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Ami El Niño De Las Estrellas

suanto31 de Agosto de 2013

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PARTE PRIMERA

Capítulo 1

Primer encuentro

Comenzó una tarde del verano pasado en un balneario de la costa donde

vamos con mi abuelita casi todos los años.

Esa vez conseguimos una casita de madera. Tenía muchos pinos y boldos

en el patio, y por el frente, un antejardín lleno de flores. Se encontraba cerca del

mar, en un sendero que lleva hacia la playa.

Quedaba poca gente, porque la temporada iba a terminar. A mi abuelita le

gusta salir de vacaciones los primeros días de marzo, dice que es más tranquilo y

más barato.

Comenzó a oscurecer. Yo estaba sobre unas rocas altas junto a una playa

solitaria, contemplando el mar. De pronto vi en el cielo una luz roja sobre mí.

Pensé que sería una bengala o un cohete de esos que se lanzan para el año

nuevo. Venía descendiendo, cambiando de colores y arrojando chispas. Cuando

estuvo más bajo comprendí que no era una bengala ni un cohete, porque al

agrandarse llegó a tener el tamaño de una avioneta o mayor aún...

Cayó al mar a unos cincuenta metros de la orilla, frente a mí, sin emitir

sonido alguno. Creí haber sido testigo de un desastre aéreo, busqué con la mirada

algún paracaidista en el cielo; no había ninguno. Nada perturbaba el silencio y la

tranquilidad de la playa.

Sentí mucho miedo y quise correr a contarle a mi abuelita; pero esperé un

poco para ver si divisaba algo más. Cuando ya me iba, apareció algo blanco

flotando en el punto en donde había caído el avión, o lo que fuera: alguien venía

nadando hacia las rocas. Supuse que se trataba del piloto, que se habría salvado

del accidente. Esperé que se aproximara, para intentar ayudarlo.

Como nadaba con agilidad, comprendí que no estaba malherido.

Cuando se acercó más, me di cuenta de que se trataba de un niño. Llegó a

las rocas y antes de comenzar a subir me miró amistosamente. Pensé que estaba

feliz de haberse salvado, la situación no parecía dramática para el, eso me calmó

un poco. Llegó a mi lado, se sacudió el agua del pelo y me sonrió, entonces me

tranquilicé definitivamente; tenía cara de niño bueno. Vino a sentarse junto a mi, AMI EL NIÑO DE LAS ESTRELLAS

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suspiró con resignación y se puso a mirar las estrellas que comenzaban a brillar

en el cielo.

Parecía más o menos de mi edad, un poco menor y algo más bajito, vestía

un traje blanco como de piloto, hecho de algún material impermeable, ya que no

estaba mojado, su vestimenta terminaba en un par de botas blancas de gruesas

suelas. En el pecho llevaba un emblema color oro: un corazón alado dentro de un

círculo. Su cinturón, también dorado tenía a cada lado una especia de radios

portátiles, y en el centro una hebilla grande y muy bonita.

Me senté junto a él. Pasamos un rato en silencio; como no hablaba le

pregunté qué le había sucedido.

- Aterrizaje forzoso – Contestó riendo.

Era simpático, tenía un acento bastante extraño, supuse que venía desde

otro país en el avión. Sus ojos eran grandes y bondadosos.

- ¿Qué le pasó al piloto? – Pregunté. Como él era un niño, pensé que el

piloto tendría que ser una persona mayor.

- Nada. Aquí está, sentado a tu lado - respondió

- ¡Ah! – Quedé maravillado. ¡Ese niño era un campeón! ¡A mi edad ya

manejaba aviones! Supuse que sus padres serían ricos.

Fue llegando la noche y tuve frío. El se dio cuenta, porque me preguntó:

- ¿Tienes frío?

- Sí.

- La temperatura está agradable – Me dijo sonriendo. Sentí que realmente

no hacía frío.

- Es verdad – le contesté

Después de unos minutos le pregunté qué iba a hacer.

- Cumplir con la misión – respondió sin dejar de mirar el cielo.

Pensé que estaba frente a un niño importante, no como yo, un simple

estudiante en vacaciones. El tenía una misión... tal vez algo secreto... No me

atreví a preguntarle de que se trataba.

- ¿No lamentas haber perdido el avión?

- No se ha perdido – respondió, dejándome sin comprender.

- ¿No se perdió, no se destruyó entero?

- No.

- ¿Cómo se puede sacar del agua para repararlo... o no se puede? AMI EL NIÑO DE LAS ESTRELLAS

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- Oh, si, se puede sacar del agua – me observó con simpatía y agregó -

¿Cómo te llamas?

- Pedro – respondí, pero algo comenzaba a no gustarme: él no respondía a

mi pregunta. Al parecer, se dio cuenta de mi disgusto y le hizo gracia.

- No te enojes, Pedrito, no te enojes... ¿Cuántos años tienes?

- Diez... casi. ¿Y tú?

Rió muy suavemente, con la risa de un bebé cuando le hacen cosquillas. Yo

sentí que él intentaba oponerse sobre mi, debido a que manejaba un avión y yo

no, eso no me gustaba; sin embargo, era simpático, agradable, no pude enojarme

seriamente con él.

- Tengo más años de los que tú me creerías – respondió sonriendo. Sacó

del cinturón uno de los aparatos parecidos a radios a pila. Era una especie de

calculadora de bolsillo, la encendió y aparecieron unos signos luminosos,

desconocidos para mi. Hizo algún cálculo y al ver la respuesta me dijo riendo:

- No, no... si te lo digo, no me creerías...

Llegó la noche y apareció una hermosa luna llena que iluminaba toda la

playa. Miré su rostro con atención. No podía tener más de ocho años, sin

embargo, era piloto de avión... ¿Tendría más años?... ¿No sería un enano?

- ¿Crees en los extraterrestres? – me preguntó sorpresivamente. Tardé un

buen rato en responder. Me observaba con unos ojos llenos de luz, parecía que

las estrellas de la noche se reflejaban en sus pupilas. Se veía demasiado bonito

para ser normal. Recordé el avión en llamas, su aparición, su calculadora con

signos extraños, su acento, su traje, además, era un niño, y los niños no

manejamos aviones...

- ¿Eres un extraterrestre? – pregunté con algo de temor.

- Y si lo fuera ... ¿Te daría miedo?

Fue entonces que supe que sí venía de otro mundo.

Me asusté un poco, pero su mirada estaba llena de bondad.

- ¿Eres malo? – pregunté tímidamente. El rió divertido.

- Tal vez tu eres más malito que yo...

- ¿Porqué?

- Porque eres terrícola

- ¿De verdad eres extraterrestre? AMI EL NIÑO DE LAS ESTRELLAS

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- No te asustes – me confortó sonriendo y señaló hacia las estrellas

mientras me decía: este universo está lleno de vida... millones y millones de

planetas están habitados... Hay mucha gente buena allá arriba

Sus palabras producían un extraño efecto en mi. Cuando él decía esas

cosas, yo podía “ver” esos millones de mundos habitados por gente buena. Se me

quitó el temor. Decidí aceptar sin sorprenderme que él era un ser de otro planeta.

Parecía amistoso e inofensivo

- ¿Por qué dices que los terrícolas somos malos? – pregunté. El continuó

mirando al cielo y dijo:

- Que hermoso se ve el firmamento desde la tierra... Esta atmósfera le

otorga un brillo... un color...

No me estaba respondiendo otra vez. Volví a sentirme molesto; además, no

me gusta que me crean malo, no lo soy, al revés: yo quería ser explorador cuando

fuera grande y cazar malos en los ratos libres...

- Allá, en las Pléyades, hay una civilización maravillosa...

- No todos somos malos aquí...

- Mira esa estrella... así era hace un millón de años... ya no existe...

- Dije que no todos somos malos aquí. ¿Porqué dijiste que todos los

terrícolas somos malos? ¿Ah?

- Yo no he dicho eso – respondió sin dejar de mirar el cielo, le brillaba la

mirada – Es un milagro...

- ¡Si lo dijiste!

Como levanté la voz, logré sacarlo de sus ensueños; estaba igual que una

prima mía cuando contempla la foto de su cantante preferido, está loquita por él.

Me miró con atención, no parecía molesto conmigo.

- Quise decir que los terrícolas suelen ser menos buenos que los habitantes

de otros mundos del espacio.

- ¿Ves? Estás diciendo que somos los más malos del universo.

Volvió a reír y me acarició el pelo.

- Tampoco quise decir eso. AMI EL NIÑO DE LAS ESTRELLAS

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Aquello me gustó menos aún. Retiré la cabeza, me molesta que me miren

como a un tonto, porque soy uno de los primeros de mi clase, además, iba a

cumplir diez años.

- Si este planeta es tan malo, ¿Qué haces aquí?

- ¿Te has fijado como refleja la luna en el mar?

Continuaba ignorándome y cambiando el tema.

- ¿Viniste a decirme que me fije en el reflejo de la luna?

- Tal vez... ¿te diste cuenta que

...

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