Stephen Hawking y los conos luminosos
isaroskiResumen2 de Octubre de 2014
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Agujeros Negros
Los llamados agujeros negros son cuerpos con un campo gravitatorio muy grande, enorme.
No puede escapar ninguna radiación electromagnética ni luminosa, por eso son negros. Están rodeados de una "frontera" esférica que permite que la luz entre pero no salga.
Hay dos tipos de agujeros negros: cuerpos de alta densidad y poca masa concentrada en un espacio muy pequeño, y cuerpos de densidad baja pero masa muy grande, como pasa en los centros de las galaxias.
Si la masa de una estrella es más de dos veces la del Sol, llega un momento en su ciclo en que ni tan solo los neutrones pueden soportar la gravedad. La estrella se colapsa y se convierte en agujero negro.
Stephen Hawking y los conos luminosos
El científico británico Stephen W. Hawking ha dedicado buena parte de su trabajo al estudio de los agujeros negros.
En su libro Historia del Tiempo explica cómo, en una estrella que se está colapsando, los conos luminosos que emite empiezan a curvarse en la superficie de la estrella.
Al hacerse pequeña, el campo gravitatorio crece y los conos de luz se inclinan cada vez más, hasta que ya no pueden escapar. La luz se apaga y se vuelve negro.
Si un componente de una estrella binaria se convierte en agujero negro, toma material de su compañera. Cuando el remolino se acerca al agujero, se mueve tan deprisa que emite rayos X. Así, aunque no se puede ver, se puede detectar por sus efectos sobre la materia cercana
Los agujeros negros no son eternos. Aunque no se escape ninguna radiación, parece que pueden hacerlo algunas partículas atómicas y subatómicas.
Alguien que observase la formación de un agujero negro desde el exterior, vería una estrella cada vez más pequeña y roja hasta que, finalmente, desaparecería. Su influencia gravitatoria, sin embargo, seguiría intacta.
Como en el Big Bang, en los agujeros negros se da una singularidad, es decir, las leyes físicas y la capacidad de predicción fallan. En consecuencia, ningún observador externo puede ver qué pasa dentro.
Las ecuaciones que intentan explicar una singularidad de los agujeros negros han de tener en cuenta el espacio y el tiempo. Las singularidades se situarán siempre en el pasado del observador (como el Big Bang) o en su futuro (como los colapsos gravitatorios). Esta hipótesis se conoce con el nombre de "censura cósmica".
Según un nuevo estudio, un agujero negro supermasivo situado a casi 60 millones de años luz de la Tierra gira casi a la velocidad de la luz.
Un grupo internacional de astrónomos ha conseguido medir por primera vez la velocidad de rotación de un agujero negro supermasivo, determinando que lo hace al 84 por ciento de la velocidad de la luz, o del máximo permitido por las leyes de la física.
Para el director del estudio Guido Risaliti, del Centro de Harvard-Smithsonian para la Astrofísica (CfA) y el Observatorio INAF-Arcetri en Italia, lo más emocionante del descubrimiento es que permite poner a prueba la teoría general de la relatividad en condiciones extremas, donde el campo gravitacional es enorme y el espacio-tiempo está distorsionado.
Los agujeros negros se encuentran en el centro de la mayoría de las galaxias, incluida la Vía Láctea, y generan un campo gravitatorio tal que nada escapa a su atracción, ni siquiera la luz, y distorsionan el espacio-tiempo en la región que les rodea.
Monstruo galáctico
Según, Risaliti, se cree que este monstruo galáctico que habita en el centro de la relativamente cercana galaxia NGC 1365 tiene dos millones de veces la masa del sol y mide 3,2 millones de kilómetros, más de ocho veces la distancia de nuestro planeta a la Luna.
El descubrimiento de Risaliti y su equipo ha sido posible gracias
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