Autobiografia

Aranza Barradas

Nací el 30 de septiembre de 1997 a las 10:33 pm en el Instituto Mexicano del Seguro Social en Xalapa Veracruz México. Mis padres son Salvador García y Patricia Barradas Hernández.

Mis padres se conocieron desde muy temprana edad ya que, eran vecinos. En un día muy lluvioso, la casa de mi madre se inundó y mi papá ayudó junto con otros vecinos a limpiar y salvar algunos objetos importantes, desde entonces a mi mamá le cayó bien. Se hicieron novios cuando eran adolescentes, mi madre dice que mi padre era todo un galán y mi padre que simplemente fue amor. Mis padres se casaron a los 21 años el 3 de abril por el civil y el 4 de abril por la iglesia.

Mi madre tuvo a mi hermano a sus 22 años, el 3 de noviembre de 1987 un nuevo ser se integró a la familia, lo llamaron David de Jesús, era todo un loquillo. Mamá dijo que fue el más travieso y pícaro; pasaron 3 años para que mis padres tuvieran otro bebé, el 19 de agosto de 1990 nació una bebé morenita y pelona de ojos expresivos, la llamaron Thalía Guadalupe, ambos con nombres de santos. Mi madre dice que mi hermana es la más independiente, aprendió a hablar y caminar antes que mi hermano. Era la adoración de mi papá, mi hermano era la adoración de mi mamá. Mis padres sólo tenían planeado tener dos hijos, pero, ¡oh sorpresa!

Mi madre, en una tarde de Marzo se sentía muy mal y fue a visitar al doctor, él sólo le dijo que era una infección estomacal, y vaya infección. Mi madre no muy convencida regreso a casa haciendo caso a las indicaciones del médico. A los cuantos días visitó a un doctor vecino amigo de la familia, éste le hizo una serie de preguntas y con una sonrisa pícara le dijo:

“No mujer, tú no tienes ninguna infección estomacal, tú tienes un bebé”.

Mi madres se sorprendió tanto que casi se desmaya, le dijo que se fuera a hacer unos estudios para afirmar lo que él estaba diciendo, y como fue. Mi mamá estaba embarazada. A mi padre le tomó de sorpresa, pero con una sonrisa dijo que por algo Diosito me había mandado.

Mi madre siempre que me relata la historia de mi nacimiento siempre me dice:

“¿Sabes?, tú no fuiste un bebé planeado, pero fuiste un bebé muy querido y esperado”

Siempre que escucho eso me llena de emoción y ansío que me cuente una y otra vez, la historia de cómo nace un “Bebé Sinclair”.

Nací en el IMSS en tan solo 30 min. ¡Es un récord! Les gané a mis hermanos en eso. Mi hermano ya no quería hermanos, a menos de que fuera un niño, decía que las niñas solo lloraban, pero cuando me vio cambió de idea, mi madre me repite este parlamento y me causa mucha gracia:

-Oye, ya nació el bebé, pero, ¿adivina qué?, fue niña ¿la regresamos?

Mi hermano se asomó y dijo:

-No mami, está muy bonita, nos la quedamos.

Desde mi infancia hasta la actualidad residuo en un fraccionamiento llamado “Pastoresa”. Es un lugar hermoso, lleno de área verde y casas hermosas.

Aprendí a caminar a los 11 meses de edad y hablé casi perfectamente al año y medio. A mi hermana casi no le caía bien, ya que creía que le iba el lugar de la preferida de papá, después me aceptó y ahora somos muy unidas. Mi hermano me quiso desde peque, pero con el paso del tiempo y la adolescencia nos alejamos mucho, hoy en día no pasa ni una media hora sin que discutamos.

Mi infancia no fue tan normal, no contaba con esos amigos de infancia que se tienen para jugar a las escondidillas o a las atrapadas, no había chicos de mi edad, siempre jugaba sola, en los veranos era cuando convivía con un chico, fue mi mejor amigo. Se llama Michelle, es más grande que yo por dos años. Justamente cuando yo tenía dos años lo conocí, es el sobrino de una vecina u me cayó súper bien, tenía una apariencia bastante cómica, de una estatura baja, moreno y una sonrisa nerviosa, todo un personaje. Pasábamos todas las tardes de verano y vacaciones juntos, éramos muy buenos amigos.

Igualmente a mis dos años, una tarde de enero me ocurrió un accidente que hasta ahora ha sido el más grave. Mi hermana me iba a dar una baño, pero salió del cuarto de baño por unas cosas y yo salí corriendo del baño, con los pies mojados, me subí en una lata de pintura vacía y me comencé a mecer sobre ella con ayuda del marco de la ventana de mi cuarto, al tener los pies mojados resbalé y al quererme levantan me sujeté de la lata abierta y con el filo de los bordes me abrí mi dedo medio. Tan profunda fue mi herida que mi madre decía que se lograba ver mi hueso. Estaba sumamente asustada y al ver tanta sangre comencé a llorar y me tallé los ojos, tenía sangre en la frente, en las piernas y en mis manos, obviamente.

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