ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El Ultimo Abencerraje

jordyy5 de Enero de 2014

546 Palabras (3 Páginas)524 Visitas

Página 1 de 3

las aventuras del último abencerraje françois auguste de chateaubriand cuando boabdil, último rey de granada, se vio obligado a abandonar el reino de sus

padres, se detuvo en la cima del monte padul, desde donde se descubría el mar en que el

desventurado monarca iba a embarcarse para el África; descubríase también a granada,

la vega y el genil, en cuyas orillas se alzaban las tiendas del campamento de fernando e

isabel. a la vista de tan delicioso país, y de los cipreses que aun señalaban aquí y acullá

los sepulcros de los musulmanes, boabdil rompió en acerbo llanto. su madre, la sultana

aïxa, que le acompañaba en el destierro con los grandes que un tiempo componían su

corte, le dijo: «Llora como una mujer la pérdida de un reino que no has sabido defender

como hombre.» bajaron de la montaña, y granada se ocultó para siempre a sus ojos.

los moros españoles, que compartieron la suerte de su rey, se dispersaron por el africa.

las tribus de los zegríes y los gomeles se establecieron en el reino de fez, de que eran

descendientes. los vangas y los alabes se detuvieron en la costa, desde orán hasta argel,

y por último, los abencerrajes fijaron su morada en las inmediaciones de túnez,

formando en frente de las ruinas de cartago una colonia que todavía se distingue de los

moros africanos por la elegancia de sus costumbres y la benignidad de sus leyes.

estas familias llevaron a su nueva patria el recuerdo de la antigua. el paraíso de granada

no se borraba de su memoria; las madres repetían su nombre a sus hijos aun en la

lactancia, y los adormecían con los romances de los zegríes y los abencerrajes. de cinco

en cinco días oraban en la mezquita volviéndose hacia granada, para conseguir de alá

restituyese a sus elegidos aquella tierra deliciosa. el país de los lotófagos ofrecía en vano

a los desterrados sus frutos, sus aguas, su frondosidad y su brillante sol; que lejos de las

torres rojas, no había ni frutos agradables, ni corrientes cristalinas, ni fresco verdor, ni

sol digno de ser admirado. si se mostraban a algún proscripto las llanuras del bragada,

sacudía tristemente la cabeza y exclamaba suspirando: -¡Granada!

los abencerrajes conservaban especialmente el más tierno y fiel recuerdo de la patria,

pues habían dejado con mortal amargura el teatro de su gloria, y las márgenes que tantas

veces hicieran resonar a este entusiasta grito de guerra: «¡honor y amor!» no pudiendo

ya manejar la lanza en los desiertos, ni cubrirse con el casco en una colonia de

labradores, habíanse consagrado al estudio de los simples, profesión tan estimada entre

los árabes como la de las armas. así, pues, la raza guerrera, que en otro tiempo abría

heridas, ocupábase ya en el arte precioso de curarlas; en lo cual conservaba algo de su

primitivo genio, porque los caballeros acostumbraban curar por sí mismos las heridas del

enemigo que habían derribado.

la cabaña de esta familia, antigua poseedora de suntuosos palacios, no estaba situada

entre las de los demás desterrados, al pie del monte mamelife, sino entre las mismas

ruinas de cartago, a orillas del mar, en el lugar donde san luis murió en su lecho de

ceniza, y donde se ve en la actualidad una ermita mahometana. de las paredes de la

cabaña pendían escudos de piel de león, que ostentaban sobre campo azul dos salvajes

que derribaban una ciudad con sus mazas; en derredor de esta divisa se leían estas

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (3 Kb)
Leer 2 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com