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Ensayo de la poesia


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2020  •  Ensayos  •  2.281 Palabras (10 Páginas)  •  417 Visitas

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“Poesía: un puente hacia lo sagrado”

MIHE I Semestre

Ensayo para Estética y poética I

Reyna Elisa Delgado de la Torre

Dirigido al Dr. Javier Acosta Escareño

Poesía: un puente hacia lo sagrado

“Amigo mío, esa es precisamente la obra del poeta,

El interpretar y observar sus sueños.

Creedme, la ilusión más verdadera del hombre

Se le manifiesta en sueño:

Todo arte poético y toda poesía

No es más que interpretación de sueños que dicen la verdad

Hans en la ópera Los maestros cantores de Richard Wagner

Schopenhauer y la poesía.

                  La poesía tiene como «fin expresar Ideas de la voluntad»[1] y comunicarlas al oyente con la precisión y vivacidad que el espíritu del poeta las concibe, según afirma Schopenhauer. Tales Ideas (en el sentido platónico), le devienen (al poeta) a manera de intuición, una vez que el asombro arrolla las distintas conceptualizaciones con que el hombre  intenta dar una explicación racional del mundo, otorgando al poeta la misión de representar la Idea de la humanidad, la cual consiste en que su obra refleje «el interior de la humanidad, todo lo que en el pasado, presente y porvenir sintieron, sienten y sentirán millones de hombres en determinadas ocasiones, siempre idénticas y siempre repetidas.»[2] La poesía es una obra de arte atemporal, como atemporales son las Ideas.

Schopenhauer dice que al poeta no se le debe juzgar, se le debe dejar ser, noble, elevado, moral, cristiano, ni que sea esto o aquello, pues él es la conciencia de la humanidad, ya que a través de un ejercicio de autoinmolación el poeta salta sobre el abismo para acceder a la otra orilla del mundo: la primigenia; aquella otra orilla que Platón denomina: Topos Uranos. Hogar y fundamento del ser eterno.  

       

              La poesía es «el arte de poner en juego la imaginación mediante palabras»[3], es una definición simple que Schopenhauer nos da en El mundo como voluntad y representación. Tal arte es necesario para el hombre una vez que ha sido capaz de cruzar el abismo para acceder a la otra orilla, en donde su espíritu vuelve a contemplar las Ideas eternas. A partir de ahí le resulta indispensable crear un nuevo lenguaje, a través del cual acercarse lo más posible a la perfección de las Ideas. De tal forma que, aún los mejores poemas escritos a lo largo de toda la historia humana, no consiguen ser sino simples destellos de la Verdad.  

             El poeta debe aprender a bucear en las profundidades del espíritu, para vislumbrar como por primera vez el mundo, y así reconstruir los daños que la modernidad ha infringido sobre el espíritu de la tierra. El poeta es la representación moderna del antiguo chamán de la tribu, ya que «el propósito del poeta al poner en marcha nuestra fantasía es revelarnos las ideas, es decir, mostrar con un ejemplo qué es la vida, qué es el mundo. La primera condición para ello es que él mismo lo sepa: su poesía resultará en función de lo profundo o superficial que sea su conocimiento»[4] Es decir que según sea el conocimiento previo del que disponga el poeta, de igual magnitud será la capacidad de su arte para expresar aquello que pertenece al campo de lo sagrado.

Al igual que el antiguo chamán, el poeta debe valerse de artilugios con los cuales volver accesible la Verdad al resto de la humanidad ciega y distraída, para lo cual debe hacer girar los mecanismos ocultos de la imaginación, de manera similar, pero contraria, a como se le da cuerda a un reloj, es decir, no para echar a andar el tiempo sino para detenerlo. Retornar a ese tiempo estacionario donde todas las cosas suceden como por primera vez, y que posteriormente, cada hombre en el mundo habrá de repetir y padecer a manera de ritual que se representa una y otra vez.

              Acerca de los poetas, Schopenhauer dice: «La señal por la que se reconoce inmediatamente al auténtico poeta, tanto de los géneros superiores como de los inferiores, es el carácter no forzado de sus rimas: estas acuden por sí mismas, como enviadas por los dioses: sus pensamientos les vienen ya rimados» En este caso, le está concediendo al poeta una genialidad o don, como si éste fuera favorecido por los dioses o por algo superior; aunque también por otra parte cree que un hombre de dotes puede escribir una poesía lírica cuando está poseído de un vivo entusiasmo, como es el caso de algunos autores anónimos o desconocidos de su época. Sin embargo, en el segundo caso se tratará de no más que un accidental destello de la Verdad. Para que el poeta sea capaz de mostrar el espíritu de la tierra, resulta indispensable que él mismo lo sepa, es decir, que se mantenga en contacto permanente con aquel.    

Octavio Paz y la poesía

     

          En palabras de Octavio Paz, en La llama doble, nos dice que la poesía, es «el testimonio de los sentidos» que da evidencia. Se cuestiona si lo que nos enseña son realidades o espejismos ¿se trata entonces de una cuestión de fe? Para Rimbaud el secreto de la poesía y de sus testimonios está en dos palabras fusión de ver y creer. «Aquello que nos muestra el poema no lo vemos con nuestros ojos de carne sino con los del espíritu» [5] El testimonio poético nos revela por medio de las imaginación que el mundo puede ser diferente, que dentro de este mundo hay otros mundos, que las cosas de este mundo toman otro significado al ser evocadas por el poeta.

A través de la imaginación, el poeta-vidente hace posible el encuentro entre el espíritu del hombre ordinario y el espíritu de la tierra. Es entonces cuando el hombre consigue trascender el mundo de las apariencias, para contemplar aquel efímero destello de la verdad capturado dentro del testimonio poético, en donde todo se trasgrede, como en los sueños y el erotismo.

El sueño es uno de los puentes que nos conectan con ese otro mundo más profundo que el de las apariencias. Lucrecio dice que en los sueños se originó la poesía, pues  estos son el fundamento de la imaginación, y el no-lugar donde se propician las revelaciones más profundas. Mientras que Nietzsche señala que «si bien es muy cierto que de las dos mitades de la vida, la mitad de la vigilia y la mitad del sueño, la primera nos parece mucho más privilegiada, importante, digna, merecedora de vivirse, más aún, la única vivida: yo afirmaría, sin embargo, aunque esto tenga toda la apariencia de una paradoja, que el sueño valora de manera cabalmente opuesta aquel fondo misterioso de nuestro ser del cual nosotros somos la apariencia»[6], dotando al sueño de una capacidad superior a la vigilia para comprender la vida.

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