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Descripción general del poema La Ilíada

llKINGllEnsayo4 de Marzo de 2012

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Damos inicio a este ensayo exponiendo algunas de las virtudes heroicas como lo son: la valentía, el cumplimiento de la palabra empeñada, la ayuda mutua entre los guerreros, el hablar en el ágora con la verdad, la estrategia guerrera, el arrojo de los caudillos, la fe religiosa en las divinidades olímpicas, entre otras. Sin embargo, serán la valentía, el buen ejemplo y el sabio consejo, en suma, la virtud, lo que más resalta, según nuestro parecer, dentro del poema épico de la Ilíada. Asimismo, la Ilíada tiene un carácter formativo en la educación desde que los jóvenes griegos de la antigüedad la leían, creemos nosotros que con un objetivo principal, a la par que se les enseñaba estas virtudes de todo guerrero que se preciara de tal, también se les dejaba un mensaje: la vida del héroe es corta y también mortal; lo cual comporta una serie de valores referentes a los honores debidos a los dioses y los honores debidos a los difuntos. Recordemos que mientras la Ilíada ocupa un período de diez años hasta que los aqueos toman la ciudad de Troya, la Odisea narra la vuelta de Troya del héroe Odiseo, que también durará diez años y constituye el gran viaje del hombre.

Creo que sigue habiendo dos corrientes sobre la autoría o no de Homero de estos grandes poemas de nuestra historia occidental. Unos que propugnan la autoría única y personal encarnada en el poeta Homero y otros no menos numerosos y respetables que creen en una tradición oral que fue alimentándose de generación en generación y que se fue nutriendo de varios aedos, y no solamente de Homero.

La Ilíada nos cuenta a través de variadas imágenes poéticas las vicisitudes del ejército aqueo en pos de la acometida y la toma de Troya. Se piensa que este poema célebre es de la juventud de Homero mientras que el de la Odisea pertenece a la vejez. No solamente hallamos guerra y sangre en la Ilíada sino también una graciosa lucha entre los dioses, que traban combate unos a favor de los aqueos y los otros a favor de los teucros o troyanos. El tema de la muerte deshonrosa era tema muy común entonces, y lo sigue siendo hoy en día en nuestras guerras de fin de mundo. Esta clase de muerte es deshonrosa no sólo para el guerrero sino para su mujer y sus hijos. Así nosotros vemos en la Ilíada el cadáver del guerrero profanado, mutilado y ultrajado. O simplemente despojado como lo fue Patroclo a manos de Héctor por la intervención de Apolo, el que hiere de lejos, así como de innúmeros combatientes aqueos y troyanos.

El argumento de la Ilíada se basa en la hybris de Agamenón, que luego éste reconocerá por el nombre de ate, una suerte de locura temporal que se adueña de su mente por unos breves momentos pero que desencadena una de las expediciones más famosas que hasta hoy hayan llegado a nuestros oídos. Otro suceso para mencionarlo es la acción constante y repetida de los dioses del Olimpo al infundirles valor, audacia y coraje a los combatientes sean aqueos o troyanos, pues unos dioses defienden y toman partido por éstos o aquéllos. Tal es el caso de Hera, Atenea, Poseidón y Hefesto por los aqueos mientras que Apolo, Afrodita y Artemisa lo hacen por los troyanos, sin mencionar al iracundo Ares.

A la par que los guerreros van cayendo unos seguidos de los otros, el alma se separa de su cuerpo y viaja descendiendo a la mansión de Hades por la acción vengadora de algún héroe amigo, debido a que tengan un ancestro en común, sus padres hayan sido amigos, o se hayan dispensado los dones de la hospitalidad. Nos referimos a la salida o aparición de un héroe vengador en defensa del guerrero amigo.

Otro tema en la Ilíada es cuando un guerrero suplica a otro por su vida en la cruel batalla, dos de tres veces la pierde, ya que el héroe no se apiada de su rival y como son tiempos duros la vida no se le respeta, aunque la Iliada es una defensa de los valores heroicos incluso entre dos bandos que se odian a muerte. Hay una escena en que un aqueo y un troyano se perdonan la vida sólo porque sus abuelos se habían dado la hospitalidad. Incluso hacen cierto intercambio simbólico de objetos, como una espada o una daga. Lo cual dice mucho del concepto tan alto de la virtud que manejaba Homero y de lo cual él mismo estaba consciente. Al punto que unas tres veces dice en boca de algún dios que su obra iba a ser recordada y cantada por la posteridad.

También hacemos mención de la petición que Héctor hace a Aquiles, de modo que si lo matara no ultrajara su cadáver, pero Aquiles se deja llevar por la ira causada a su vez por la muerte de Patroclo y juró que no probaría bocado ni saciaría la sed hasta que él mismo le quitara la vida al matador de su querido amigo. Es una suerte de juramento casi sagrado y se repetirá también en la historia de quienes querían asesinar al Apóstol San Pablo en el Nuevo Testamento.

Digamos que un motor en la acción de la Ilíada es el homicidio y la venganza constante. Cada muerte de un guerrero representa como una ilación o un tejido de uno mayor que es propiamente el poema épico en sí. De tal suerte que la muerte de Patroclo es el acicate que impulsa el renunciamiento a la cólera de Aquiles. Pero tal renuncia es solamente un motivo para desencadenar el fin del poema y aunque es el término de la cólera inicial de Aquiles contra Agamenón, luego el primero se llena y consume en furor bélico, que instigado por Atenea acaba rápidamente con Héctor, el más valiente y querido de los héroes troyanos.

Así el cadáver de Héctor será ultrajado por todos los aqueos y especialmente por Aquiles, después que Héctor despojara a Patroclo una vez que le ha dado el golpe final que lo precipita al Hades. Le ocurre del mismo modo la muerte, al ser profanado su cuerpo de la manera más afrentosa, lo cual incluye la mutilación de los tendones de las piernas, poniendo en su reemplazo dos correas, las cuales serían atadas a un carro para que éste saliera a dar una vuelta con el cadáver de Héctor a través de la llanura de Troya, donde combatían ambos grupos de contrincantes.

Héctor se hace de la armadura de Aquiles. Por esto tanta es la ira de Aquiles, que no solamente es Héctor el que mata a su mejor amigo, Patroclo, sino que es como si él mismo hubiera sido muerto por Héctor. Recordemos que Patroclo Menetíada es un enviado de Aquiles a la batalla y, al principio, antes de reconocerlo, todos los troyanos quieren acometerlo y verlo muerto pues es confundido con Aquiles por la armadura que éste le había prestado a su escudero, el hijo de Menetio.

En cuanto a Patroclo, éste es objeto de una lucha enconada y feroz entre guerreros de ambos lados. Mientras los aqueos lo asían para llevarlo hasta las naves a orillas del mar, los troyanos lo halaban para llevárselo hasta la ciudad donde recibiría un trato denigrante y de profanación. Su cadáver se lo iban a dar a los perros de Troya, con el objeto de saciar la sed de venganza, que no se aplacaría hasta ver el cadáver mancillado.

Para ilustrar esto mejor, leamos las palabras de un aqueo al respecto: “Antes la negra tierra se nos trague a todos; que preferible fuera, si hemos de permitir a los troyanos, domadores de caballos, que arrastren el cadáver a la ciudad y alcancen gloria.” (Homero. Ilíada. Bogotá: Panamericana, 2005. Pág. 367). Ahora, sobre el horror que suponía el ultraje del cadáver de Patroclo veamos unas palabras de Atenea, tomando ella la figura de Fénix: “Sería para ti, oh Menelao, motivo de vergüenza y de oprobio que los veloces perros despedazaran cerca del muro de Troya el cadáver de quien fue compañero fiel del ilustre Aquiles.” (Op. Cit. Canto XVII).

Los troyanos encabezados por Héctor tenían entre sus planes violar lo dispuesto con los cadáveres, que así como vimos en la parte anterior de este trabajo, se les debe honrar sea con el sepulcro o en este caso con la pira funeraria, permitiendo que los allegados del difunto lo preparen, lo lloren y lo prendan en fuego. Así, Hera, enviando a una diosa mensajera, incita a la acción al héroe Aquiles para defender el cadáver de Patroclo a la vez que lo previene de lo que quiere emprender Héctor. Así le dice:

"¡Levántate, Pelida, el más portentoso de los hombres! Ve a defender a Patroclo, por cuyo cuerpo se ha trabado un duro combate cerca de las naves. Mátanse allí, los aqueos defendiendo el cadáver, y los teucros acometiendo con el fin de arrastrarlo a la ventosa Ilión. Y el que tiene más empeño en llevárselo es el esclarecido Héctor, porque su ánimo le incita a cortarle la cabeza del tierno cuello para clavarla en una estaca. Levántate, no yazgas más; avergüéncese tu corazón de que Patroclo llegue a ser juguete de los perros troyanos, pues será para ti motivo de afrenta que el cadáver reciba algún ultraje." (Op. Cit. Canto XVIII)

Debemos pensar en que los intentos de los troyanos por ultrajar el cadáver son los que provocan en Aquiles los deseos de portarse de igual forma con Héctor, lo que se realizará en la práctica, ya casi al final del poema. Solamente será la intervención divina la que logre aplacar la ira irrefrenable de Aquiles. En primer lugar tenemos la muerte de Patroclo, la cual saca de las naves a Aquiles para deponer su cólera hacia Agamenón. Luego una diosa, su madre Tetis, se encargará de rociar néctar rojo sobre el cadáver del amigo para alejar

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