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Guia-Guía de ejercicios dos: modos narrativos


Enviado por   •  20 de Marzo de 2018  •  Trabajos  •  2.773 Palabras (12 Páginas)  •  302 Visitas

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Guía de ejercicios dos: modos narrativos

Nombre:______________________________________________________________ fecha:_____

Texto uno

"Mi nombre es Ixca Cienfuegos. Nací y vivo en México, D.F. Esto no es grave. En México no hay tragedia: todo se vuelve afrenta. Afrenta, esta sangre que me puma como filo de maguey. Afrenta, mi parálisis desenfrenada que todas las auroras tiñe de coágulos. Y mi eterno salto mortal hacia mañana. Juego, acción, fe - día a día, no sólo el día del premio o del castigo: veo mis poros oscuros y sé que me lo vedaron abajo, abajo, en el fondo del lecho del valle”

Carlos Fuentes. La región más trasparente

  1. ¿Cuál es el modo narrativo predominante en el fragmento anterior?
  1. Corriente de la conciencia                b.  Estilo indirecto                c. Monólogo interior

d.    Estilo indirecto libre                e. Soliloquio

Texto dos

Sonaba el teléfono y he oído el timbre. He cogido el aparato. No me he enterado bien. He dejado el teléfono. He dicho: “Amador”. Ha venido con sus gruesos labios y ha cogido el teléfono. Yo miraba por el binocular y la preparación no parecía poder ser entendida. He mirado otra vez: “Claro, cancerosa”. Pero, tras las mitosis, la mancha azul se iba extinguiendo. “También se funden estas bombillas, Amador.” No; es que ha pisado el cable. “¡Enchufa!” Está hablando por teléfono. “¡Amador!” Tan gordo, tan sonriente. Habla despacio, mira, me ve. “No hay más.” “Ya no hay más.” ¡Se acabaron los ratones! El retrato del hombre de la barba, frente a mí, que lo vio todo y que libró al pueblo ibero de su inferioridad nativa ante la ciencia, escrutador e inmóvil, presidiendo la falta de cobayas. Su sonrisa comprensiva y liberadora de la inferioridad explica -comprende- la falta de créditos. Pueblo pobre, pueblo pobre. ¿Quién podrá nunca aspirar otra vez al galardón nórdico, a la sonrisa del rey alto, a la dignificación, al buen pasar del sabio que en la península seca espera que fructifiquen los cerebros y los ríos? Las mitosis anormales, coaguladas en su cristalito, inmóviles -ellas que son el sumo movimiento-. Amador, inmóvil primero, reponiendo el teléfono, sonriendo, mirándome a mí, diciendo: “¡Se acabó!”. Pero con sonrisa de merienda, con sonrisa gruesa. “Qué belfos, Amador”.

Luis Martín. Tiempo de silencio

  1. ¿Cuál es el modo narrativo predominante en el fragmento anterior?
  1. Monologo interior                II. Estilo indirecto                III. Corriente de la conciencia
  1. Sólo I                b. Sólo II          c. Sólo III             d. Sólo I y II                     e. Sólo II y III        

Texto 3

En la cocina andaban ya con el mate. El velorio se organizaba solo, por sí mismo: las caras, las bebidas, el calor. Ahora que Celina acababa de morir, increíble cómo la gente de un barrio larga todo (hasta las audiciones de preguntas y respuestas) para constituirse en el lugar del hecho. Una bombilla rezongó fuerte cuando pasé al lado de la cocina y me asomé a la pieza mortuoria. Misia Martita y otra mujer me miraron desde el oscuro fondo, donde la cama parecía estar flotando en una jalea de membrillo. Me di cuenta por su aire superior que acababan de lavar y amortajar a Celina, hasta se olía débilmente a vinagre.

--Pobrecita la finadita --dijo Misia Martita--. Pase, doctor, pase a verla. Parece como dormida.

Aguantando las ganas de putearla me metí en el caldo caliente de la pieza. Hacía rato que estaba mirando a Celina sin verla y ahora me dejé ir a ella, al pelo negro y lacio naciendo de una frente baja que brillaba como nácar de guitarra, al plato playo blanquísimo de su cara sin remedio. Me di cuenta de que no tenía nada que hacer ahí, que esa pieza era ahora de las mujeres, de las plañideras llegando en la noche. Ni siquiera Mauro podría entrar en paz a sentarse al lado de Celina, ni siquiera Celina estaba ahí esperando, esa cosa blanca y negra se volcaba del lado de las lloronas, las favorecía con su tema inmóvil repitiéndose. Mejor Mauro, ir a buscar a Mauro que seguía del lado nuestro.

De la pieza al comedor había sordos centinelas fumando en el pasillo sin luz. Peña, el loco Bazán, los dos hermanos menores de Mauro y un viejo indefinible me saludaron con respeto.

--Gracias por venir, doctor --me dijo uno--. Usté siempre tan amigo del pobre Mauro.

--Los amigos se ven en estos trances --dijo el viejo, dándome una mano que me pareció una sardina viva.

Todo esto ocurría, pero yo estaba otra vez con Celina y Mauro en el Luna Park, bailando en el Carnaval del cuarenta y dos, Celina de celeste que le iba tan mal con su tipo achinado, Mauro de palm-beach y yo con seis whiskys y una mamúa padre. Me gustaba salir con Mauro y Celina para asistir de costado a su dura y caliente felicidad. Cuanto más me reprochaban estas amistades, más me arrimaba a ellos (a mis días, a mis horas) para presenciar su existencia de la que ellos mismos no sabían nada.

Me arranqué del baile, un quejido venía de la pieza trepando por las puertas.

--Ésa debe ser la madre --dijo el loco Bazán, casi satisfecho.

«Silogística perfecta del humilde», pensé. «Celina muerta, llega madre, chillido madre».

Julio Cortázar. Las puertas del cielo

  1. ¿Cuál es el modo narrativo predominante en el fragmento anterior?
  1. Estilo directo                II. Corriente de la conciencia                    III. Montaje
  1. Sólo I                b. Sólo I y III          c. Sólo II y III             d. Sólo I y II                     e. I,  II y III        

Texto 4

Las tres. El big ben del comedor del comedor me resulta insoportable a la madrugada. Y no quiero tomar pastillas. Prefiero el insomnio. Además, me gusta repasar. ¿Por qué será que siempre, cuando me despierto en la madrugada, casi el único recuerdo que comparece es el de la primera vez? Me marcó, sin duda, Rosario. Y sin nostalgia. El mar tranquilo, al atardecer, como un plato. Atrás los árboles. Jugábamos casi todas las tardes a las paletas. Portezuelo es ideal para eso. Mis diecisiete años. La edad que ahora tiene Gustavo. “Gracias por el fuego”

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