Werner Heisenberg
JhoannaLozano6 de Noviembre de 2014
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Para el gran físico alemán Werner Heisenberg (principio de incertidumbre), y otros muchos científicos más del siglo XX como Schrödinger, Niels Bohr, Paul Dirac, Wolfgang Pauli y el propio Albert Einstein, un científico era un ser integral y por naturaleza un humanista. En su obra Diálogo sobre la física atómica, reflejó el profundo sentido humanista de los físicos atómicos del siglo XX. Einstein decía que el hombre, en sentido genérico, tiene la capacidad de genio moral. Y aunque en las ciencias naturales los enunciados no expresan emociones, y la característica común de éstos enunciados es que son verdaderos o falsos , ello no implica que el pensamiento lógico sea ajeno a la ética; pues las normas éticas, se vuelven racionales y coherentes con el pensar lógico y con el conocimiento empírico.
Ciencia y humanidadesTodos estos científicos habían bebido en las fuentes del saber clásico. Como decía Heisenberg, toda nuestra vida cultural, todo nuestro obrar, pensar y sentir arraiga “en el trasfondo espiritual de Occidente, en un ente espiritual que apareció en la Antigüedad, formado en sus comienzos por el arte, la literatura y la filosofía de los griegos”. Su estudio nos descubre la propia esencia de la energía de nuestra cultura. Esta procede de la unión de los principios teóricos con la actuación práctica de los griegos. Lo que desde el primer instante distinguió al pensamiento griego de los de otros pueblos, fue la aptitud para retrotraer todo problema a una cuestión de principios teóricos. Leer a los griegos significa ejercitarse en el uso de la más poderosa herramienta intelectual que el pensamiento occidental ha conseguido crear.
Erwin Schrödinger (ecuación de onda de la mecánica cuántica) en la obra Mi concepción del mundo, deja una semblanza de su pensamiento filosófico, humanista, y sus concepciones de ética y moral: la ética, afirma grosso modo, ha sido consustancial al desarrollo de la especie, y ha ido evolucionando a la par que el ser humano y, al igual que la ciencia natural ha tenido revoluciones y cambios de paradigma.
La cultura antigua dota al hombre de una escala estimativa en que los valores espirituales se sitúan por encima de los materiales. No hay porqué desdeñar los valores materiales, pero es importante situarlos en su justo valor. Algo muy importante hoy en día, y una importante causa de zozobra moral. En este sentido, en su libro La imagen de la naturaleza en la Física actual, cita un pasaje de los escritos del sabio chino Yuang Tsi (2500 aJC). En él cuenta cómo un viejo estaba atareado haciendo una trabajo manual muy pesado, y un joven le explica que existe una máquina que se lo facilitaría extraordinariamente. El viejo le responde: “He oido decir a mi maestro que cuando uno usa una máquina, hace todo su trabajo maquinalmente, y al fin su corazón se convierte en máquina, pierde la pureza de su simplicidad y acaba aquejado de incertidumbre en el mando de sus actos. La incertidumbre en el mando de los actos no es compatible con la verdadera cordura. No es que no conozca las cosas de que tú hablas, pero me daría vergüenza usarlas”. Aunque puede parecer exagerado, en el fondo revela algo muy cierto: nunca debemos perder el punto de vista humano.
En los tiempos de Goethe, los filósofos de la naturaleza no creían en absoluto en la desconexión entre las disciplinas. Para ellos el mundo era mucho más homogéneo. Incluso en el siglo XIX, encontramos que la persona que hoy llamamos científico escribía sobre todo tipo de asuntos. Se consideraban trasmisores de la cultura, nadie se llamaba a si mismo científico. Con la entrada del siglo XX es cuando la división entre la física, química, biología, etc. viene forzada por la manera en que las instituciones académicas funcionan.
Estamos perdiendo, por esta división, una fuente de imaginación, porque los grandes
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