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El Dia Señalado


Enviado por   •  1 de Marzo de 2014  •  4.892 Palabras (20 Páginas)  •  244 Visitas

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Un narrador omnisciente nos resume en tercera persona y en perspectiva de pasado la vida de José Miguel. A veces cede la palabra a éste o a su madre para acercárnoslo a través de sus diálogos en presente discursivo, histórico. La primera oración del libro simboliza la muerte: “Los brazos de la cruz señalan este letrero: José Miguel. Diciembre de 1936- Enero de 1960”. El narrador penetra en la mente del chico y nos informa de sus deseos (un alazán, casarse con Marta). Nos da las claves de interpretación de su muerte al ir a buscar el caballo que le habían robado las tropas. Nos informa de los rumores que a raíz del suceso cunden en Tambo a través de las palabras de personajes sin identificar. Nos describe la actitud del cura aburrido y el alcalde digno y nos aventura en lo que todos esperan por boca del enterrador: “Es inútil, María (…) ¡Hasta que Antonio Roble llegue!” (p. 12). Y cierra el episodio con la descripción objetiva deldesentierro del muladar para enterrar los restos del joven en el cementerio, la persistencia de un caballo sin dueño y unas manos de lavandera trabajando.

Capítulo 1

El narrador omnisciente relata de forma dinámica (conforme el personaje camina hacia la iglesia) la llegada del nuevo cura a Tambo, sus percepciones (la rara canción, las cruces, el calor, el prostíbulo y la gallera, el miedo generalizado, el olor a podredumbre), las impresiones que causa en otros personajes (indiferencia, desconfianza). Recoge el primer diálogo entre el sacerdote y el enterrador, quien muestra su amargura y su sed de justicia terrenal o de venganza. Nos presenta los pensamientos del Sargento Mataya y el odio mutuo que se tienen éste y el sepulturero. Y los diferentes puntos de vista sobre la religión del párroco saliente (Azuela) y el entrante se observan en una charla imaginaria entre ambos que se inventa el enterrador (a la que accedemos gracias a esa omnisciencia) y en el diálogo real que entablan (presentación escénica que hace el narrador).

Capítulo 2

Aparece aquí el narrador en primera persona, nos cuenta a lo que viene a Tambo, nos desvela sus pensamientos, relata el diálogo que mantiene con el del potro manchado en el camino, y nos hace partícipes de la obsesión de su madre por el regreso del “hombre” y que a él le envenena la sangre.

Capítulo 3

Se nos presenta el diálogo entre el Ama de Llaves y el Sargento en estilo directo, aunque acotado por el narrador en tercera persona que, además, nos informa de los pensamientos degradantes que sobre la delatora tiene el Sargento.

El narrador hace caminar al Cojo y al Sargento a la par hasta llegar a donde están el cura y el enterrador, y les hace entablar un diálogo en términos un tanto agresivos porque aquéllos consideran que éstos están ocultando información muy valiosa sobre los guerrilleros. Después, el enterrador se confía al cura en un diálogo en el que cuenta las atrocidades que le hicieron padecer.

Capítulo 4

Enlaza temporalmente con el segundo. El personaje-narrador a pocas leguas de Tambo oye los comentarios de los que allí acuden, se dirige a un jinete que cabalga en un potro manchado (el desafiante amigo de José Miguel que va en busca de su caballo y de su guitarra) y dialogan sobre la distancia que falta. Conforme el personaje-narrador avanza y entra en Tambo nos describe las impresiones que recibe y los comentarios dispersos que oye a su paso con una mirada de cronista objetivo que anota todo lo que ve: personas, animales, edificios, letreros, sonidos.

Capítulo 5

El narrador omnisciente nos revela el sentir del cura e indaga en sus pensamientos. Sus meditaciones se convierten en una especie de autoconfesión, un monólogo interior marcado tipográficamente por las comillas, que nos da cuenta de su honradez y de sus dudas, de su desprecio a la hipocresía y de su concepción práctica y no ritual del cristianismo: “Tal vez sí soy mal cura. Me preocupo más por los cuerpos que por las almas. Pero ¿puede salvarse un alma si está condenado el cuerpo que la contiene?” (p. 43). El mismo narrador nos informa de las penitencias que el cura pone en boga (sembrar Tambo), de la inquietud que causan en el Ama, de la burla de otros. Las voces de los niños que le ayudan le devuelven a escenas y diálogos de su infancia.

Capítulo 6

Inmediatamente posterior al cuarto, el narrador-personaje nos introduce en la cantina de don Jacinto, el recinto en el que se reúnen los galleros. Aquí dialoga con una muchacha (Marta) mientras observa todo lo que le rodea con ojos objetivos y nos da cuenta de los ruidos y los olores que percibe. Ella le informa de datos claves para la interpretación de Tambo y de sus habitantes.

Capítulo 7

Mientras caminan hacia el figón, el sacerdote y el enterrador dialogan. Las observaciones del narrador omnisciente y las palabras de los personajes con los que se cruzan en el recorrido les caracterizan. El cura descubre la desfachatez del Sargento, y las insinuaciones de Marta sobre algunos personajes ausentes le advierten de cómo son otros.

El segundo fragmento hace hincapié en el cambio de escenario, del lupanar y de la cantina a la casa del prudente y humanitario alfarero. El olor de la tierra con que éste hace sus figuras le recuerda al sacerdote la voz labriega de su padre, de ahí que aparezca un nuevo monólogo interior y, como lenguaje incorporado en él, los enunciados paternos en estilo directo y entrecomillados, que el cura continuamente recupera a modo de guía de su proceder por medio de esos saltos al pasado. En este escenario se enfrentan el pecado y la virtud. Ésta, que reprende sin condenar, que concilia, se ganará a Otilia como nuevo adepto para la buena causa.

Capítulo 8

El narrador-personaje sigue la charla que mantenía con Marta en el capítulo sexto y le desvela los motivos de su búsqueda, al tiempo que describe las sensaciones que le llegan con su mirada casi fotográfica e interpreta los gestos y movimientos de la muchacha con su percepción humana. Ella informa también de algunos de sus motivos. Pero son más bien las implicaciones lingüísticas no las aseveraciones claras, la transcripción de las palabras de Marta y de las intuiciones de él, las que desvelan al lector, que ya está en la pista por la recurrencia de motivos y personajes en capítulos anteriores, la interpretación correcta, confirmada en los siguientes.

Capítulo 9

Cambio de escenario y cambio de perspectiva. El narrador en tercera persona informa aquí del diálogo mantenido entre el Cojo y el cura

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