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El Gilgamesh


Enviado por   •  8 de Octubre de 2013  •  1.242 Palabras (5 Páginas)  •  377 Visitas

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El Gilgamesh

La humanización responde a una necesidad de complementar los extremos que convergen en la naturaleza del ser humano, por lo que, el proceso de lograr establecer un equilibrio en la existencia, puede lograrse a medida que éstos extremos acorten su distancia y logren asimilarse y asociarse dentro de la condición del ser. Es así como en la epopeya de Gilgamesh, se establece esta complementariedad en la relación de Gilgamesh con Enkidú, seres de naturalezas opuestas, que van a encontrar su condición humana bajo la influencia directa que ejercen uno sobre el otro, en el vasto recorrido que juntos emprenderán, y a través del cual lograrán realizar grandes hazañas, que los harán afianzar aún más sus lazos de amistad y lealtad.

Por un lado, en la Epopeya, Tenemos a Gilgamesh, rey de Uruk, a quien se le muestra como un tirano, altivo y arrogante. Es hijo de Lugalbanda, hijo de Enmerkar, rey de la primera dinastía de Uruk. Su madre era Ninsún, que era una Diosa. Gilgamesh era dos tercios Dios y un tercio humano.

Dos tercios divino,/ un tercio humano/Modeló su cuerpo/la misma diosa Mah./........../Por las plazas de Uruk/se pavonea./Toro salvaje, se exhibe prepotente,/altiva la cabeza./¡Enhiesta el arma,/no hay quien se le oponga!/ Con su pukku, [sin descanzo,]/ mantiene en pie a su tropa,/ y aún en sus moradas, los hombres de Uruk/viven aterrados./"¡No deja Gilgamesh/ hijo a su padre./Día y noche/ es un tirano…/¿Tal es ‘el pastor’/ de Uruk-el-Redil?/ ¿Un hombre prepotente, altivo,/arrogante…?/ No deja Gilgamesh/ doncella a su madre,/ sea hija de un prócer, o bien/prometida de un guerrero".(Epopeya de Gilgamesh, Gilgamesh, el Tirano; Columna I, pag 51 y 52)

La extrema sublimidad casi divina de Gilgamesh, lo hace no se considerarse humano, y en su mente no contempla la idea de muerte como una posibilidad real como para el resto de los seres humanos. Su tiranía lo engrandece y su prepotencia, lo hace ser temido entre los habitantes de Uruk.

Por otro lado a tenemos a Enkidú, ser creado por Ururu para ser la contraparte de Gilgamesh. Enkidú nace como un animal, creció en la estepa, unido por la naturaleza, de carácter salvaje, no sabía de gente, solo vivía con las gacelas. Enkidú es seducido por la hieródula Shámhat, quien impulsado por sus instintos fornicó con ella, siendo este su rito de humanización, ya que al dejarse llevar por sus impulsos sexuales, los animales de la manada huían de él, siendo excluido por estos. Debido a este hecho, Enkidú comienza a construir conciencia y razón, por lo que finalmente, adquiere el valor para ir en busca de Gilgamesh.

Shamhat dejó caer su velo,/ le mostró su sexo./ Él gozó su posesión./ Ella no temió,/ gozó su virilidad./ Ella se desvistió./ Él se echó sobre ella./ Ejerció ella con el salvaje/ su oficio de hembra./ Él se prodigó en caricias,/ le hizo el amor./ ¡Seis días y siete noches,/ excitado Enkidú,/ se derramó en Shámhat/ hasta que se hubo/ saciado de gozarla! (La Epopeya de Gilgamesh, Enkidú el salvaje, Columna IV, versos 160 a 165, pagina 60)

Cuanto más se acerquen estos polos, mayor será la posibilidad de crear un equilibrio entre los seres. Es por esto, que Gilgamesh al forjar lazos de amistad con Enkidú, logra perder su arrogancia, comenzando un proceso de humanización que lo hace dejar atrás su tiranía.

Ambos demostrando distintos tipos de fuerzas, explican lo antagónico, pero complementan a lo que representan, se van retroalimentando, y van humanizándose constantemente el uno al otro. Enkidú vive el proceso en primer lugar, en el momento en que fornicó con hieródula, siendo este su “rito” de inicio a la humanización, dando clara evidencia al final

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