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Guia De Comprension Lectora 6ª


Enviado por   •  25 de Julio de 2013  •  1.104 Palabras (5 Páginas)  •  371 Visitas

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Cómo llegó el sol

No había luz por ninguna parte, y todos los animales andaban dando tumbos en la oscuridad. Cuando uno tropezaba con otro, decía:

-Lo que nos hace falta en el mundo es la luz.

Y el otro contestaba:

- Eso, nos hace mucha falta la luz.

Por fin, los animales convocaron una asamblea y se reunieron como pudieron en la oscuridad. El pájaro carpintero de cabeza roja dijo:

- He oído que al otro lado del mundo hay gente que tiene luz.

- ¡Bien, bien! – dijeron todos.

- A lo mejor si vamos hasta allá nos dan algo de luz – sugirió el pájaro carpintero.

- Si tienen toda la luz que existe – dijo el zorro-, seguro que son egoístas y no quieren darnos nada. Tal vez sea mejor ir y quitarles la luz, y ya.

- ¿Quién se encarga de ir? – exclamaron todos, y los animales se pusieron a hablar todos a la vez y a discutir sobre quién era el más fuerte y el más rápido, quién era el más indicado para ir a buscar la luz.

Al cabo de un tiempo la zarigüeya macho dijo: - Déjenme que lo intente. Con la cola tan grande y peluda que tengo, puedo esconder la luz en el pelo.

- ¡Muy buena idea! – dijeron los demás, y la zarigüeya macho se puso en camino. A medida que avanzaba hacia el este, la luz se iba haciendo cada vez más fuerte, hasta que la deslumbró, y la zarigüeya tuvo que entornar los ojos para que esa luz tan intensa no la cegara. Aún hoy puedes observar, si te fijas, que la zarigüeya tiene los ojos casi cerrados, y que solo sale de su casa por la noche.

De todas formas, la zarigüeya continuó su marcha hacia el otro lado del mundo, y allí encontró el sol. Agarró un pedacito y lo escondió entre el pelo de su tupida cola, pero el sol estaba tan caliente que le quemó todo el pelo, y cuando la zarigüeya volvió a casa tenía la cola pelada, como la tiene actualmente.

-¡Qué desastre! – dijeron todos -. Nuestro hermano se ha quedado sin su bonita cola peluda, y nosotros seguimos sin luz.

-Iré yo – dijo el buitre-. No soy tan tonto como para ponerme el sol en la cola. Me lo pondré en la cabeza.

De modo que el buitre voló hacia el este hasta que llegó al lugar donde estaba el sol. Y como el buitre vuela tan alto, los guardianes del sol no lo vieron, aunque estaban vigilando por si llegaban ladrones. El buitre bajó al cielo en picada, igual que lo hace ahora, y atrapó un trozo de sol en las garras. Se lo puso en la cabeza y emprendió el regreso, pero el sol estaba tan caliente que le quemó todas las plumas de la cabeza, y ésa es la razón por la cual el buitre es calvo hoy en día.

Los animales estaban desesperados.

-¿Qué hacemos ahora? ¿Qué podemos hacer? – se lamentaban-. Nuestros hermanos varones han hecho todo lo que han podido, todo lo que estaba a su alcance. ¿Qué nos queda por intentar para conseguir la luz?

- Han hecho todo lo que puede hacer un varón – dijo una vocecita entre la hierba-, pero quizás haya algo que nosotras podamos hacer mejor que ustedes.

-Y tú, ¿quién eres? – le preguntaron todos-. ¿De quién es esa vocecita que sale de la hierba? Soy la Abuela Araña – contestó-. A lo mejor vine a este mundo para traerles la luz. ¿Quién sabe? Al menos puedo intentarlo, y si me quemo no habrán perdido a uno de sus grandes guerreros.

Entonces, la Abuela Araña palpó a su alrededor en la oscuridad hasta que encontró un poco de arcilla húmeda: la amasó entre las manos y formó un pequeño recipiente de arcilla. Se puso en marcha rumbo al este con él, y a medida que caminaba iba formando un hilo para encontrar el camino de vuelta.

Cuando la Abuela Araña llegó a la tierra de

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