El Automovil

El automóvil

El 29 de enero de 1886 Karl Benz registro en Berlín la patenta de un triciclo propulsado por un motor de explosión, esta fecha es admitida tradicionalmente como la del primer automóvil, aunque suele ser debatida, pues como sucede con otros inventos en otras partes del mundo se llegaron a las mismas conclusiones al mismo tiempo. Aquí es entonces cuando se marca la era del cambio, aunque en un principio era un invento caro y elitista, casi de uso restringido, tuvo con el tiempo un giro muy significativo siendo el medio de transporte más utilizado. Pues el desarrollo tecnológico y la evolución industrial lo convirtieron rápidamente en un elemento imprescindible en la vida moderna. Es entonces cuando nos enfrentamos a una sociedad consumista, pues el automóvil ha transformado el panorama urbano, se ha puesto la ciudad a su servicio y hasta se han modificado las viviendas para tenerlo en nuestro hogar. Es tan grande la necesidad que sentimos de utilizar o tener un automóvil que olvidamos la contaminación que este le causa al ambiente y la cantidad de accidentes a causa del mismo, que continúa ascendiendo año tras año. Nada parece detener las ganas de poseer un vehículo, pues estamos fascinados, sometidos o dominados, así como lo certifica Roland Barthes en 1955: “Se me ocurre que el automóvil es en nuestros días el equivalente bastante exacto de las catedrales góticas. Quiero decir, que constituye una gran creación de la época, concebida apasionadamente por artistas desconocidos, consumidos a través de su imagen, aunque no de su uso, por un pueblo entero que se apropia, en él, de un objeto absolutamente mágico”.

La tecnología es sin duda nuestro entorno actual, en que sin duda alguna estamos sumergidos desde hace más de una década. Ese entorno, “nuestro” es cajón artificial, creado por nosotros mismo, alejándonos así de la naturaleza y rodeándonos de cosas y objetos creados en su totalidad por el hombre. Así como lo plantea Santiago García en su ensayo, El automóvil y la cultura del siglo XX, pocos serían capaces de distinguir hoy un nogal de un alcornoque, pero a lo más les bastaría una simple ojeada para diferenciar un Fiat de un Ford. Nos hemos convertido en individuos sociales, productos de una civilización dejando fuera el simple ser natural. Lo que quiero decir, el hombre no puede elegir entre vivir en la naturaleza o en la ciudad ya estipulada y creada por el mismo, pues ya al nacer esta puesto ahí, así como el hombre primitivo en su entorno natural, es decir el entorno “natural actual” es el creado por el hombre.

Así como la tecnología, las estructuras y las “grandes ciudades” creadas por el hombre nos han alejado de nuestro entorno natural, el automóvil también nos aleja de ese entorno. El caminar y el contacto interpersonal que surge de esta acción no tienen lugar, pues el automóvil y las autopistas se encargan de que estos encuentro no den. El hombre siente cómo se apropia del tiempo y del espacio, un leve movimiento, la leve presión en un pedal, le permite aumentar la velocidad del auto y si embargo, en su interior apenas percibe cómo se desplaza más rápido, cómo acorta el tiempo del viaje.

Entonces volviendo al punto del cambio que ha marcado el automóvil en la ciudad, la sociedad y en los diferentes siglos, preguntémonos, ¿el automóvil sólo a afectado el ambiento y nuestra capacidad de socialización o también ha afectado

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