Ensayo de las tortugas también vuelan

LAS TORTUGAS TAMBIÉN VUELAN

Es una película que nunca habría visto por decisión propia y que siendo sincera, sólo terminé por la obligación de tener que realizar éste reporte, ¿Por qué? Realmente te deja sin palabras, sin aliento, viendo desfilar por la pantalla a niños que sin ningún tipo de duda no deberían conocer el mundo que les ha tocado vivir. A su vez, te resulta en ocasiones difícil centrarte en una historia que se supone como película, como “sólo una historia” cuando al chiquillo de tres años lo ves ciego, al hermano sin brazos y al amigo sin piernas. No hay manera. Mientras ellos recitan su guión, tú miras sus pequeños cuerpos despedazados y piensas adolorido, esto no es justo, y cuando acabas de pensarlo ya él ha dicho su frase y ni te enteraste por estar demasiado ocupado compadeciéndolos con el nudo en la garganta y con el corazón encogido. Resulta aún más difícil el poder ver objetivamente una historia muestra esas infancias truncadas por el conflicto armado y la explotación infantil, esa inocencia sepultada bajo el peso de las bombas, de una forma que duele sin plasmar la cara de mi hija, en el abandono y sufrimiento de aquellos niños.

La trama argumental de la película, la protagoniza Satélite, un niño que es líder de un grupo de personas dedicados a la recogida y posterior venta de mortíferas minas con las que pretenden reunir el dinero suficiente para comprar una antena parabólica, y así estar informados sobre el ataque que se avecina: la invasión americana contra Irak, orquestado por el presidente Bush. Aunque la película no entra en temas políticos, se muestra consciente de que en la situación que aquí se plasma los gobernantes han jugado un papel decisivo. Bastante significativa es la frase “el mundo está en sus manos”, pronunciada por un niño al tiempo que ve a Bush en televisión. Razón no le falta. Lo que indirectamente plantea la obra es que todos, en mayor o menor medida, somos responsables de que el mundo esté en sus manos y, por ende, de la mayoría de situaciones de insoportable dolor como la que aquí se refleja, o como coloquialmente se conoce como “tanto peca el que mata la vaca como que el que le agarra la pata”.

Las tortugas también vuelan es una eficaz denuncia contra la guerra, una llamada de auxilio a que dejen de violarse de los Derechos Humanos. Yo lo tomaría más como un documental ya que no tiene una historia con inicio y fin, sólo está el nudo de la historia, por tanto es un documento, que proyecta en pantalla grande esos territorios a los que nadie presta auxilio, alejados de la mano de Dios, en los que la injusticia y la barbarie campan a sus anchas ante la mirada esquiva del mundo mal llamado desarrollado, ante la omisión también de los medios de comunicación.

Pero lo que más me ha llamado la atención es que es una película bélica sin bombas, sin apenas violencia: lo terrible es lo que no vemos. Las tortugas también vuelan se convierten así en un puñetazo en el estómago y un eterno nudo en la garganta un documento audiovisual que nos habla de una realidad que Occidente tiende a olvidar, pero que está ahí y se repite día a día. Cine que remueve las conciencias y hace pensar. Y, por supuesto, es un llamamiento a no juzgar a la ligera ninguno de las controvertidas acciones que se van sucediendo -como lo que decide hacer una niña con su hijo, fruto de una violación-, sin ni siquiera haber vivido algo parecido en primera persona, con la imposibilidad de ponerse a años luz de su propia piel.

porque las Tortugas también vuelan es una metáfora de la búsqueda de lo imposible. Una metáfora sobre cómo los seres humanos se adaptan tras la imputación de sus miembros, por ejemplo. Sobre como los discapacitados están capacitados para todo. Resulta emotivo observar como el manco tapa al pequeño con la manta con los pies, o como desactiva una bomba con la boca. Si un manco puede desactivar bombas, si un cojo puede “correr” con unas muletas, si un ciego puede ver los peces rojos… ¿Por qué las tortugas no pueden volar?

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