mentira y se empobrece.
Desarrollo
Lo que no es complementariedad
Por tanto la complementariedad, no se reduce al apoyo psicológico que se presta la pareja, ni al enriquecimiento afectivo, espiritual o cultural que reciben el uno del otro. La expresión no tiene aquí el mismo sentido que cuando decimos de dos personas que se complementan bien por sus caracteres o forma de ser. No, la complementariedad varón-mujer no es de orden psicológico sino estrictamente personal, y por tanto está marcada por la polaridad constitutiva de los sexos: sólo la mujer en cuanto mujer puede complementar al varón en cuanto varón, y viceversa.
Complementariedad dentro de cada individuo
Algunos autores (Jung, Woolf, Moeller, Ballesteros, Castilla, Elósegui, etc) han hecho notar cierta complementariedad no sólo entre varón y mujer, sino en el interior de cada individuo. La experiencia enseña, en efecto, que hay valores tradicionalmente atribuidos a la mujer (ternura, delicadeza, intuición) que porser humanos se dan igualmente en el varón, pero de modo masculino. Y viceversa ocurre en la mujer con valores como fortaleza, valentía, disciplina, audacia etc. La diferencia está en el estilo o talante con que se viven más que en su contenido, por más que el lenguaje corriente lo exprese clasificando según el género. Aparte de los prejuicios
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