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El arte lírico de Vallejo


Enviado por   •  8 de Diciembre de 2013  •  Trabajos  •  2.754 Palabras (12 Páginas)  •  209 Visitas

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César Abraham Vallejo Mendoza es uno de los poetas más importantes del siglo XX en América Latina. Aunque se le considera el “máximo exponente del Vanguardismo literario en Perú”, también es cierto que en diversas etapas de su obra se notan importantes influencias del modernismo, indigenismo, poesía social e incluso el impacto de acontecimientos históricos, como la Guerra Civil española (Fernández 169). El haber nacido y vivido la primera etapa de su vida en un pueblo pequeño de la zona andina norte del Perú (Santiago de Chuco), hizo que Vallejo conociera desde muy niño la extrema miseria, pero a su vez gozara del intenso calor del hogar. Estas dos constantes en su vida, así como también su paso por una cárcel en Perú y su sufrida estancia en París, marcaron de manera notable el carácter distintivo de todas sus obras. Es así como en el “complejo mundo poético” del mejor poeta peruano de todos los tiempos, resaltan un profundo arraigo al ámbito familiar, la presencia del cristianismo, las experiencias del dolor cotidiano y la muerte, la visión del mundo como un lugar penitencial sin certeza de salvación, y la solidaridad con los pobres y desamparados (Aguilera). Estos sentimientos son expresados, mayormente, siguiendo técnicas y estilos nuevos, así como un carácter confesional y metafísico (Fernández 169).

El arte lírico de Vallejo se concentra en sus tres grandes libros: Los heraldos negros, Trilce y Poemas humanos. Publicado en 1918, Los heraldos negros fue su primer poemario, el cual gracias a su “imaginería algo romántica de la tierra peruana y del indígena” es calificado como uno de los más representativos ejemplos del postmodernismo (Friedman 206). En Trilce (1922), Vallejo refleja directamente la crítica experiencia vivida en una cárcel de Perú. En este libro, se le nota más “rebelde y audaz”, apartándose de los modelos tradicionales que hasta entonces había seguido e incorporando novedades como nuevas o modificadas palabras, de esta manera poniendo en libertad el lenguaje y produciendo “un verso flexible, totalmente autónomo” (206). Finalmente, en Poemas humanos, el cual fue publicado póstumamente en 1939, el poeta incorpora elementos históricos y una realidad concreta (peruana e universal) con lo que manifiesta una “apasionada fe en la lucha de los hombres por la justicia y la solidaridad social” (Aguilera). Entre sus libros también cabe destacar España, aparta de mí este cáliz, el cual fue inspirado por las acciones de la Guerra Civil española y por la amplia solidaridad que sintió por las víctimas de esta.

La vida familiar es uno de los elementos más importantes y presentes en la poesía de Vallejo. Características propias del ambiente hogareño se pueden encontrar en un gran número de sus poemas, siendo quizás la más importante el “horno” de la casa. Este elemento es de gran significado ya que un horno representa no sólo el intenso calor de las relaciones familiares, sino también la comida o el pan (este último también muy usado por Vallejo) que distingue tanto a una familia como a sus tradiciones. Por ejemplo, en el poema “Los Heraldos Negros” aparece la siguiente metáfora: “Esos golpes sangrientos son las crepitaciones / de algún pan que en la puerta del horno se nos quema” (Paredes), en la que se hace una comparación implícita entre un dolor muy grande de la vida y los crujidos de un pan que se está quemando. Al utilizar este punto de comparación tan universal como lo son el horno y el pan, Vallejo hace muy fácil que los lectores se relacionen con lo que está hablando. Aparte de usar simbolismos, este poeta también hace referencia a las relaciones familiares de una manera más directa. En el poema “La violencia de las horas”, el cual está envuelto en una atmósfera de muerte, Vallejo cuenta del gran vacío y dolor interno que siente tras el deceso de casi toda su familia y personas más allegadas: “Todos han muerto…doña Antonia, la ronca, / que hacía pan barato…Murió mi tía Albina…Murió Lucas, / mi cuñado…Murió en mi revólver mi madre, / en mi puño mi hermana / y mi hermano en mi víscera sangrienta…” (Paredes). No cabe duda que para este ser tan humano, su familia fue lo primordial en la vida; su refugio y consuelo durante tiempos de angustias y sufrimientos.

La fe católica siempre ha estado muy presente en la vida cotidiana de las familias peruanas, particularmente de las de pueblos pequeños y aislados como lo es Santiago de Chuco, de dónde era Vallejo. Esto, sumado a la extraña coincidencia de que sus dos abuelos fueron sacerdotes católicos españoles, explican la tendencia de Vallejo de incluir en su lírica detalles del cristianismo y la religiosidad (“The Academy”). Por ejemplo, en “El pan nuestro”, un poema lleno de solidaridad hacia los más necesitados, Vallejo hace unas alusiones importantes a Dios: “Y saquear a los ricos sus viñedos / con las dos manos santas que a un golpe de luz / volaron desclavadas de la Cruz”, y “¡El pan nuestro de cada día danóslo, / Señor...!” (Paredes), con lo que está clamando a Dios por su ayuda y consuelo ante tanta desesperación causada por el hambre y la injusticia social. En “Los Heraldos Negros”, también se hace presente la fe católica del poeta, el cual nos dice que: “Hay golpes en la vida, tan fuertes...Golpes como del odio de Dios... [Golpes que son] las caídas hondas de los Cristos del alma” (Paredes). En este último fragmento no sólo se aprecia su respeto hacia Dios y el immenso dolor con el que compara el sentirse odiado por Él, sino también algo que caracteriza a Vallejo que son sus metáforas extrañas. En “Nochebuena”, perteneciente a su primer libro, el poeta celebra tan importante y sagrada fecha para el mundo católico: “Balarán mis versos en tu predio entonces, / canturreando en todos sus místicos bronces / que ha nacido el Niño-Jesús de tu amor” (Paredes), lo cual es una muestra clave del sentimiento religioso de Vallejo. En otro de sus poemas, “Los dados enternos”, se puede ver una actitud muy diferente del poeta hacia Dios, en este él le recrimina su falta de compasión por el sufrimiento del hombre: “Dios mío, si tú hubieras sido hombre, / hoy supieras ser Dios; / pero tú, que estuviste siempre bien, / no sientes nada de tu creación” (Paredes). Esta “osadía” en dirigirse a Dios, esta especie de amargura rencorosa con respecto a Él, podría justificarse como la consecuencia de una ofuscación en Vallejo provocada por el dolor presenciado a su alrededor. El sufrimiento humano es lo único, en mi opinión, que podría causar tan grande cambio en la expresión de Vallejo. De cualquier modo, no cabe la menor duda de que la crianza profundamente religiosa de Vallejo fue una gran influencia en su carácter como poeta.

Las obsesiones

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