El Cantaro Roto
estephanie28973 de Noviembre de 2013
14.698 Palabras (59 Páginas)444 Visitas
EL CÁNTARO ROTO
H. VON KLEIST
ESCENA PRIMERA
ADAM, sentado se venda una pierna. Entra LICHT.
Licht: ¿Eh? ¡Diablo! ¿Qué decís, compadre Adam? ¿Qué os ha sucedido? ¡Que aspecto tenéis!
Adam: Lo veía. Para tropezar no se necesita sino pies. ¿Hay acaso un tropezadero en este suelo tan liso? Y no obstante he tropezado aquí, pues cada uno lleva en sí mismo la piedra del escandaloso tropezón.
Licht: ¡No me digáis, amigo! ¿La piedra la lleva cada uno?
Adam: En sí mismo.
Licht: ¡Maldita sea!
Adam: ¿Qué deseáis?
Licht: Descendéis de un abuelo disoluto que cayó al principio de las cosas y se hizo famoso por su caída. ¿No os habéis tal ves…?
Adam: ¿Qué?
Licht: ¿Si vos también…?
Adam: ¿Si yo…? ¡Ya lo creo! Me he caído aquí mismo, os digo.
Licht: ¿Caído? ¿De cabeza?
Adam: Sí, de cabeza. Debía yo ofrecer un aspecto deplorable…
Licht: ¿Cuándo ocurrió la desgracia?
Adam: Ahora mismo, en el momento de levantarme de la cama. Todavía con la canción matinal en los labios tropiezo, y antes de empezar el curso del día, dios ya me tuerce el pie.
Licht: ¿Y además el izquierdo?
Adam: ¿El izquierdo?
Licht: ¿Este, el puesto en el suelo?
Adam: ¡Claro está!
Licht: ¡Oh, Todopoderoso! ¿El que ya sin esto difícilmente anda por el camino de pecado?
Adam: ¡El pie! ¿Qué? ¡Difícilmente! ¿Por qué?
Licht: ¿El pie contrahecho?
Adam: Un pie está hecho como otro.
Licht: Perdonadme, pero cometéis una injusticia con el derecho. Este no puede gloriarse de tal figura y se atreve antes sobre lo resbaladizo.
Adam: ¡Bah! Donde se atreve el uno va el otro también.
Licht: ¿Y cómo os habéis torcido la cara?
Adam: ¿La cara?
Licht: ¿Cómo? ¿No sabéis nada de eso?
Adam: Sería yo un mentiroso…¿Qué aspecto tiene?
Licht: ¿Qué como esta?
Adam: Sí, compadre.
Licht: En un estado detestable.
Adam: Expresaos más claro.
Licht: Desarrollada está, da horror mirarla. Falta un pedazo de mejilla. ¿Cuánto? Sin báscula no puedo apreciarlo.
Adam: ¡Que el diablo…!
Licht: (Trae un espejo). ¡Aquí! Convenceos vos mismo. Una oveja que, perseguida por los perros, se abre paso en el zarzal no deja más lana en las espinas que carne habéis dejado vos, Dios sabe dónde.
Adam: ¡Hum! Si, es verdad. Parece poco hermosa. La nariz ha sufrido también.
Licht: Y el ojo.
Adam: El ojo no, compadre.
Licht: Vaya, aquí lo atraviesa un golpe descargado- Dios me castigue si no- rabiando un mayoral.
Adam: Es el malar. Sí…pues ya veis, todo esto ni siquiera lo he notado.
Licht: Sí, así ocurre en el fuego del combate.
Adam: ¿Combate? ¿Cómo? He peleado, si queréis, con el maldito cabrón allí en la esquina de la estufa. Ahora lo sé. Cuando perdí el equilibrio y como un borracho manoteé en el aire agarré el pantalón que anoche, mojado, habia colgado de la mampara. Pues bien, lo agarré, me comprendéis, pensando- ¡necio de mí!- mantenerme en él, mas se rompe el tirante y entonces tirante y pantalón y yo nos desplomamos, y doy con la frente contra la estufa, justamente donde el macho cabrío levanta su hocico en la esquina.
Licht: (Se ríe) Bueno, muy bueno.
Adam: ¡Maldita sea!
Licht: La primera caida de Adán que habéis hecho desde la cama.
Adam: ¡Por mi alma! Pero…¿Qué quería decir yo? ¿Hay alguna novedad?
Licht: ¿Si hay alguna novedad? ¡Que se la lleve el diablo! No ha faltado mucho para olvidarme de ella.
Adam: ¿Pues?
Licht: Preparaos para una inesperada visita de Utrecht.
Adam: ¿Ah si?
Licht: Viene el señor consejero.
Adam:¿Quién viene?
Licht: El señor consejero de la justicia, Walter, de Utrecht. Se encuentra en viaje de inspección y hoy mismo se presentará aquí.
Adam: ¡Hoy mismo! ¿Estás loco?
Licht: ¡A fe mía! Ayer estuvo en Holla, la aldea fronteriza, y ya inspeccionado el juzgado de allí. Un campesino fue testigo de cómo se engancharon los caballos de relevo para continuar a Huisum.
Adam: ¡Hoy mismo él, el consejero de justicia de Utrecht aquí. Para revisar viene el buen hombre, que él mismo esquila las ovejas y odia las patrañas semejantes. Y ahora viene acá, a Huisum, para vejarnos.
Licht: Si llegó hasta Holla, llegará hasta Huisum tambien. Tened cuidado.
Adam: ¡Ah, no! ¡Idos!
Licht: Os advierto.
Adam: Y yo os digo que os vayáis con vuestros cuentos.
Licht: El propio labrador le vio ¡Al diablo!
Adam: Cualquiera sabe lo que ha visto el miserable con sus ojos legañosos. Estos no saben distinguir una cara de un cojote si está calvo. Y si ponéis un sombrero de tres picos en mi bastón de caña, una capa y dos botas debajo, lo tomará, el imbecil, por quien queráis
Licht: Bueno, seguid dudando en nombre del diablo hasta que entre por esta puerta.
Adam: ¡Él! ¡Entrar! ¿Sin habernos adelantado ni una palabra?
Licht: ¡Oh, insensatez! ¡Como si todavía fuera el revisor el consejero Wacholder! Ahora es el consejero de Justicia Walter el que inspecciona.
Adam: ¡Aún cuando sea el consejero Walter! marchaos y dejadme en paz. El hombre juro el cargo y práctica, como nosotros, según los edictos y costumbres vigentes.
Licht: Pues yo aseguro que el consejero de Justicia Walter llegó ayer inopidanadamente a Holla, revisó caja y registros y suspendió al alcalde y al escribano. ¿Por qué? Yo no lo sé, ab officio.
Adam: ¡Al diablo! ¿Ha dicho esto el labradror?
Licht: Esto y aun más…
Adam: ¿Ah si?
Licht: si queréis saberlo: hoy por la mañana se busca al alcalde, al cual le prohibieron salir de su casa y se lo encuentran detrás, en el granero, colgando de una viga.
Adam: ¡Qué decís?
Licht: Mientras tanto llega socorro, le descuelgan, le frotan, le mojan, le vuelven a la vida.
Adam: ¿Ah si? ¿A la vida?
Licht: Mas tarde se sella la casa y se cierra como si él fuera ya cadáver; hasta el cargo de alcalde halló heredero.
Adam: ¡Ea, al verdugo mirad! Era un perro de mal vivir, por lo demás un hombre bueno, a fe mia, un tio con quien se pasaba bien, pero terriblemente libertino, hay que decir la verdad. Si el consejero estuvo en Holla, le habrá ido mal al pobre diablo, ya lo creo.
Licht: Y tan sólo este incidente, dijo el labrador, tiene la culpa de que el consejero no esté aún aquí; mas a mediodía llegará sin falta.
Adam: ¡A mediodía! ¡Bueno, compadre! Ahora es el momento de demostrar la amistad. Sabéis cómo lava una mano a la otra. Quisierais, lo sé bien, erigiros en alcalde del lugar y lo merecéis, como que hay Dios, mas que cualquier otro. Pero hoy no es la ocasión aún. Hoy dejad pasar aún el cáliz.
Licht: ¡Juez del lugar, yo! ¿Qué pensáis de mí?
Adam: Sois amigo de las palabras bien puestas, habéis estudiado, como ninguno, en la escuela de Ámsterdam a vuestro Cicerón. Pero hoy venced aún vuestra ambición, ¿me oís? Ya se presentarán oros casos donde lucir vuestro arte.
Licht: ¡Nosotros, dos compadres! ¡No digáis necedades!
Adam: A su tiempo, sabéis, se calló el gran Demóstenes. Seguid en esto su ejemplo. Y aunque yo no soy rey de Macedonia sé mostrarme agradecido a mi manera.
Licht: Idos con vuestra suspicacia, os digo. ¿Hice yo jamás…?
Adam: Mirad, yo, yo por mi parte, yo sigo al gran heleno también. Se podría preparar un discurso sobre los depósitos y rentas; pero ¿a quién se le ocurre rebuscar tales períodos?
Licht: ¡Entonces!
Adam: De tal cargo tengo la conciencia limpia, ¡que se lo lleve el verdugo! Todo esto parece una farsa que, nacida de noche, rehuye la indiscreta luz del día.
Licht: Lo sé.
Adam: ¡A fe mía! No hay motivo para que un juez, cuando no está sentado ene el estrado, sea grave como un oso polar.
Licht: Lo mismo digo.
Adam: Entonces vámonos, compadre, venid un poco conmigo al registro; arreglaremos los montones de actas que yacen como la torre de Babel.
ESCENA II
Entra un CRIADO.
Los anteriores. Luego DOS SIRVIENTES.
Criado: ¡Dios os guarde, señor alcalde! El consejero de Justicia os envía su saludo; pronto se presentará aquí en persona.
Adam: ¡Ay, Dios justiciero! ¿Has terminado ya con Holla?
Criado: Sí, ya se encuentra en Huisum.
Adam: ¡Eh! ¡Liese! ¡Grete!
Licht: ¡Tranquilidad ahora, siempre tranquilidad!
Adam: ¡Compadrecito!
Litcht: Haced transmitir vuestro saludo.
Criado: Y mañana seguiremos a Hussahe.
Adam: ¿Qué hago yo ahora? ¿Qué dejo de hacer? (Coge sus maletas) Sirvienta primera: Aquí estoy, señor.
Litcht: ¿Queréis poneros por fin los pantalones? ¿Os habéis vuelto loco? Sivienta segunda: Mandad, señor alcalde.
Litcht: Tomad la levita.
Adam: (Mira alrededor) ¿Quién? ¿El inspector?
Litcht: Es la criada.
Adam: ¡Babero! ¡Toga! ¡Cuello!
Sirvienta primera: ¡Primero el chaleco!
Adam: ¿Qué? ¿El chaleco? ¡Quítame la levita! ¡Rápido!
Litcht: (Al CRIADO) El señor consejero será bien venido. En seguida estaremos dispuestos a recibirle. Decídselo.
Adam: ¡Al diablo! El alcalde Adam se disculpa ante la visita.
Litcht: ¿Se disculpa?
Adam: Se disculpa. ¿O se halla tal vez en camino?
Criado: Está todavía
...