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Soy El Pulmón De Juan


Enviado por   •  25 de Junio de 2014  •  1.229 Palabras (5 Páginas)  •  328 Visitas

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Ustedes conocen muchas personas semejantes a Juan. Él tiene 47 años, es próspero y vive feliz con su esposa. Yo soy su pulmón derecho y me corresponde el privilegio de hablar porque soy algo más grande que mi compañero, situado en el lado izquierdo del tórax. Tengo tres lóbulos separados mientras que el otro tiene solo dos. Juan se llevaría una sorpresa si me viera, pues piensa que soy una especie de vejiga vacía de color rosa que cuelga dentro del tórax.

Pero no estoy vacío, si me cortaran presento el aspecto de una esponja para baño y mi color no es rosado . Lo fue cuando Juan fue pequeño. En la actualidad, después de haber consumido un cuarto de millón de cigarrillos y de haberme inflado unos quinientos millones de veces en la contaminada atmósfera de las ciudades , tengo un feo color gris moteado de negro. Peso alrededor de medio kilo.

Como no tengo músculos desempeño un papel pasivo en la respiración. Hay un vacío parcial en mi compartimento; por consiguiente cuando se dilata el tórax de Juan , me dilato yo. Cuando él exhala, yo me desinflo. Se trata simplemente de un mecanismo de retroceso. Si llegara a ocurrir que la pared del tórax se perforara en un accidente, el vacío parcial dejaría de existir y yo quedaría colgando lacio, sin trabajar hasta que se sanara la herida y se volviera a hacer el vacío.

Los órganos más importantes de Juan, sobre todo el corazón, funcionan por control automático. Lo mismo ocurre conmigo, la mayor parte del tiempo, aunque también estoy sujeto al control voluntario de mi amo. De niño, cuando Juan hacía berrinches, en ocasiones contenía la respiración hasta ponerse un poco morado. Su madre se preocupaba aunque sin razón, pues mucho ante que sufriera verdaderos perjuicios, la respiración automática se habría hecho cargo y el pequeño habría comenzado a respirar, aunque no quisiera. La acción automática de mis funciones respiratorias está regulada por el bulbo raquídeo y otros centros cerebrales, el cual detecta de manera instantánea el oxígeno y las descargas de deshechos de anhídrido carbónico. Si la acidez aumenta demasiado, como ocurre cuando Juan hace un ejercicio enérgico, el centro de control me ordena que también haga más profunda la respiración: es lo que llamamos el segundo aliento.

Cuando Juan está sentado necesita unos 16 litros de aire cada minuto; en la marcha, necesita unos 24; en la carrera, unos 50 litros y recostado tranquilamente en una cama sólo 8 litros. El aire que necesito me debe llegar más o menos húmedo y cálido. Para producir ese aire, en el trayecto de unos cuantos cm, se requiere todo un complicado sistema, sobre todo las glándulas que producen mucus en la nariz y garganta, que producen hasta medio litro de secreción diaria para humedecer el aire que respiro. En los días fríos los vasos sanguíneos de las mucosas se encargan de calentar el aire.

Hay una lista interminable de cosas que me pueden causar dificultades. Cada día Juan inhala toda clase de bacterias y virus. La lizosima, es una poderosa enzima presente en la nariz y garganta que detiene estos microbios y los destruye. En mis conductos existen los fagocitos que vigilan a los invasores y los engullen.

Desde luego el aire contaminado es mi peor enemigo. Los demás órganos, viven protegidos; sin embargo para las consecuencias reales, daría lo mismo que yo estuviese fuera del cuerpo de Juan, expuesto a los peligros del ambiente y sus impurezas. Aunque no lo parezca soy muy delicado y es asombroso que pueda sobrevivir obligado como estoy a sufrir la presencia de compuestos como el anhídrido sulfuroso, el benzopireno, el plomo, el bióxido de nitrógeno, etc. La labor de limpieza mayor la llevan a cabo los cilios, pelillos microscópicos que

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