ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

EL PRINCIPITO


Enviado por   •  11 de Marzo de 2014  •  1.430 Palabras (6 Páginas)  •  256 Visitas

Página 1 de 6

Antoine De Saint Exupéry

Antoine De Saint Exupéry Antoine de Saint-Exupéry, el autor de El Principito, fue un aviador y literato francés

que sólo vivió 44 años. Nació en Lyon, en 1900 y falleció en 1944. En realidad, nunca se supo que ocurrió con

él. Saint-Exupéry desapareció para siempre en una misión de reconocimiento, cuando sobrevolaba la Francia

ocupada por los nazis, durante la Segunda Guerra Mundial.

Entre sus novelas sobresalen Vuelo Nocturno y El Correo del Sur. Pero su obra más famosa y por la que ha

trascendido es el principito, un cuento largo en formato de libro.

En el prncipito se encuentran algunos valores humanos como: solidaridad, bondad, entere

obre la selva virgen que se

titulaba "Historias vividas", una magnífica lámina. Representaba una

serpiente boa que se tragaba a una fiera. Esta es la copia del dibujo.

En el libro se afirmaba: "La serpiente boa se traga su presa entera,

sin masticarla. Luego ya no puede moverse y duerme durante los

seis meses que dura su digestión".

Reflexioné mucho en ese momento sobre las aventuras de la jungla

y a mi vez logré trazar con un lápiz de colores mi primer dibujo. Mi

dibujo número 1 era de esta manera:

Enseñé mi obra de arte a las personas mayores y les pregunté si mi

dibujo les daba miedo.

-¿por qué habría de asustar un sombrero? - me respondieron.

Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente

boa que digiere un elefante. Dibujé entonces el interior de la

serpiente boa a fin de que las personas mayores pudieran

comprender. Siempre estas personas tienen necesidad de

explicaciones. Mi dibujo número 2 era así:

Las personas mayores me aconsejaron abandonar el dibujo de serpientes boas, ya fueran abiertas o cerradas, y

poner más interés en la geografía, la historia, el cálculo y la gramática. De esta manera a la edad de seis años

abandoné una magnífica carrera de pintor. Había quedado desilusionado por el fracaso de mis di

blar verdaderamente, hasta cuando

hace seis años tuve una avería en el desierto de Sahara. Algo se había

estropeado en el motor. Como no llevaba conmigo ni mecánico ni pasajero

alguno, me dispuse a realizar, yo solo, una reparación difícil. Era para mí una

cuestión de vida o muerte, pues apenas tenía agua de beber para ocho días.

La primera noche me dormí sobre la arena, a unas mil millas de distancia del

lugar habitado más próximo. Estaba más aislado que un náufrago en una

balsa en medio del océano. Imagínense, pues, mi sorpresa cuando al

amanecer me despertó una extraña vocecita que decía:

- ¡Por favor... píntame un cordero!

-¿Eh?

-¡Píntame un cordero!

Me puse en pie de un salto como herido por el rayo.

Me froté los ojos. Miré a mi alrededor. Vi a un

extraordinario muchachito que me miraba gravemente.

Ahí tienen el mejor retrato que más tarde logré hacer

de él, aunque mi dibujo, ciertamente es menos

encantador que el modelo. Pero no es mía la culpa.

Las personas mayores me desanimaron de mi carrera

de pintor a la edad de seis años y no había aprendido

a dibujar otra cosa que boas cerradas y boas abiertas.

Miré, pues, aquella aparición con los ojos redondos de

admiración. No hay que olvidar que me encontraba a

unas mil millas de distancia del lugar habitado más

próximo. Y ahora bien, el muchachito no me parecía ni

perdido, ni muerto de cansancio, de hambre, de sed o

de miedo. No tenía en absoluto la apariencia de un

niño perdido en el desierto, a mil millas de distancia

del lugar habitado más próximo. Cuando logré, por fin,

articular palabra, le dije:

- Pero… ¿qué haces tú por aquí?

Y él respondió entonces, suavemente, como algo muy

importante:

-¡Por favor… píntame un cordero!

Cuando el misterio es demasiado impresionante, es

imposible desobedecer. Por absurdo que aquello me

pareciera, a mil millas de distancia de todo lugar

habitado y en peligro de muerte, saqué de mi bolsillo

una hoja de papel y una pluma fuente. Recordé que yo

había estudiado especialmente geografía, historia,

cálculo y gramática y le dije al muchachito (ya un poco

malhumorado), que no sabía dibujar.

- No importa - me respondió-, píntame un cordero!

Como nunca había dibujado un cordero, rehíce para él

uno de los dos únicos dibujos que yo

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (9.3 Kb)  
Leer 5 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com