El Sapo Y El Raton
yohanita_149029 de Marzo de 2015
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erase una vez un sapo que estaba tocando tranquilamente la flauta a la luz de la luna, cuando se le acercó un ratón y le dijo:
- ¡Buenas noches, señor Sapo! ¡Con ese latazo que me está dando, no puedo pegar un ojo! ¿Por qué no se va con la música a otra parte?
El señor Sapo le miró en silencio durante todo un minuto con sus ojillos saltones. Luego replicó:
- Lo que usted tiene, señor Ratón, es envidia porque no puede cantar tan melodiosamente como yo.
- Desde luego que no; pero puedo correr, saltar y hacer muchas cosas que usted no puede - repuso el Ratón con acento desdeñoso.
Y se volvió a su cueva, sonriendo olímpicamente.
El señor Sapo estuvo reflexionando durante un buen rato. Quería vengarse de la insolencia del señor Ratón. Al cabo se le ocurrió una idea.
Fuése a la entrada de la cueva del señor Ratón y empezó de nuevo a soplar en la flauta, arrancándole sonidos estrepitosos.
El señor Ratón salió furioso, dispuesto a castigar al osado músico, pero éste le contuvo diciéndole:
- He venido a desafiarle a correr.
A punto estuvo de reventar de risa el señor Ratón al oír aquellas palabras. Pero el señor Sapo, golpeándose el pecho con las patas traseras, exclamó:
- ¿Qué apuesta a que corro yo, más por debajo de la tierra que usted por encima?
- Me apuesto lo que quiera. Mi casa contra su flauta. Si gano, ya tendré derecho a destrozar ese infernal instrumento, golpeándolo contra una piedra hasta dejarlo hecho añicos... Si gana usted, podrá tomar posesión de mi palacete, y yo me marcharé a correr mundo.
- De acuerdo - respondió el señor Sapo.
- Pues bien: al amanecer empezaremos la carrera.
El señor Sapo regresó a su casa y al entrar gritó:
- ¡Señora Sapo, venga usted aquí!
La señora Sapo, que conocía el mal genio de su marido, acudió al instante a su llamamiento.
- Señora Sapo - le dijo, - he desafiado a correr al señor Ratón.
- ¡Al señor Ratón...!
- ¡No me interrumpas...! Mañana, al amanecer, empezaremos la carrera. Tú irás, al otro lado del monte y te meterás en un agujero. Y cuando veas que el señor Ratón está al llegar, sacarás la cabeza y le gritarás: «¡Ya estoy aquí!» Y harás siempre la misma cosa, hasta que yo vaya a buscarte.
- Pero... - murmuró la señora Sapo.
- ¡Silencio, mujer...! Y no te mezcles en los asuntos de los hombres, de los cuales tú no sabes nada.
- Muy bien - murmuró la señora Sapo, muy humilde.
Y se puso inmediatamente en movimiento para seguir el plan de su astuto esposo.
El señor Sapo se dirigió al lugar en que se abría la cueva del señor Ratón, hizo a su lado un agujero y se tendió a dormir.
Al amanecer, salió el señor Ratón frotándose los ojos, descubrió al señor Sapo que estaba roncando, sonoramente y le despertó diciendo:
- ¡Ah, dormilón, vamos a empezar la carrera! ¿O es que se ha arrepentido?
- Nada de eso. Vamos, cuando guste.
Colocáronse uno al lado del otro y al tercer toque que el señor Sapo, dio en su flauta, emprendieron la carrera.
El señor Ratón corría tan velozmente que parecía que volaba, dando la sensación de que no apoyaba las patitas en el suelo.
Sin embargo, el señor Sapo, apenas hubo dado tres pasos, se volvió al agujero que había hecho.
Cuando el señor Ratón iba llegando al otro lado del monte, la señora Sapo sacó la cabeza y gritó:
- ¡Ya estoy aquí!
El señor Ratón
...