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Platos Rotos


Enviado por   •  20 de Octubre de 2013  •  4.813 Palabras (20 Páginas)  •  250 Visitas

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Afuera

Ahí están, en las Ramblas de Barcelona, unos pegados a otros, siete chilenos de veinte a veinticinco años que nunca habían atravesado la cordillera. Sienten como un misterioso agravio a todos esos negros, todas esas suecas, toda esa gente que no los ve y que ellos sí ven, y que gritan entre las jaulas de los pájaros con una liviandad que ofende.

Los siete jóvenes se han preparado muchos años para hacer este viaje y, sin embargo, se dan cuenta de que no están listos ni lo estarán nunca. Santiago es una ciudad llena de huecos que rellenar. Allá nada es enorme y nada es imponente; nada es antiguo, nada está terminado. Es una ciudad a medio hacer, una clave descifrada de antemano; pero ni Buenos Aires ni Barcelona ni París ni Nueva York, mucho menos Londres, son así. Aquí la ciudad no es lo que tú quieres que sea. La ciudad es la ciudad, y tú tienes que plegarte a ella, tienes que intentar no perderte en ella porque no hay, como en Santiago, cien formas de atravesar la calle, ni mil formas de subirse a la micro, de escupir y de correr a través de los edificios, sino una sola forma correcta de hacer las cosas. Todo está hecho, construido, habitado por miles de hombres y mujeres del mundo que pasan como estos chilenos pasarán: sin dejar rastro.

Están afuera. Se y han abierto un hueco en el pecho por el cual respira todo lo provisorio, lo inseguro. Han nacido a la fuerza. Un espacio, una herida, una zanja de muertos y dudas los separan del plasma seminal .Ahora que sobrevolaron las cumbres nevadas de los Andes tendrán que explicarse. Para ellos ahora hay dos mundos: el mundo de adentro y el mundo de afuera. Ellos se han quedado en el medio, a centímetros de la nada, a una llamada por teléfono de la mami.

Adentro y afuera son los términos básicos de la dialéctica de nuestra historia. Adentro no se necesita decir todo. El lenguaje de los chilenos parece pobre, pero es solo que el “no lenguaje”-o el otro lenguaje, el de los gestos o el de la sombra de los gestos-es demasiado rico. No decimos muchas palabras ni empleamos tantos gestos. Para que, si nos entendemos.

En Chile toda expresión, todo sentimiento, toda descripción, es una redundancia. Toda declaración, toda idea lanzada al ruedo es una falta de educación, un despropósito agotador, una falta de gusto. Flotando en el líquido amniótico de la nacionalidad no somos del todo lo que decimos ni decimos nada del todo. No es que adentro las leyes sean férreas, es que no se formulan y nos parecen, por eso mismo, lógicas. Detrás de todas nuestras diferencias hay una semejanza que nos une: nadie llego aquí, adentro, sin renunciar al afuera, y nadie que se haya instalado adentro está realmente de paso. Todo en Chile, país provisorio por excelencia, es un poco para siempre.

Chile está lejos y quien llega se queda. Y el que se va traicionado, pacta con los de afuera. Adentro no le perdonaremos su infidelidad.

Y , sin embargo, Chile es en apariencia un país abierto al exterior, una nación que adopta todas las modas y en donde conviven distintas oleadas de inmigrantes:bávaros,croatas,italianos,libaneses,suizos,ucranianos,sirios,palestinos,coreanos.

Inmigrantes y extranjeros, visitantes y exiliados, que traen su propia frontera para sumarla a la nuestra. Todo lo de afuera se acepta pero sigue siendo de afuera, porque seguimos esencialmente-nosotros, los chilenos- sintiéndonos fuera del mundo. A través de esa ciega e irreflexiva adopción de lo ajeno seguimos creyendo que el mundo nos va a reconocer y adoptar. Seguimos siendo como esos cachorros de las perreras, que hacen monerías a las parejas visitantes, a ver si nos llevan a sus casas. Una y otra vez nos defraudan.

Nos abrazamos por miedo a la soledad de estar afuera de todo.

Nos hacemos sirvientes y mímesis del extranjero para, como un Lautaro cualquiera, el día que muestre su mortalidad, robarle los caballos, llamar a las hordas y matarlo. Para los chilenos, todas las fiestas son fiestas de disfraces, porque nos disfrazamos siempre de invitados. De ahí la doble extrañeza de esos chicos de las Ramblas: sus camisetas dicen “Harvard”, dicen “GAP”, dicen “Real Madrid”, y sus nombres son españoles o alemanes, y vienen de unas calles sin papagayos, sin chamanes ni burros en las calles. Vienen de una ciudad que imita a esta, de una capital que es una mezcla de todos los suburbios de Occidente.

Y saben esos recién llegados que en Chile todas las mentiras son creídas fácilmente porque ninguna verdad se toma en serio. No somos ni fuimos ni seremos grandes. Nuestra riqueza reside justamente en no haber sido ricos, en no tener cúpulas de oro como el Perú ni a santa Rosa de Lima ni al Inca Garcilaso. Somos un poco nadie, por eso imitamos tan bien a todos. Todos los chilenos somos tu intimidad, niño perdido en las Ramblas, tu padre y tu madre que te protegen, tu miedo, tu modestia y tu implacable ironía. Somos adentro. Inexplicablemente somos tus adentros. No estamos en el mundo ni estamos en la Historia. Somos únicos, pero por favor que nadie lo sepa. No seas tonto:”Tate callao”, “Quédate cucho”. Calla y otorga; confúndete con los argelinos, mézclate con los hindúes, ríete con los peruanos, róbale a los suecos, codéate con los argentinos y asóciate con los catalanes. Vístete como ellos, inventa un Chile que les guste. Pero no olvides que, tarde o temprano, será hora de vengarte, de acuchillarlos por la espalda.

Empieza para esos niños la guerra defensiva. La misma que libraron todos los que vivieron el exilio, que son los creadores del mito chileno. Chile contra el mundo: formula presuntuosa y absurda -¿cómo puede estar contra el mundo si es parte de él?-que resume, sin embargo, lo que sintieron los pinochetistas cuando arrestaron a Pinochet y los allendistas cuando la CIA derrocó a Allende y los freístas cuando el socialismo internacional arrasó con su proyecto y los balmacedistas cuando los capitales ingleses cimentaron su derrota y los portalianos y los o’higginistas cuando ninguna nación europea quería otorgarles un crédito. Chile contra el mundo. Chile protegido del mundo. Hijos de segundones y desheredados, hemos nacido donde quienes saben la verdad no pueden encontrarnos ni desenmascararnos.

Si has salido, has roto tu impunidad. Si no puedes entrar, si no puedes infiltrarte en la franqueza y la risa de los otros, entonces miente, entonces abrígate, cubre tu boca con el cuello vuelto de tu abrigo y pasa y sobrevive entre las gotas de lluvia; sálvate y límpiate. Prepárate para volver.

Madrid

Si alguien quiere escribir la historia de la India colonial, tendrá que fatalmente que viajar a Londres, tal como el historiador de Argelia, siempre

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