EL VANGUARDISMO
valentina3 de Septiembre de 2011
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CONTEXTO HISTÓRICO
Desde el punto de vista histórico, el primer tercio del siglo XX se caracterizó por grandes tensiones y enfrentamientos entre las potencias europeas. Por su parte, la Primera Guerra Mundial entre 1914 y 1918 y la Revolución Rusa en octubre de 1917 fomentaron las esperanzas en un régimen económico diferente para el proletario.
Tras los felices años 1920, época de desarrollo y prosperidad económica conocida como los "años locos", vendrá el gran desastre de la bolsa de Wall Street (1929) y volverá una época de recesión y conflictos que, unidos a las difíciles condiciones impuestas a los vencidos de la Gran Guerra, provocarán la gestación de los sistemas totalitarios (fascismo y nazismo) que conducirán a la Segunda Guerra Mundial.
Desde el punto de vista cultural, es una época dominada por las transformaciones y el progreso científico y tecnológico (la aparición del automóvil y del avión, el cinematógrafo, el gramófono, etc.). El principal valor será, pues, el de la modernidad, o sustitución de lo viejo y caduco por lo nuevo y original.
Por su parte, en el ámbito literario era precisa una profunda renovación. De esta voluntad de ruptura con lo anterior, de lucha contra el sentimentalismo, de la exaltación del inconsciente, de lo racional, de la libertad, de la pasión y del individualismo nacerán las vanguardias en las primeras décadas del siglo XX.
Muchos artistas de este período participaron en la Primera Guerra Mundial. Europa vivía, al momento de surgir las vanguardias artísticas, una profunda crisis. Crisis que desencadenó en la Primera Guerra Mundial y entonces, en la evidencia de los límites del sistema capitalista. Si bien «hasta 1914 los socialistas son los únicos que hablan del hundimiento del capitalismo», como señala Arnold Hauser, también otros sectores habían percibido desde antes los límites de un modelo de vida que privilegiaba el dinero, la producción y los valores de cambio frente al hombre.
Resultado de esto fue la pobreza intelectual, el encasillamiento artístico contra los que reaccionaron, ya en 1905, Pablo Picasso y Georges Braque con sus exposiciones cubistas, y el futurismo que, en 1909, deslumbrado por los avances de la modernidad científica y tecnológica, lanza su primer manifiesto de apuesta al futuro y rechazo a todo lo anterior.
Así se dan los primeros pasos de la vanguardia, aunque el momento de explosión definitiva coincide, lógicamente, con la Primera Guerra Mundial, con la conciencia del absurdo sacrificio que significaba, y con la promesa de una vida diferente alentada por el triunfo de la revolución socialista en Rusia.
Corrían los días de 1916 cuando en Zúrich (territorio neutral durante la guerra), Tristan Tzara un poeta y filósofo rumano, prófugo de sus obligaciones militares, decidió fundar el Cabaret Voltaire. Esta acta de fundación del dadaísmo, explosión nihilista que proponía el rechazo total:
"El sistema DD os hará libres, romped todo. Sois los amos de todo lo que rompáis. Las leyes, las morales, las estéticas se han hecho para que respetéis las cosas frágiles. Lo que es frágil está destinado a ser roto. Probad vuestra fuerza una sola vez: os desafío a que después no continuéis. Lo que no rompáis os romperá, será vuestro amo".
Ese deseo de destrucción de todo lo establecido llevó a los dadaístas, para ser coherentes, a rechazarse a sí mismos: la propia destrucción.
El poeta Arthur Rimbaud es reconocido como un padre intelectual por muchos autores vanguardistas.
Algunos de los partidarios de Dadá, encabezados por André Breton, pensaron que las circunstancias exigían no sólo la anarquía y la destrucción sino también la propuesta; es así que se apartan de Tzara (lo que dio punto final al movimiento dadaista) e inician la aventura surrealista.
Surge así el surrealismo al servicio de la revolución que pretendía recuperar aquello del hombre que la sociedad, sus condicionamientos y represiones le habían hecho ocultar: su más pura esencia, su Yo básico y auténtico.
A través de la recuperación del inconsciente, de los sueños (son los días de Sigmund Freud y los orígenes del psicoanálisis), de dejarle libre el paso a las pasiones y deseos, de la escritura automática (que más tarde cuestionaron como técnica), del humor negro, intentan marchar hacia una sociedad nueva en donde el hombre pueda vivir en plenitud (la utopía surrealista).
En este pleno ejercicio de la libertad que significó la actitud surrealista, tres palabras se unen en un sólo significado amor, poesía y libertad.
VANGUARDISMO
Es una corriente que viene de Europay se caracteriza por una nueva sensibilidad que busca distintas formas experimentales, oponiéndose a las tradicionales. En la raíz de estos movimientos está la inseguridad humana por la crisis de una sociedad dividida entre tradicionalista y revolucionarios. Entre los movimientos de vanguardia destacados en América son: el creacionismo iniciado por Vicente Huidobro, el ultraísmo representado por Jorge Luis Borges y surrealismo que aparece en algunas composiciones de César Vallejo o Pablo Neruda. Estos movimientos no se limitaron a proponer un cambio formal en el lenguaje de la poesía. Por el contrario, desde los años que le siguen a 1920, la narrativa comienza a ser atendida con toda inquietud por algunos de los mismos escritores afiliados a los grupos de vanguardia. La década de 1920 a 1930 atestigua estos primeros intentos de escribir cuentos y novelas cuyo lenguaje, técnicas y témase salían completamente del trillado despotismo regionalista. Así ocurre, por ejemplo, con el narrador uruguayo Filiberto Hernández (1902), quien desde 1925 inicia el ciclo de unos textos inmensamente extraídos en su lenguaje y completamente despojados de color local en sus temas.
NADAISMO
El nadaísmo es un movimiento literario colombiano que se desarrolló durante el período 1958-1964 en la ciudad de Medellín, actual capital del departamento de Antioquia; movimiento con rasgos paralelamente culturales, tiene sus antecedentes en el dadaísmo y el surrealismo y estableció contactos culturales con la Generación beat, expresó una protesta contra las instituciones tradicionales de la sociedad y la cultura, protesta que filosóficamente se enmarca en lo nihilista. Formaron parte del nadaísmo principalmente jóvenes colombianos contestatarios e irreverentes que bajo el lema "No dejar una fe intacta ni un ídolo en su sitio" incursionaron en la práctica poética dotándola de un alto contenido de protesta social. Si bien estaba a la par de otras manifestaciones del vanguardismo literario latinoamericano, curiosamente es una de las pocas manifestaciones de corte genuinamente contracultural con origen en sudamérica. Las figuras más destacadas y representativas del movimiento fueron Gonzalo Arango, autor de "De la Nada al Nadaísmo", fundador del movimiento junto a Amilkar U, autor de los escritos "Vana Stanza", Eduardo Escobar, Jaime Jaramillo Escobar y Fanny Buitrago entre otros. Muestras de poesia nadaista Ruego a Nzame escrito por Jaime Jaramillo Escobar y muchos otros de increibles escritores.
PIEDRACIELISMO
Otro movimiento de la poesia colombiana, es el Piedracielismo, surgido en 1933, fecha en que bajo el nombre de Piedra y Cielo (Nombre que evoca un libro de Juan Ramón Jimenez) se publican unos cuadernos de poesía, dirigidos por el poeta Jorge Rojas (1911-1995), cuadernos en que empiezan a colaborar quienes más tarde integrarían el Piedracielismo. Su promotor, Eduardo Carranza (1912-1985), enfrentado al parnasianismo imperante de Guillermo Valencia, se lanza pluma en ristre contra el maestro, creando un nuevo entusiasmo lírico nacional con imágenes tan sorprendentes como «el arroyuelo azul en la cabeza» de la musa inspiradora de su más declamado soneto «Teresa». por esa razón fue muy importante este movimiento para la region colombiana.
EL MITO
Al comienzo de 1984 Gabriel García Márquez contaba lo siguiente: "En esto de romper papeles tengo un recuerdo que podría parecer alentador pero que a mí me resulta deprimente. Es un recuerdo que se remonta a una noche de julio de 1955 -la víspera de un viaje a Europa enviado por El Espectador-, cuando el poeta Jorge Gaitán Duran llegó a mi cuarto de Bogotá a pedirme que le dejara algo para publicar en la revista Mito. Yo acababa de revisar mis papeles, había puesto a buen seguro los que creía dignos de ser conservados y había roto los desahuciados.
"Gaitán Duran, con esa voracidad insaciable que sentía ante la literatura, y sobre todo ante la posibilidad de descubrir valores ocultos, empezó a revisar en el canasto los papeles rotos y de pronto encontró algo que le llamó la atención. 'Pero esto es muy publicable', me dijo. Yo le expliqué por qué lo había tirado: era un capítulo entero que había sacado de mi primera novela La hojarasca -ya publicada en aquel momento- y no podía tener otro destino honesto que el canasto de la basura. Gaitán Duran no estuvo de acuerdo. Le parecía que en realidad el texto hubiera sobrado dentro de la novela pero que tenía un valor diferente por sí mismo. Más por tratar de complacerlo que por estar convencido, lo autoricé para que remendara las hojas rotas con cinta pegante y publicara el capítulo como si fuera un cuento. '¿Qué título le ponemos?', me preguntó, usando un plural que muy pocas veces había sido tan justo como en aquel caso. 'No sé', le dije. 'Porque eso no es
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