ENSAYO DE LA LUNA

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odo existe a nuestro alrededor,  existe la nostalgia del atardecer y la esperanza del amanecer, la incertidumbre de un nuevo día, la serenidad de la noche, que me obliga a mirar al infinito dónde están las migajas que indican el camino a lo desconocido y de vez en cuando, la luna se alza inmaculada mirando con desdén las luces de las ciudades, que intentan en vano poder competir con tan bello resplandor.

        Es la Luna la gran dama de la noche admirada e idolatrada por los hombres, llena de misterio, silenciosa testigo de amores y rencores, de dicha y tristeza, así como de bajeza y dolor causado por algunos, abuzando de la tenue oscuridad que la Luna intenta alejar, pero solo puede ser testigo de lo que somos en ese instante de soledad, soledad que nos inunda en la oscuridad de la noche.

        ¿Será que la Luna sabe llorar? Tal vez al vernos solo resiste algunas noches para observar, el loco, inestable e inesperado actuar del hombre, tal vez, y solo tal vez, se entristece de lo poco que nos esforzamos y nos mira como un testigo silencioso de lo mejor y lo peor que podemos crear, tal vez se esconde para no mirarnos, avergonzada y triste de quienes somos, de aquello en lo que nos hemos convertido, tal vez la Luna sueña, sueña con ser testigo de un mundo bello, de hombres alegres y de finales de días llenos de sueños e ilusiones, que se harán realidad en su ausencia durante el día que le sigue a la vuelta de su mirada, inevitable, resignada testigo de sueños que nunca llegan, de esperanzas desvanecidas en la oscuridad de la noche.

        Y si ella pudiera hablar, ¿Qué sería de nosotros?, ¿Dónde nos esconderíamos a llorar, a soñar? sería en  lugares cerrados de nuestras habitaciones donde cada vez es más estrecho, alguna vez nuestro techo fue la inmensidad de la noche y la luna era quien nos alumbraba y las migajas del eterno cielo, brillaban con su complicidad, si ella hablara, ¿sería la oscuridad segura?, ¿aún tendríamos miedo?, si la Luna pudiera hablar, sería la maldad la temerosa, pues la Luna podría hablar, y ¿dónde se ocultaría la maldad, si la Luna le puede delatar?, qué más quisiera yo que la Luna pudiese hablar, para escuchar su cantar, con el cual poder en serenidad nuevos sueños crear y del día largo y cansador descansar.

        La luna es digna de admirar, siempre altiva y veraz, no existe mentira en ella, te permite soñar, sabes cuándo vendrá y con certeza que noches alumbrará, y con ella como silencioso testigo, seguro mi mañana mejor será.

        Hoy está allá fuera y no sabe que de ella estoy hablando, pero desde mi ventana la veo, como si quisiera entrar y escuchar lo que de ella estoy diciendo, nada malo, claro está, ¿quién podría de ella mal hablar? Si su belleza logra encandilar corazones fríos y sanar corazones rotos que se ocultan en la oscuridad que ella viene a apartar, para recordarnos que está ahí, siendo un silencioso testigo que lucha contra la maldad, para darnos un nuevo despertar en donde la dicha sea el protagonista.

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