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EL REY LEAR LEAR. Rey de Britania

Oscar EduardoResumen6 de Febrero de 2017

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EL REY LEAR

LEAR. Rey de Britania.

EL REY DE FRANCIA.

EL DUQUE DE BORGOÑA.

EL DUQUE DE ALBANIA.

EL DUQUE DE CORNUALLES.

EL CONDE DE KENT.

EL CONDE DE GLÓSTER.

EDGARDO. Hijo de Glóster.

EDMUNDO. Hijo bastardo de Glóster.

CURANIO. Cortesano.

UN VIEJO. Pechero de Glóster.

UN MÉDICO.

UN BUFÓN.

USVALDO. Servidor de Gonerila.

UN CAPITÁN a las órdenes de Edmundo.

UN NOBLE al servipo de Cordelia.

UN HERALDO.

CRIADOS del Duque de Cornualles.

GONERILA, REGANIA y CORDELIA. Hijas del rey Lear.

Caballeros del séquito del rey Lear, Capitanes, Mensajeros, Soldados y Servidores.

CONDE DE KENT:Creía yo que el Rey estimaba en más al Duque de Albania que al de Cornualles.

CONDE DE GLÓSTER:Así nos pareció siempre a todos; pero ahora, al repartir su reino, nadie advertirá preferencia; las particiones son tan equivalentes, que la mayor suspicacia no sabría escoger entre una y otra.

COONDE DE KENT:(Señalando a Edmundo) ¿No es hijo tuyo, señor?

CONDE DE GLÓSTER:A mi cargo tuve su crianza, y tantas veces me he sonrojado al declarar el parentesco, que ya tengo curtido el rostro.

CONDE DE KENT:¡No puedo concebirlo...!

CONDE DE GLÓSTER:La madre de este mozo sí pudo, de Donde se le originó cierta redondez de su vientre y el hallarse con un hijo en la cuna antes que con un marido en el tálamo. Me dirás que todo ello trasciende a pecaminoso.

CONDE DE KENT:No quisiera yo que hubieras dejado de caer en pecadillo que dio tan buen fruto.

CONDE DE GLÓSTER:Tengo también un hijo legítimo, algo mayor que éste, pero no más querido. Aunque este bribón se entró por el mundo con tal descortesía, sin ser llamado de nadie; su madre era muy bella, hubo muy gustoso esparcimiento en su hechura y el hijo de puta debió ser reconocido. ¿Conocías a este noble caballero, Edmundo?

EDMUNDO:No, señor.

CONDE DE GLÓSTER:El Conde de Kent. Desde hoy tenlo presente como amigo por mí venerado.

EDMUNDO:Dispón de mí siempre, señor.

CONDE DE KENT:Te ofrezco mi amistad, que ha de estrecharse con el trato.

EDMUNDO:Procuraré merecerla, señor.

CONDE DE GLÓSTER:Ha estado ausente durante nueve años y no tardará en ausentarse de nuevo. El Rey llega. (Trompetas dentro. Entran el Rey Lear, los Duques de Cornualles y de Albania, Gonerila, Regania, Cordelia y acompañamiento).

REY LEAR:Atiende a los señores de Francia y de Borgoña, Glóster.

CONDE DE GLÓSTER:Así lo haré, señor. (Salen Glóster y Edmundo).

REY LEAR:Quiero manifestarles mis designios, secretos hasta hoy. Denme aquel mapa. Sepan que he dividido mi reino en tres partes. Quiero descargar mi vejez de los desvelos y atenciones del mando, que confiaré a más juveniles fuerzas, para encaminarme así, aliviado de tan gran pesadumbre, hacia la sepultura. Nuestro hijo el de Cornualles y tú, no menos amado hijo, el de Albania; con firme voluntad he decidido la pública donación del dote de mis hijas para prevenir cualquier contienda en lo futuro. Los Príncipes de Francia y de Borgoña, rivales en pretender a mi hija menor, por largo tiempo hicieron en nuestra Corte, amorosa estancia, y hoy también han de hallar respuesta. Ahora, hijas mías, al abdicar la soberanía de mi reino con los productos de sus tierras, señorío de sus Estados, ¿de cuál de ustedes podré decir que es mayor el cariño, para que mi donación con mayor largueza llegue en el premio a donde el cariño en merecimiento? Gonerila, mi primogénita, habla tú primero.

GONERILA:Señor: yo te amo como no sabrían expresar mis palabras, más que a los goces todos de la vista, del espacio y de la libertad, sobre lo más precioso, rico y raro. Tanto como a la vida adornada de gracia, de salud, de hermosura y nobleza; como jamás un hijo amó a padre alguno, con amor al que es corto todo aliento, toda palabra insuficiente; y cuando digas es demasiado, aun irá más allá mi cariño.

CORDELIA:(Aparte) ¿Qué hará Cordelia? Amar calladamente.

REY LEAR:De cuanto abarcan estos límites, desde esta línea a esta otra, con sus bosques umbrosos, fértiles campiñas, caudalosos ríos y dilatadas praderas, serás tú la señora. Tuyo a perpetuidad y de tu descendencia en el de Albania. ¿Qué dice nuestra segunda hija, Regania, esposa del de Cornualles?

REGANIA:Yo, señor, fui labrada del mismo metal que mi hermana y en su valor me estimo. La verdad de mi corazón halló en sus palabras la expresión verdadera de mis sentimientos; pero aun fueron mezquinas, que para mí son aborrecibles los goces todos que la vida pueda ofrecerme, y no sé de otra felicidad que tu cariño.

CORDELIA:(Aparte) ¡Pobre Cordelia! Mas no, yo sé que mi corazón vale más que mis palabras.

REY LEAR:A ti Y a tus herederos por siempre pertenezca este amplio tercio de mi hermoso reino, tan extenso, valioso y fértil como lo conferido a Gonerila. Ahora tú, mi alegría, aunque menor no menos, cuyas primicias de amor se disputan competidores, los viñedos de Francia, los prados de Borgoña, ¿qué me dirás para lograr más rica parte que la de tus hermanas?

CORDELIA:Nada, señor.

REY LEAR:¿Nada?

CORDELIA:Nada.

REY LEAR
Nada, señal es de nada. ¿Qué dices?

CORDELIA:Por mi desdicha no sé asomar el corazón a la boca. Mi amor a su Majestad es el que debe ser, ni más ni menos.

REY LEAR:¿Qué dices, Cordelia? Ten cuidado con tus palabras, que pudieran anegar tu dicha.

CORDELIA:Bondadoso señor: me diste vida, subsistencia y cariño; correspondo a cuanto te debo como es justo; te obedezco, te amo y te honro sobremanera. ¿Por qué tienen mis hermanas marido si te amaban sobre todo en el mundo? Ciertamente, cuando yo me case, el dueño que reciba mi mano en prenda de mi fe, llevará con ella la mitad de mi corazón, la mitad de mis obligaciones y de mis deberes. Nunca me casaría yo como mis hermanas si amara a mi padre más que a nadie en el mundo.

REY LEAR:Pero ¿siente tu corazón lo que dice?

CORDELIA:Sin duda, padre mío.

REY LEAR:¡Tan joven y tan desalmada!

CORDELIA:Tan joven y tan verdadera.

REY LEAR:Bien está; sea la verdad tu dote, pues, por los divinos resplandores del sol, por los misterios de Hécate y de la noche, por el girar de los astros que rigen nuestros destinos desde el nacimiento hasta la muerte, desde ahora reniego de toda paternal obligación contigo. Rotos quedan los vínculos de la sangre, y como extraña a mi corazón y en mi vida abomino de ti por siempre. El bárbaro escita y el que despedaza a sus hijos para devorarlos, antes hallarán acogida y piedad en mi regazo que tú la que fue mi hija!

CONDE DE KENT:¡Oh, Rey bueno!

REY LEAR:Silencio, Kent. No te interpongas entre el dragón y su presa. Era la más querida; en su cariño esperaba el descanso de mi vejez. ¡Aléjate de aquí! Evita mi presencia. ¡No hallen reposo mis huesos en la tumba si no pudiera arrancarte de mi corazón! Llamen al de Francia. ¿No irá nadie? Llamen al de Borgoña. El de Cornualles y el de Albania, colmen el dote de mis dos hijas con esta tercera parte. Ella puede casarse con su orgullo, al que llama sinceridad. Investidos quedan de la soberanía con todas las preemiencias y atribuciones pertinentes a la realeza. Con debida alternación viviré durante un mes con cada uno de ustedes, obligándolos a sustentar cien nobles a mi servicio. Sólo el título real me reservo con todos sus honores. Cargas, tributos y demás emolumentos, todo es suyo. Quede confirmado con partir entre los dos esta corona.

CONDE DE KENT:Rey Lear: te he respetado como a un rey, te he amado como a un padre, te he obedecido como a un amo y hasta llegué a invocarte en mis plegarias como a un dios protector ...

REY LEAR:¡La ballesta vibra, no afrontes sus dardos!

CONDE DE KENT:Dispáralos todos, aunque vengan a clavarse en mi corazóN. Falte Kent al respeto cuando a Lear le falta el juicio. ¿Qué has hecho, anciano? ¿Piensas que mi obligación es callar cobarde cuando el poderoso se rinde a la lisonja? El honor ordena hablar con rudeza cuando la majestad desvaría. Vuelve en tu juicio y enmienda con cordura tu horrible insensatez. Con mi vida te respondo de mi verdad. Tu hija menor no es la que menos te ama. Señal de no estar vacio el corazón cuando las palabras salen de él apagadas, no huecamente retumbantes.

REY LEAR:¡Kent, basta ya, por tu vida!

CONDE DE KENT:¡Mi vida! Dispuesto estuve a jugármela siempre contra tus enemigos, y no temí nunca perderla si era en servicio tuyo.

REY LEAR:No quiero verte.

CONDE DE KENT:No, abre los ojos, y no importa que sea yo el blanco de tus iras.

REY LEAR:¡Por Apolo! ...

CONDE DE KENT:¡Por Apolo!, Rey: No jures en vano por los dioses.

REY LEAR:¡Oh, vasallo perjuro!

DUQUE DE ALBANIA y DUQUE DE CORNUALLES:¡Detente, señor!

CONDE DE KENT:¡Hiere! Pero hicieras mejor en matar a tu médico y aplicar su paga a tu curación. Vuelve en ti, o mientras quede un aliento en mi garganta será para clamar contra el mal que hiciste.

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