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El Periquillo Saniento


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2012  •  5.234 Palabras (21 Páginas)  •  454 Visitas

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La obra del Periquillo, está dedicada a sus hijos y a todo aquel que desee prestar oídos a sus desventuras y quiera recapacitar sobre sus malos actos que mal terminarán.

Pedro Sarmiento nos cuenta su vida: nace en México en tiempos de la Nueva España. Niño de varias nodrizas acostumbrado a conseguir todo, llorando. Hijo de madre sobre protectora y padre consentidor de sus deseos. No son ricos pero tampoco pobres, aún así, Pedrito utiliza el berrinche como arma y escudo. En la escuela le pusieron Periquillo por su debilidad al hablar y Sarniento pues alguna vez enfermó de sarna. Desde entonces, el Periquillo admite haber cometido el error de no saber escoger, o mejor dicho preferir las amistades de dudosa integridad, a las finas y educadas. Los maestros particulares y los cambios de escuela suceden uno tras otro. Nadie ponía orden en el Periquillo. Entonces su padre, consiente de que su hijo no será jamás un buen estudiante, le propone escoger algún oficio para que entre de aprendiz. Su madre se escandaliza pues no considera digno que su hijo se ensuciara las manos. El padre insiste pues no ve otro camino y nada indigno esconde saber un oficio. La madre también insiste pero a su manera, a medio camino entre el chantaje y la comedia, al final termina por convencer a su enamorado (y débil) esposo.

Conforme avanza la narración, el Periquillo insiste en hacernos recapacitar de todas sus decisiones mal tomadas, así pues, de varios y mañosos tratos, convence a su ejemplar padre de sus ganas de estudiar gramática latina. Para tal motivo, el padre le consigue al mejor maestro y así pasa un tiempo entre estudios y pintas.

Al término de sus estudios, el Periquillo ingresa al colegio de San Ildefonso a estudiar el bachillerato con especialidad en filosofía. Hablador como siempre, se las ingenia para impresionar a todos, mas fueron mañas y malas costumbres, como el billar y el albur, en lo que se aplica con rigor. El día de su graduación, fue tal vez, el más dichoso de sus padres, quienes se enorgullecían del notable cambió del hijo descarriado. El adolescente Pedro Sarmiento se recibe de bachiller en artes. Su ego se desboca en proporción a sus berrinches. A pesar de eso, el padre lo convence de ir a “aprender” a una hacienda de un gran amigo.

El Periquillo cuenta su llegada a la hacienda, y la pronta amistad que hace con la señora de la casa quien tiene noticias de él por Januario –un amigo de la infancia y compañero del colegio- De hecho el Januario, o Juan Largo, era más que su compinche en ligeras fechorías, era el culpable de que su nombre fuera sustituido por el mote que llevará de por vida: el Periquillo Sarniento. Januario es además, el sobrino del amo.

Para tan grata llegada, se había organizado una comida. El Periquillo alardea de mucho conocimiento pues quiere impresionar a todos, sobre todo a la prima del Januario pero un vicario presente lo corrige y aconseja. El Periquillo se sorprende de su revés. Impresionado, platica con el vicario y manifiesta su deseo de dedicar su vida a Dios. A su vez, le pide que cuestione a Januario pero el mancebo religioso le explica que la venganza no es digna de los hombres de bien. Durante la cena ocurren otros incidentes y ahora le toca a Juan Largo quedar en ridículo.

Todos en la hacienda simpatizaron con el narrador, salvo el Januario que no dejaba de sentir envidia por su amigo quien además, pretendía a su prima. Aprovechándose de ésto, Januario le tiende una trampa. Le dice que su prima le corresponde y que desea verlo por la noche en su recámara. El Periquillo deposita la fe en las palabras de su amigo y acude a la cita. Sin embargo, no resulta ser la bella prima a quien encuentra bajo las cobijas, sino a la madre, quien advertida por su sobrino de que el tal Periquillo, además de ser un bribón es un pícaro con malas intenciones, decidió por ella misma comprobarlo. De más está decir que fue su último día en la hacienda.

De nuevo en casa, su padre le propone dos caminos en la vida: estudiar para abogado o medico. Si no le gusta estudiar, le ofrece su ayuda incondicional para que aprenda el oficio que desee. Para variar, al Periquillo no le convencía ni lo uno ni lo otro y más aún, acude a pedir consejo con otro de sus zánganos amigos de nombre: Martín Pelayo.

Martín Pelayo supone que el mejor trabajo en la vida es ser clérigo –él estudia para eso-. Se vive bien de las limosnas, se es respetado, y sobre todo, nunca falta comida en abundancia. Cuando el padre del Periquillo le pregunta que había decidido para su futuro, éste contesta con absoluta seguridad: clérigo. El padre le advierte que para ser clérigo se tiene que ser primero vicario, y que esto implica infinidad de privaciones, voluntad y mucho estudio. El narrador nos confiesa que su mayor objetivo en la vida era ganarse la vida generosamente, sin el menor esfuerzo, por lo que de nuevo contesta que tiene vocación de clérigo. Ni hablar, poco tiempo después, el uniforme es portado con todo orgullo por el estudiante de teología Pedro Sarmiento.

Martín Pelayo de inmediato lo invita a su gavilla y pronto, frecuenta billares y tertulias clandestinas. Al año, habla con fluidez el albur, es diestro en los juegos de azar, y baila y bebe con singular alegría.

Mientras tanto, el padre quiso asegurarse de la conducta de su hijo pues se acercaba la fecha en que sería anunciado. Gran decepción se lleva al enterarse que su Pedrito –como siempre decía su esposa- es faltista, el peor de la clase y que además frecuenta a un grupo de libertinos poco confiables.

El Periquillo sospecha algo durante la cena puesto que el padre se notaba severo y la madre llorosa. El Periquillo habla al día siguiente con su madre y ésta le confiesa que su padre había resuelto meterlo de aprendiz. El bachiller y teólogo se escandaliza y le suplica a su madre que no permita tal atrocidad. La madre suplica por su amado hijo y el padre cede de nuevo a sus peticiones. Nuevamente le concede unos días para que piense en su futuro. El Perico acude de nuevo con Martín Pelayo quien esta vez considera que ser fraile, es la mejor manera de ganarse la vida y que si quería, podía conseguirle una recomendación para su tío: el provincial de San Diego. El Periquillo acepta la oferta. De esta forma y poco tiempo después, llega al convento de San Diego, justo el momento en que el prelado leía sus recomendaciones. Desde luego, el Periquillo está plenamente convencido de todo lo que su decisión implica.

La madre se alegra con la noticia e incluso responde violentamente contra el escéptico padre. Minutos antes de tan esperada ceremonia, el Periquillo experimenta en carne propia la certeza que esconde el dicho popular de “el

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