Un Golpe De Suerte

Un Golpe De Suerte

                                                                                                     Fontalvo Jiménez Ruth María, Urueta Polo Lurangely 8ºB
                                                                                                                         I.E.C. Nuestra Señora de las Misericordias

¿Por qué tuve que ser yo? ¿Por qué no alguien que tuviera la fuerza y la capacidad de afrontar las dificultades? Son las preguntas que todos los días al despertar me hago, ya que no tengo absolutamente nada, ni un techo en donde vivir, y mucho menos dinero, ni un miserable peso. Mi nombre es Daniela, tengo trece años y soy una habitante de la calle, desde muy pequeña, supongo, púes así me dijo la señora Helena, que me recogió de un basurero, cuando apenas yo era una bebe. La señora Helena tiene un hijo, Samuel, quien es dos años mayor que yo y es como un hermano para mí.

Hoy Samuel y yo hace como dos horas empezamos a recorrer diversos barrios pidiendo limosna, puesto que es lo único que podemos hacer para colaborarle a la señora Helena, porque según ella somos muy jóvenes para trabajar. En este momento me duelen los pies, pero intento seguir adelante. No he conseguido mucho, solo unas cuantas monedas. Cuando no me dan si quiera algo no juzgo, si no que me pongo a pensar por qué dirán ‘‘En el momento no hay nada’’, por lo que para mí ellos tienen todo.

Samuel y yo ya decidimos regresar al callejón, está oscureciendo. Al llegar encontramos a la señora Helena totalmente preocupada, al vernos nos dio un abrazo demasiado apretado y exclamo:

– ¡Gracias a Dios y ya están aquí, creí que algo malo les había pasado!

–Cálmate Mamá –. Dijo Samuel –Daniela y yo estamos bien, nada nos ha pasado.

–De todos modos casi me daba un infarto, se estaba anocheciendo, y ustedes no aparecían por ninguna parte –. Agrego la señora Helena.

–Bueno señora Helena, lo importante es que ya estamos presentes, tome esto fue lo que logramos conseguir, no es mucho – dije, entregándole las monedas.

–Mira Daniela me da igual si es mucho o poco lo que sea que recaudaron, lo primordial es que por lo menos obtuvieron algo, y te recuerdo que puede ser que no vivamos en las mejores condiciones, que este callejón sea nuestro hogar y que en estos cartones nos postremos para dormir, pero estamos vivos y juntos, y eso es lo que vale –. Replico la señora Helena.

Al siguiente día me desperté totalmente hambrienta, no mencione nada, no quería ser una molestia, soy pobre y no hay de donde conseguir comida, aunque la señora Helena no está y espero que se haya ido a comprar algo y anhelo que las pocas monedas le alcancen, sé que no será un gran banquete, nunca lo es y acostumbrada a ello, siempre es así; o tal vez no traiga nada porque no fue suficiente el dinero, y las guarde hasta que haya más y comprar.

Samuel me propuso ir nuevamente a pedir limosna, el por un lado y yo por otro lado, de pronto así consigamos  más dinero, me pareció una buena idea, así que acepte. He pasado por muchos barrios, tengo muchas más monedas que ayer y voy a ir a otros más, para tener suficiente para algo de comer.

En el camino paso por un restaurante, donde no puedo evitar babear por las delicias que se encuentran servidas, y envidiar a aquellos que adentro están gozando de sus platillos, y de repente me encuentro en un comedor con una gran cena que empiezo a engullir, dejando vacíos a todos platos que pasan por mis manos,  sin embargo unos gritos hacen que mi fantasía termine. Volteo y me doy cuenta de que es una pareja discutiendo, al parecer es porque la mujer es estéril, y el hombre no lo tomo muy bien, me siento mal por ellos pues de seguro desean tener hijos, y lastimosamente no pueden, y hace que me empeñe cada vez más en que la vida es injusta, pues mis padres me tuvieron a mí, y en realidad no querían que existiera, en cambio, ellos aspiran un hijo y no lo tendrán.

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