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El Alma De La Toga

digo8822 de Agosto de 2014

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ÍNDICE

1 INTRODUCCION

• Objetivo General

• Objetivo Especifico

• Justificación

2Desarrollo

3 Datos del autor de la obra

4 Opinión personal

5 Conclusiones

6 Bibliografías

7 Anexos

Introducción

Este libro trata sobre realzar los valores de los abogados y de guiar a los nuevos jóvenes que están incursionando a la carrera de cómo debe ser un verdadero abogado. Es un libro que tiene mucha vigencia en la actualidad y aún es muy utilizado como referencia por abogados.

Objetivo General

hace constante referencia en cuanto a diferencia entre el termino arriba empleados, abogado y licenciado en derecho que si bien en nuestra actualidad se emplean cual sinónimos, están los mismos distante de serlos ya que el segundo es un estudioso de las leyes con una cedula que le permite el ejercicio del oficio, muestras que el primero es un complementado de este al ser el primero mas un ministerio de justicia encargado de velar por la justicia que no es si no la búsqueda final del derecho

Objetivo especifico

En este trabajo encontraremos básicamente la moral de lo que lleva a ser un gran abogado y en el cual nos basaremos como modelo para que en un futuro el abogado que seremos pueda ser grande desde la forma de actuar mover y desenvolverse

¿quien es el abogado?

Para empezar, el autor nos hace un llamado para definir correctamente el término de "abogado". Pues nos dice que ser abogado va más allá de haber recibido un título de Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas (en nuestro caso). Afirmándonos que el verdadero abogado vendría siendo aquel que ejerce la profesión dando consejos jurídicos y pidiendo justicia.

En gran parte estoy de acuerdo con lo que nos ha dicho el autor, ya que, en definitiva ser abogado y ser Lic. En Derecho no es lo mismo; pero de igual forma hay muchos abogados que a pesar de ejercer una profesión "digna", se han encargado de darle una mala reputación a ésta, y es por eso que a mi parecer personas así tampoco merecen ser llamados abogados.

En el segundo capitulo nos habla sobre la sensación de justicia es algo que viene del interior de uno siempre que una persona tiene esa sensación puede contagiar a los demás asumiendo responsabilidades pues abe que lo correcto es lo que está haciendo

Ser abogado no es saber el Derecho sino conocer la vida. El derecho positivo está en los libros, pero lo que la vida reclama no está escrito en ninguna parte. Quien tenga previsión, por que hombre precavido vale por dos sentimientos para advertirlo, será Abogado; quien no tenga más inspiración ni más guía que las leyes, será un desventurado cascaron con forma de abogado pero por dentro será nadie

El hombre, cualquiera que sea su oficio, debe fiar principalmente en sí. la fuerza que en sí mismo no halle no la encontrará en parte alguna.

Mi afirmación no ha de tomarse en aceptación herética, como negatoria del poder de Dios. muy al contrario, al ponderar la confianza en la energía propia establezco la fe exclusiva en el poder divino, porque los hombres no llevamos más fuerza que la que Dios no da. Lo que quiero decir es que, aparte de eso, nadie debe esperar en otra cosa, y esto, que es norma genérica para todos los hombres, más determinadamente en aplicable para los Abogados.

Fuera de nosotros están todas las sugestiones: el doctrinarismo contradictorio para sembrar la duda, el sensualismo para perturbar nuestra moral, la critica para desorientarnos, el adversario para desconcertarnos, la injusticia para enfurecernos. es todo un cuerpo de ejercito que nos cerca, nos atosiga y nos asfixia. ¿Quien no ha sentido sus llamamientos y sus alaridos.?

Cuando se nos plantea el caso y hemos de formar opinión y trazar plan, una vez de timbre afectuoso nos dice:"¡Cuidado! No tengas el atrevimiento de juzgar sin leer lo que dicen los autores y consultar la jurisprudencia y escuchar el parecer de tu docto amigo Fulano y del insigne maestro mengano." La palabra cordial nos induce a perder el sentido propio a puros recabar los ajenos.

Nos habla que la toga no representa por sí sola ninguna calidad, cuando no hay cualidades verdaderas debajo de ella se reduce a un disfraz irrisorio. Pero después de hecha esta salvedad, en honor al concepto fundamental de las cosas, conviene reconocer que la toga, como todos los atributos profesionales, tiene para el que la lleva, dos significados: freno e ilusión; y para el que la contempla, otros dos: diferenciación y respeto.

La toga es freno, porque cohíbe la libertad en lo que pudiera tener de licenciosa. Es ilusión, por nuestra función. Por nuestro valer. Por nuestra significación.

Es diferenciación, porque ella nos distingue de los demás circunstantes en el tribunal; y siempre es bueno que quien va a desempeñar una alta misión sea claramente conocido. Y respeto, porque el clarividente sentido popular, al contemplar a un hombre vestido de modo tan severo, con un traje que consagraron los siglos; y, que sólo aparece para menesteres trascendentales de la vida, discurre con acertado simplicísimo: "ese hombre debe ser bueno y sabio".

El abogado que asiste a una diligencia en el local infecto de una escribanía, usa un léxico, guarda una compostura y mantiene unas formulas de relación totalmente distinta de las que le caracterizan cuando sube a un estrado con la toga puesta.

La sensación de la justicia

"La Justicia no es fruto del estudio sino una sensación", nos dice Ángel Osorio. Y es totalmente cierto pues la justicia no es algo que se pueda aprender en libros, es algo que solo se aprende en la vida.

Actualmente el sentido de la justicia de muchos abogados se ha visto nublado, porque en nuestra sociedad capitalista lo que importa es el dinero, no lo que en realidad es justo, equitativo, bueno y prudente. Entonces lo que hacen es tergiversar las leyes a su antojo para ganar sin importarles nada más. Y es que ganar un caso no lo es todo, debemos encontrar el equilibrio de las cosas, entre brindarle nuestra ayuda al cliente sin caer en la injusticia para con los demás.

En el capitulo del en la moral del abogado de lo que Osorio nos habla es del criterio que debe tener un abogado. Y comienza: La abogacía no se cimienta en la lucidez del ingenio, sino en la rectitud de la conciencia. Malo será que erremos y defendamos como moral lo que no es; pero si nos hemos equivocado de buena fe, podemos estar tranquilos. Cita las palabras del novelista Colleta Iver. Nuestro oficio ¿ es hacer triunfar a la justicia o a nuestro cliente? ¿iluminamos al Tribunal o procuramos cegarle?

Cuando un abogado acepta una defensa, es porque estima - aunque sea equivocadamente- que la pretensión de su tutelado es justa, y en tal caso al triunfar el cliente triunfa la justicia, y nuestra obra no va encaminada a cegar sino a iluminar.

También da unos consejos a los abogados. Hay que ser refractario al alboroto. Soportar la amargura de una censura caprichosa e injusta, es carga añeja a los honores profesionales. Debajo de la toga hay que llevar la coraza.

Abogado que sucumba al que dirán debe tener su hoja de servicios manchada con la nota de cobardía. No digo que el juicio publico no sea digno de atención. Lo que quiero decir es que después de adoptada una resolución, vacilar ni retroceder por miedo a la critica, que es un monstruo de cien cabezas irresponsables y faltas de sindéresis.

Cuando se ha marcado la línea del deber hay que cumplirla a todo trance. El transeúnte que se detenga a escuchar los ladridos de los perros, difícilmente llegará al término de su jornada.

DESARROLLO

El abogado no puede ser ni frío de alma ni emocionable.

El abogado actúa sobre las pasiones, las ansias, los apetitos en que se consume la humanidad. Si su corazón es ajeno a todo ello ¿ cómo lo entenderá su cerebro? Quien no sepa del dolor, ni comprenda el entusiasmo, ni ambicione la felicidad, ¿cómo acompañará a los combatientes?

Y sin embargo, ¿ es lícito siquiera que tomemos los bienes y males ajenos como si fueran propios, y obremos como comanditarios del interés que defendemos? De ningún modo. La sabiduría popular ha dicho acertadamente que pasión quita conocimiento y que nadie es juez en causa propia .

De la conveniencia nos dice: El letrado que ha de obtener la misma remuneración legitima, cualquiera que sea el resultado del negocio, aconseja con templanza, procede con mesura, hace lo que la moral y la ley consienten. El que sabe que ganará más o menos según la solución que obtenga, tiene ya nublada la vista por la codicia, pierde su serena austeridad, participa de la ofuscación de su defendido, lejos de ser un canal es un torrente.

El desdoblamiento psíquico

para proceder muchísimo mejor en un caso, es de gran importancia llegar a conectarse con el cliente. Para esto, es bueno dejar a un lado nuestros intereses y nuestro bienestar, y ponernos en los zapatos del cliente. No es cuestión de olvidarse quiénes somos, sino el renunciar a ciertas cosas que podrían interrumpir nuestro trabajo y utilizar nuestras facultades como buenos abogados.

La independencia

Tiene partes muy ciertas aunque al mismo tiempo difiero con algunas de ellas. Pues está claramente establecido que la abogacía se ejerce con libertad pero este a su vez puede ser influenciado por lo que un asesor o algún allegado le sugieran. Y es que cuando el autor menciona que es difícil resistirse

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