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Diálogo y encuentro


Enviado por   •  10 de Marzo de 2023  •  Documentos de Investigación  •  1.374 Palabras (6 Páginas)  •  44 Visitas

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Se nos habla de que existe un “no saber querer” que brota del sentimiento de impotencia del yo, de la incoherencia entre la voluntad y el deseo, y que iría asociado a alguno de los síntomas siguientes: El sujeto se percibe incapaz de tomar las decisiones cotidianas sin una cantidad exagerada de consejos o recomendaciones por parte de los demás, permite que los demás tomen la mayor parte de las decisiones importantes; por ejemplo, dónde vivir, qué trabajo ocupar, etc., tiende a estar de acuerdo con los demás, incluso cuando se encuentran equivocados, por temor a sentirse rechazado, tiene dificultad para iniciar proyectos, o para hacer cosas por propia iniciativa, acepta hacer voluntariamente cosas incluso desagradables para él, con tal de agradar a los demás, se encuentra incómodo o desvalido cuando se ve solo, y hace grandes esfuerzos para evitar esa difícil situación, se siente devastado o desvalido cuando terminan las relaciones íntimas, se preocupa con frecuencia desmesuradamente por el temor de ser abandonado, resulta fácilmente herido por las críticas o por cualquier desaprobación, aun por las infundadas o provenientes de gentes perversas. Todo lo anterior viene también de la falta principalmente del autoconocimiento, puesto que el sujeto con dichas características, requiere siempre de la aprobación del otro para tener un supuesto control de sí mismo, el cual arrastra altos niveles de no saber qué hacer con lo que se sabe o con sus motivaciones personales. A Pesar de ello, la voluntad sólo crece humanamente conjugándose con otras voluntades, respetando la propia autonomía pero sin borreguismo. Sólo una voluntad solidaria puede ser autopoyética, auto creativo.

La persona no pertenece al orden de los meros hechos, sino al universo de los actos, los cuales brotan de la humana subjetualidad creadora. Con ello se entiende que el conocimiento queda vacío sin una acción, misma que requiere de una chispa que inicie la magia, que no se quede en el proyecto, sino que logre crear, hacer.

Decir sí precisa saber decir también no, yo quiero no querer el mal que tú sin quererme me ofreces; esto que me ofreces no lo quiero, te ofrezco por contrapartida un querer más alto. Esto se refiere a que el conocimiento también nos debe llevar a decir no cuando así se requiera, y esto porque cada ser humano es distinto, y en dicha diversidad, existen personas que no saben ser buenas, y violan todas las potencialidades del otro, de ello depende también la integridad personal, debemos saber cuándo alejarnos y decir no.

Debo saber, cuáles creo que son los límites de mi poder, cuestión tanto más importante cuanto más realista sea mi planteamiento al respecto, En este aspecto, creo que es importante tener claro hasta donde llega nuestro papel, para no irrumpir contra nosotros mismos, y no violentar nuestra integridad, valorando previamente nuestro actuar y sus posibles alcances, en vista de llegar hasta donde podamos, no más. La impotencia es el querer que no puede. El impotente se siente incapaz, ineficaz, infructuoso, inerte, inútil, débil, infecundo, estéril, inválido, irrealizado. Se requiere aquí, un alto nivel de autocontrol, para no rebasar los límites de nuestro quehacer, y que no nos destruya dicha impotencia, pues hay cosas en las que no tenemos tal implicación, y debemos tener claro hasta donde llega nuestro quehacer. En fin, si deseas asumir la hermosa aventura de educar, es decir, de ayudar a la humanidad que te ha tocada en suertes, y también de ayudarte a ti mismo, habrás de cumplir el deber de saber querer, y ello sin desesperar, a lo largo de todos los días de tu vida. Con esto, el autor enlaza todos los saberes antes mencionados, implicándonos a lo que nos tiene aquí, el arte de educar, de ser para el otro, que son nuestros alumnos, sin tener claro hasta donde llega nuestro deber.

Esperar es saber estar para poder ser, pues el modesto estar abre el camino al permanente ser, en el que se convierte con el curso del tiempo. El ser es un estar bañado en la permanencia cómplice del tiempo. Quien está ahí mucho tiempo termina siendo. Ocurre sin embargo que, por no dedicar tiempo a la causa uno puede terminar perdiendo hasta la esperanza. En todo caso, el esperar se malograría sin la paciencia del mientras tanto. Desde mi perspectiva, en dicha espera, tenemos que tener conciencia

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