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Colombia Amarga


Enviado por   •  10 de Septiembre de 2014  •  2.604 Palabras (11 Páginas)  •  295 Visitas

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Colombia amarga.

Germán Castro Caycedo.

1976

Periodista y escritor nacido en zipaquirá, el 3 de marzo de 1940. Es uno de los actores de no ficción más leído de Hispanoamérica, sus obras tocan: la violencia, el narcotráfico, la corrupción, la inmigración contando historias desconocidas en sitios olvidados del país.

Bachiller del Gimnasio Germán Peña de Bogotá, Germán Caycedo curso un año de antropología en la Universidad Nacional de Bogotá. En 1962 fue nombrado corresponsal taurino de la revista de Madrid. En 1966 fue redactor de mi mami diario de La República de Bogotá. En 1967 ingreso al periodismo El Tiempo como redactor, y allí permaneció durante diez años, sobresalió como reportero y cronista. En 1976 se vinculo a la programadora de televisión R.T.I, donde dirigió durante 16 años el programa Enviado Especial, primer espacio periodístico de la televisión colombiana en sacar las cámaras de los estudios para realizar un periodismo de profundidad y denuncia, razón por la cual llego a ocupar el primer lugar dentro de su género en la televisión nacional. En este momento Germán Castro Caycedo tiene 74 años.

A finales de la década, comenzó a interesarse por la realidad de las zonas más apartadas de Colombia y decidió iniciar investigaciones de campo hechos destacables. Como resultado de la misma publico su primer libro, Colombia amarga, que tuvo un éxito inmediato. A raíz de la masificación de su obra, continúa allanando el género de la crónica periodística que lo lleva a las zonas más remotas de la geografía, consiguiendo de ese modo historias que rayan con la ficción, pero totalmente documentadas. Posteriormente comenzó a dirigir el programa de televisión enviado especial durante veinte años, en los cuales denoto si inconfundible estilo periodístico independiente y su infatigable criterio investigativo.

CONTEXTUALIZACION.

Nos muestra la Colombia de hace algunas décadas, una época en la que las rivalidades entre liberales y conservadores llegaron a tener una magnitud impresionante, logrando que muchas personas no pudieran salir de sus casas, convirtiendo el hecho de buscar alimentos para sus familias en un riesgo de muerte. Y viviendo con el miedo constante de perder su vida, llegando a tal punto en el que en nombre de la política, las calles se llenaron de sangre y de sufrimiento en un país que se desangraba por sí mismo, con homicidios llenos de impunidad, pueblos completos divididos por barreras invisibles, y muertes marcadas por dos colores, azul y rojo.

Tal violencia se manifiesta a través de disputas políticas, del dominio descarado de las tierras campesinas, de un odio indiscriminado hacia los indígenas, del afán de las multinacionales por expandir su campo de acción y explotar todo recurso vital, del narcotráfico, de la corrupción administrativa, del abandono estatal y el olvido de regiones recónditas.

Todo esto encrudece el drama de miles de personas colombianas, que al verse y sentirse desprotegidos por el Estado, abandonan sus tierras en busca de una mejor vida en otros sitios, principalmente en las ciudades optando por vías nada fáciles y muchas veces ilegales, haciendo ver el problema del desplazamiento como un circulo vicioso que no tiene aparente solución. La violencia en Colombia ha sido acentuada con mayor fuerza desde aquella época en que fue asesinado uno de los caudillos más grandes del país. Jorge Eliecer Gaitán y, desde entonces, no ha dejado de ser parte de nuestra cotidianidad. Vemos como Germán Castro Caycedo experimentó esos rasgos de violencia en su constante transitar por el país.

Un par de pueblos en Risaralda – La Celia y Balboa-, en los años setentas, aun se mataban entre ellos por la disputa ideológica de liberales y conservadores. Ninguno de los dos bandos reparo por la vida del otro, y ninguno vacilo a la hora de eliminar a su rival. La lucha “política” resulto muy absurda, concretamente por el hecho de pelear por los intereses de unos pocos, aquellos que ostentaban el poder, y que podían sacrificar las vidas de otros con tal de conservar el poder.

Es triste ver como se disperso sin una razón coherente, pues los partidarios de estos grupos políticos defendieron tan solo un par de colores, desconociendo la ideología de los mismos. En Caicedonia, en el Valle del Cauca, también alrededor de 1970, se luchaba en una guerra entre liberales y conservadores. Las tierras de este pueblo son ricas e ideales para el cultivo de café, sin embargo, la violencia no permitió que la región prosperar en paz, pues los líderes de los partidos políticos ya mencionados, se disputaron estas tierras, buscando llenar sus necesidades, mientras los campesinos permanecían allí explotados, ignorantes e impotentes para ejercer alguna resistencia.

El Genocidio Sigue, es el título de otra de estas crónicas sobre la violencia. En San José del Guaviare, en donde miles de hectáreas de selva han desaparecido para que el colono pueda civilizar el lugar, la población tiene el espejismo de ser una zona próspera por la producción de arroz. La gente que vive en la región, proviene de diversas partes de Colombia, y llegaron allí en busca de trabajo. En efecto, consiguieron trabajo como cultivadores de arroz, pero al tratar de vender sus cosechas, los intermediarios y especuladores acechaban sus mercancías para ofrecerles y pagarles sumas miserables, mientras éstos las revendían a cifras muy superiores a las agencias oficiales.

Charlatanes provenientes de los Estados Unidos vienen a agravar las situaciones con el cuento del diezmo y de la biblia, esclavizando a el campesino. Misioneros adventistas, iglesias de Cristo, la Pentecostal Unida, entre otras, buscaron, en medio de la ya dramática situación, sumar adeptos a sus filas, prometiendo la solución total a sus problemas. AL ilusionarse con el mágico incremento de las cosechas, curas a enfermedades, y la solución de otros problemas que los afligían, los campesinos accedían a entregar sus diezmos, creyendo asegurar la salvación de sus almas, mientras sus vidas corrían precarias en medio de las malas inversiones estatales.

“la matanza de la rubiera” es otra muestra de la crudeza con que la violencia ha impregnado en la conciencia colombiana. Seis campesinos de Arauca, cerca de la frontera Venezolana, alimentados por un odio ancestral, históricamente irracional, y en la línea del mestizo se encuentra arraigada la idea de que el indígena es un ser malvado por naturaleza y posee intenciones perversas

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