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El cumpleaños de Toño


Enviado por   •  3 de Mayo de 2013  •  Ensayos  •  3.555 Palabras (15 Páginas)  •  284 Visitas

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El cumpleaños de Toño

Toñito era el engreído de la casa y el menor de 4 hermanos, y pronto llegaría el gran día. El pequeño cumpliría 10 años y era toda una celebración hacer los preparativos días antes. Por fin Luisa, la madre de Toño, entre muchas cosas compró una gran torta y decoró la sala con luces de colores y muchos adornos que sabía que le gustarían a su pequeño hijo al igual que a sus invitados. Por la tarde de aquel día tan especial para todos, iban llegando los niños de la vecindad donde vivían y también de su colegio, cada uno de ellos llegaban con lindos regalos y muy alegres, apreciaban mucho a su amigo.

Toño que esperaba impaciente la llegada de sus amigos, vio por la ventana de la sala que un niño y su madre discutían fuera de la casa muy cerca del jardín. Toño escuchó decir al niño: “Mamá, ¿por qué tú no puedes celebrar mi cumpleaños así como lo hacen aquí? Yo quisiera tener una mamá como este niño”. Al oír esto, Toño quedó sorprendido y con el corazón muy triste. Este niño al que veía no era su amigo pero pensó que sería una buena idea invitarlo y así lo hizo con el consentimiento de sus padres, quienes eran muy generosos.

Toño y el niño empezaron a jugar mientras iban llegando los demás amigos y compañeros de colegio, ellos jugaron y se divirtieron como solo hacen los buenos amigos y claro que empezaron a serlo. Esa tarde todos bailaron, saltaron, comieron y cantaron al ritmo de la música. Toño tuvo un día muy feliz, se llenó de regalos y de abrazos, pero sobre todo se sintió muy feliz por tener un nuevo amigo a quien le obsequió uno de sus lindos juguetes de los tantos que recibió.

No hay duda que compartir hace feliz a los demás, pero especialmente a quien da, porque nos enseña a ser desprendidos y la generosidad.

Ana y Dana

Dana y Ana, viajaban alegremente en el bus al lado de su abuela y de sus padres, había muchas personas y ellos no tenían donde sentarse. Como todo niño, las pequeñas se acomodaron, una en las faldas de la abuela y la otra frente a ellas en un rincón. Dana hablaba a gritos con sus padres quienes le prestaban mucha atención, prodigándole de mimos y caricias. Ana observaba todo muy tranquila sin moverse ni decir palabra alguna. Era obvio que el carácter de cada una de las niñas era muy distinto al de la otra, pero también era distinta la actitud de los padres hacia cada una de sus hijas.

Durante el viaje, la abuelita muy cansada por el peso de la niña quiso levantarse para dejar a la pequeña consentida sentada y quedar ella de pie, pero Ana al ver eso le dijo a su abuelita: Mamita (así le llamaba cariñosamente), siéntate donde estoy porque me canse de estar sentada. Anita prefirió quedarse de pie con tal de ver cómoda a su abuelita mientras Dana seguía jugando sin darse cuenta de nada. Llegando a la casa, el padre de las niñas muy pensativo se acercó a ellas después de la cena y con voz suave les dijo: Esta noche estuve meditando que tenemos que corregir algunas actitudes nuestras, dijo el padre frotándose la barbilla ante el asombro de los demás miembros de familia, quienes no tenían idea de lo que iba a decirles. En un tono más alto continuó diciéndoles:

A partir de ahora practicaremos mejores modales y la consideración unos con otros especialmente con los mayores. A la vez quiero felicitar a Anita porque en un noble gesto de cortesía ella se levantó de su asiento para que su abuelita estuviera cómoda, lo cual debe ser en cualquier circunstancia. En algún momento de nuestras vidas todos llegaremos a ser adultos mayores como la abuela y nos gustaría que nos cedan el asiento y que nos traten bien, ¿que les parece?, preguntó a todos. Nos parece muy bien papito, dijeron al mismo tiempo las niñas. Los hábitos y las buenas costumbres empiezan por casa y con el ejemplo. Padres recordemos siempre que educar bien a un niño, será formar el hombre y la mujer del mañana.

Las vacaciones de Anita

Terminaba el año escolar y Anita, Gaby y sus demás compañeros hacían planes para las vacaciones de verano. Llegó el momento y Anita en su casa empezó a dormir hasta muy tarde, a comer mucho y a ver televisión. Cuando era hora de desayunar, Anita dormía. A la hora del almuerzo ella recién desayunaba viendo televisión. Ese desorden ocasionaba un caos en el hogar aprovechando que sus padres trabajaban. Cuando menos lo esperaba sus padres le impusieron un castigo, lo que puso a Ana de muy mal humor.

Ellos por la noche llegando del trabajo se acercaron al dormitorio de su hija y le dieron un tierno beso en la frente, lo que la despertó. Abrazando a sus padres se echó a llorar al recordar su castigo (le quitaron el televisor).

—En ese momento el padre le pregunta— ¿Te parece que perder el tiempo es la mejor manera de disfrutar tus vacaciones?

—La niña se incorporó y dijo— No papito, no es la mejor forma, discúlpame.

—Entonces a partir de mañana antes de ir a trabajar muy temprano iremos a correr todos y desayunaremos juntos. Tendrás que estudiar en la mañana y después de almorzar puedes salir a casa de alguna amiga o a manejar bicicleta. Tienes que utilizar tus días útilmente y ser disciplinada en todo para que te vaya bien en la vida, ¿de acuerdo?

—¡De acuerdo papá! —respondió Ana, recordando que lo que sus padres quieren es únicamente lo mejor para ella.

Los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos.

El sabio rey Salomón

Salomón era hijo del rey David. Salomón siendo muy joven, fue elegido por Dios para gobernar a su pueblo. Salomón no tenía muy claro cómo podría gobernar al pueblo de Dios siendo tan joven. Un día mientras dormía, oyó una voz que le decía:

—Salomón, Soy el señor tu Dios y he decidido permitirte que me pidas un deseo.

—Señor, soy muy joven y lo que más deseo ahora es que me des sabiduría para poder tomar buenas decisiones y poder guiar a tu pueblo.

—Como no has pedido riquezas ni propiedades sino sabiduría, he decidido entregarte mucha sabiduría pero no solo eso sino que además tendrás muchas riquezas y serás un gran hombre. Todos te respetarán y oirán de ti y tu sabiduría.

—Gracias señor, te prometo que no defraudaré.

Entonces Salomón ahora tenía más confianza en sí mismo. Unos días después, al palacio del rey salomón vinieron dos mujeres a visitarle. Ellas se estaban peleando por la posesión de un bebé. Cada una decía que el bebé era suyo pero eso era imposible pues solo una de ellas tenía que ser la madre verdadera.

La primera de ellas le decía al rey Salomón que en la mañana despertó con un bebé que era el suyo y que estaba

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