ENSAYO DEL MATONEO

EL MATONEO ESCOLAR

“El que ama a su hijo le azota sin cesar”. Según esto, dicho en el libro Eclesiástico, el castigo corporal era necesario para educar a los jóvenes, y al interior de los colegios, los profesores eran autorizados para realizar dichos castigos como padres sustitutos, a través de golpes dados con la regla, una caña e incluso pellizcos.

El castigo físico se vive desde muchos años atrás, ya que se conocen historias de la educación espartana, en Grecia y la semítica de los hebreos, pueblos que daban valor esencial a estos métodos como garantía del respeto y seguimiento de la disciplina.

Tal vez esta clase de pedagogía anticuada y brutal ha sido la causa, o al menos ha influido en comportamientos equívocos, que hoy en día les ha dado a algunos jóvenes el impulso necesario para agredir a aquellos que por diversas situaciones de actitud muestran debilidad ante los demás.

El que la autoría de las agresiones haya pasado de los padres y profesores a los mismos alumnos, contra sus compañeros, es una situación que se ha dado a conocer con amplitud durante los últimos meses, pero que para nada es nueva, ya que lo que impedía conocer estos casos era, entre otros motivos, el miedo a denunciar de los niños, muchas veces por amenazas de sus victimarios, y la poca o nula comunicación de los padres de familia con sus hijos.

Estas situaciones conllevan, en muchas ocasiones, a la deserción escolar, ya que el asistir a clase se convierte, para el joven víctima de agresiones, en una tortura y miedo constante.

Cabe resaltar que un niño víctima de agresiones verbales y/o físicas empieza a mostrar cambios en su comportamiento y hábitos, hechos que al pasar desapercibidos por los padres, propician la falta de confianza de los menores al sentir que no son importantes.

Según algunos estudios realizados, el matoneo es más propenso en las edades de 12 a 14 años, y algunos casos han terminado en decisiones extremas y fatales por parte de los agredidos, que para no seguir soportando esos abusos, han optado por terminar con sus vidas.

Esta problemática no ha sido ajena para nuestra capital, ya que en varias instituciones educativas se han registrado casos de matoneo escolar, una de ellas, y la más reciente, dio cuenta de un niño de sexto grado que fue amarrado, amordazado y fotografiado en distintas posiciones, para subir las imágenes a las redes sociales, esto por parte de algunos estudiantes de noveno grado del colegio Juan Lozano y Lozano.

Según el rector de la institución, los estudiantes realizan estas acciones como “juego”, pero la verdad es que para nada causan gracia a los afectados, y por el contrario, lo que generan es sentimientos negativos y de culpa por no sentirse con capacidad para frenar dichas acciones.

Es necesario que se tomen medidas efectivas al interior de los colegios para controlar y prevenir el matoneo

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