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COMPARACIÓN ENTRE LA POESÍA DE GARCILASO Y GÓNGORA.


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2016  •  Ensayos  •  991 Palabras (4 Páginas)  •  7.169 Visitas

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                                                                         Rodrigo Silva  IFD Tacuarembó.

COMPARACIÓN ENTRE LA POESÍA DE GARCILASO Y GÓNGORA.

Los sonetos de Garcilaso y Góngora, exponentes del Renacimiento y el Barroco literario respectivamente, presentan algunas similitudes entre sí.

La estructura externa de los dos poemas es la de un soneto clásico: catorce versos endecasílabos, agrupados en dos cuartetos y dos tercetos encadenados con rima consonante ABBA ABBA en los cuartetos iniciales, pero en los dos tercetos finales se marca una diferencia: mientras que en el soneto de Garcilaso la rima de estos es CDE DCE, en el de Góngora la rima es CDC DCD; es decir, los tercetos de Garcilaso constan de tres rimas, mientras que los de Góngora presentan dos rimas. Debido a esta pequeña diferencia en la métrica, la apariencia es la de que la obra de Garcilaso parece más compleja formalmente. Sin embargo, se trata de una impresión equívoca, pues el análisis de los versos de Góngora refleja que éste utiliza un lenguaje poético muy elaborado, culto y selecto, alejado del que utiliza el poeta renacentista, lo que determina finalmente el que sus versos sean más complejos para el lector.

En cuanto a la estructura interna, observamos que en los cuartetos de ambos poemas (eminentemente descriptivos) aparece la figura de una dama. En el caso de Garcilaso, la mujer es presentada en forma armónica y ordenada: describe su cara, sus ojos, su cabello, su cuello, en este orden. La imagen es ofrecida al lector con un movimiento sutil y elegante, como si el yo lírico la viera de frente y luego viera su espalda, como si la dama estuviera pasando frente al autor. Esta armonía, equilibrio y orden en la descripción resulta representativo del Renacimiento. En cambio, Góngora describe siguiendo una visión de la figura humana más estática, adoptando una línea lógica que parte desde arriba y va descendiendo (cabello-frente-labios-cuello).
En los tercetos finales, que cumplen una función narrativa, de los dos sonetos, queda implícito el tema que les es común: el Carpe diem. En ellos, se insta a la mujer sobre la que gira cada poema a disfrutar de su juventud mientras dure. Aquí también se puede apreciar una diferencia entre los sonetos, que radica en la forma en que el tópico se desarrolla, y es que Garcilaso lo presenta en el primer terceto, de principio a fin, aunque luego continúe en el segundo, mientras que Góngora lo comienza a enunciar en el primer terceto y lo finaliza en el segundo terceto.

Ambos poetas presentan a una joven de rasgos muy similares, y, de hecho, coinciden en tres elementos respecto al canon de belleza:
Asocian el pelo rubio con el oro, pero de forma distinta, pues si Garcilaso hace referencia a un cabello dorado, escogido en la vena del oro, Góngora describe un pelo aún más rubio, casi blanco (“oro bruñido al sol”), un cabello que ha sido decolorado intencionadamente.
La piel es comparada con las flores: Garcilaso la describe como la rosa y la azucena, blanca y al mismo tiempo sonrosada; Góngora exalta la palidez, la blancura conseguida gracias al maquillaje.
Para los dos poetas, la belleza ideal de la que hablan tiene un cuello blanco, largo y erguido.
En estas descripciones de la mujer, se dejan reflejar la época en que vivió cada autor: de un lado está la belleza natural que marca el canon estético del Renacimiento; del otro, lo artificial de las representaciones artísticas del Barroco.
Sin embargo, a pesar de las coincidencias tanto temáticas como formales de los dos poemas, resulta llamativo un elemento diferenciador en la relevancia que Garcilaso y Góngora dan a detalles de las figuras que describen, y que, nuevamente, denotan la fidelidad con la que tanto uno como otro se sujetan a los cánones que marcaban la belleza de sus respectivas épocas: Garcilaso concede una gran importancia a la mirada en su descripción (v); en cambio, para Góngora , resultaban mucho más llamativo los labios(v). Garcilaso hace uso de la antítesis para describir la mirada de la dama: “ardiente y honesta” que “con clara luz la tempestad serena”; es decir, se trata de una mirada apasionada, intensa e inocente al mismo tiempo, pues la mirada simboliza el equilibrio, la naturalidad. Góngora a su vez, evoca unos labios rojos, a los que “siguen más ojos que al clavel temprano”. Son un rasgo llamativo para el autor, pues en su visión, los labios mandan un mensaje más directo y evidente.

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