La Poesia
marivic26315 de Julio de 2011
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Primera actividad: Presentación de un poema. Esta actividad tiene como único
objetivo acercarle al alumno de manera natural la palabra poética, su sonoridad,
su significado. El profesor presentará un poema a sus alumnos mediante su lectura
en voz alta. Luego les dirá el nombre de su autor y del libro en que pueden
encontrarlo. Por último les hablará de su relación personal con el poema, lo que le
dice, por qué lo ha elegido, cuándo lo leyó por primera vez, todo lo que éste crea
que pueda ser de interés para los que lo escuchan. Al final, volverá a leer nuevamente
el poema, antes de guardar una copia en un fichero y colgar otra en un panel
en la clase. El profesor le habrá acercado unas palabras a sus alumnos, consiguiendo
así un primer objetivo fundamental de cualquier clase de literatura, el de servir a
los chicos como un buen guía de lecturas. Les habremos entregado la palabra de
manera más libre y personal, y de esa misma forma ellos podrán acercarse ahora a
ellas. Ese es el papel del buen profesor de literatura, animar a la lectura, acercar la
palabra impresa al alumnado para que sus experiencias puedan enriquecerse por la
lectura de los buenos textos que puedan luego ocupar su ocio de manera enriquecedora.
Con la periodicidad que estime oportuna el profesor sus alumnos deberán repetir
su experiencia. Así, al final del curso habremos logrado reunir en el archivo una
excelente antología poética elaborada por los propios alumnos, y además las palabras
del panel nos acompañarán cada día en nuestro trabajo y en el de nuestros
compañeros en el aula. Naturalmente el profesor podrá y deberá servir de guía para
acercarles los textos a aquellos que no han dejado que las buenas palabras vivan
con ellos. Con este trabajo la lectura de los poemas no lleva consigo la elaboración
de ningún comentario, resumen o ficha. Se trata sólo de estimular la lectura, no de
realizar trabajos paralelos que nos sirvan para controlar el proceso. El joven se convertirá gracias a la lectura en dueño del poema. No habrá leído creyendo que solamente
hay una verdad oculta que tiene la obligación de descubrir. La verdad del
poema será la suya, la que él sienta y descubra con sus ojos y su imaginación. Aquí
nos gustaría recordar aquella frase que el escritor chileno A. Skármeta pone en boca
de un muchacho que habla con Neruda en su obra Ardiente Paciencia: «La poesía
no es de quien la escribe, sino del que la necesita».
Podemos fomentar esa necesidad por medio de actividades de lectura en voz
alta; éstas se podrían realizar con los mismos poemas recogidos en clase y cuando
el profesor considerara oportuno:
1.° El profesor realizaría una primera lectura que sirviera como modelo.
2.° A continuación se harían lecturas individuales. Tras la lectura los compañeros
comentarían de manera colectiva estas intervenciones.
3.° Estas lecturas individuales podrían ser grabadas y luego escuchadas. De
esta manera el joven podría tomar conciencia de determinados fenómenos
fónicos relacionados con su habla como podrían ser el seseo, aspiraciones
de consonantes finales, sonorizaciones de oclusivas, neutralización
de líquidas o relajación de vocales átonas, en el caso de los
alumnos canarios.
4.° Lectura colectiva: los poemas serán leídos con diferentes voces, alternando
las intervenciones.
5.° Una última actividad podría ser la audición de poemas grabados por sus
propios autores o el apoyo musical para el recitado en la propia aula.
Con estas actividades de lectura en voz alta ayudaremos al alumnado a recuperar
el gusto por la forma, acercándolo de manera natural a la sensualidad, sonoridad
y fuerza de la palabra. «Cantar y contar. ¡Qué hermoso baile de vocales!»,
decía Ángel Crespo (1998, 31). Si el alumno asimila esta musicalidad del poema
podrá también acercarse de forma más sencilla al plano de la escritura. Valente
(1999, 12), referido a esto, nos decía: «Cuando, en el camino hacia la escritura,
percibimos un ritmo, una entonación, una nota, algo que es, sin duda, de naturaleza
radicalmente musical, algo que remite al número y a la armonía, la escritura
ha empezado a formarse. Escribir exige, ante todo, del oído una gran acuidad».
Con la lectura de poemas el joven empezará a formar su conciencia poética. Ésta
le servirá sobre todo para un fin primordial, valorar mejor lo que está bien o mal
escrito.
Segunda actividad: Poesía, categorías y estructuras gramaticales: vamos a utilizar
poemas que nos sirvan como juego o excusa para acercar al alumno a determinados
conocimientos gramaticales básicos como el reconocimiento de categorías
morfológicas o la asimilación de estructuras sintácticas elementales.
Podíamos empezar con el sustantivo. Nuestra primera propuesta de trabajo parte
de un poema al que le habremos eliminado una palabra. Tomemos como ejemplo
éste de Juan Ramón Jiménez (1999, 394):
Cuando esté con las raíces,
llámame tú con tu (voz).
Me parecerá que entra
temblando la luz del sol.
El profesor leerá el poema sin la palabra que ha eliminado y mandará a sus
alumnos a llenar el espacio en blanco con otra. De esta manera establecemos una
primera relación entre lectura y escritura. La palabra elegida deberá ser un sustantivo,
porque es la única que puede aparecer en ese lugar de la oración. Con esto
habremos conseguido también que el alumnado reconozca el principio básico de la
morfología: relaciones que se establecen entre una palabra que está y otras que no
están, pero que podrían ocupar su lugar. Además, este juego fomenta la lectura creadora,
así como la rapidez y comprensión lectora, que favorecerá una mejor y más
personal interpretación de los textos.
En segundo lugar se leerán en voz alta diferentes poemas con las palabras elegidas
por los chicos. La actividad se cerrará con la lectura del profesor del poema
tal y como lo elaboró su autor. Este sería el momento de presentar el poema, haciendo
referencia a su autor, obra en la que aparece y razones por las que el profesor
lo ha elegido. Finalmente se hará un comentario en común sobre la actividad, comparando
el poema original con los poemas hechos por el propio alumnado (variaciones
de sentido, musicalidad, ritmo, etc.).
Si quisiéramos, además del sustantivo, también podríamos eliminar el determinante
que lo acompaña. De esta manera el alumno debería poner una palabra al
lado del sustantivo que elija. Esto nos serviría como excusa perfecta para explicarle
todas las posibles formas de determinación que contempla nuestra lengua y le ayudaría
a asimilar la relación de dependencia que se establece entre la forma que
determina al sustantivo y éste.
Para trabajar el adjetivo tomaremos un poema de José Ángel Valente (1999, 1,
p. 304) al que le habremos borrado previamente los calificativos que aparecen acompañando
a un nombre:
En muchos tiempos
tu cabeza (clara).
En muchas luces
tu cintura (tibia).
En muchos siempres
tu respuesta (súbita).
Tu cuerpo se prolonga sumergido
hasta esta noche (seca),
hasta esta sombra.
El ejercicio se podría plantear como el anterior. El alumno ha de llenar los huecos
con adjetivos calificativos. Así podríamos explicar la relación de dependencia
en género y número que se establece entre ambas categorías. Podíamos también
cambiar el orden entre el sustantivo y el adjetivo para ver si éste mantiene el mismo
valor en las dos posiciones. La actividad nos podría servir además para explicar
las otras dos formas posibles de adjetivación que existen en español cuando el adjetivo sigue al nombre: el uso de sintagmas preposicionales o de oraciones subordinadas
adjetivas. Se leería el poema con todas las posibilidades elegidas y acabaríamos
la actividad con la lectura y presentación del poema original de J. Ángel
Valente. Habremos realizado así un nuevo ejercicio de lectura creadora, donde además
de la comprensión lectora y la interpretación de los textos a partir de sus múltiples
posibilidades creativas y referenciales, habremos ayudado al alumno a jugar
con el lenguaje para amar un poco más una actividad a veces tan denostada como
la lectura poética.
Actividad tres: creación de sus propios textos. Es importante que el alumno dé
un paso hacia la escritura poética. A veces no sabemos cómo enseñar la escritura.
Las actividades anteriormente citadas de relación entre escritura y lectura son importantes
porque acercan al alumno a la base de la creación. Ahora le daremos una
excusa para que se ponga a escribir. Con este ejercicio elaboraremos un poema y
además aprovecharemos para hablarles un poco del adverbio y los complementos
circunstanciales. Tomaremos como base uno de los ejercicios que propone Rodari
en su Gramática de la fantasía (1979) y que recoge Vicente Zaragoza en su obra
La gramática (h)echa poesía (1987);
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