LA LENGUA
libradolopez28 de Marzo de 2014
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Sin asistir a ninguna escuela, aprendimos
de pequeños la lengua oral de nuestros
padres y de nuestro pueblo. Y sólo porque
supimos con sorprendente precocidad que
la lengua era un instrumento económico y
eficaz para satisfacer nuestras necesidades
más inmediatas. Y sin embargo, muchos
años después de ese prodigio, seguimos
peleando nos con las palabras “para que
digan lo que quiero decirte y para que tú
las oigas como quiero que me oigas”,
porque con nosotros crecieron, y siguen
haciéndolo, nuestras necesidades de
comunicación.
Otra más concreta: que el profesor llame la
atención sobre la manera en que él mismo
utiliza el lenguaje. Hacer notar, al
principio, al final, o a lo largo de una
explicación, cómo ésta ordenada la
información, o cuándo se ofrecen datos y
cuando se introducen valoraciones, o de
qué forma se ponen en relación varios
conceptos en una definición. Este tipo de
observaciones, además de facilitar la
comprensión de lo que se esta diciendo,
hacen que el discurso del profesor funcione
como modelo que ayudará a los alumnos a
construir su propio discurso.
Pero, al margen de otras sugerencias que
se podrían hacer-algunas de las cuales son
práctica habitual en muchos profesores
eficaces, aunque no se hayan planteado
explícitamente la cuestión de la lengua
oral-, contribuir al desarrollo de esta
competencia pasa siempre por ceder la
palabra al alumno, no para abandonarle a
su suerte, esperando que aprenda solo,
sino para que, mediante la participación en
las interacciones que se generan en el
aula, se convierta en hábil observador de
usos lingüísticos más formales y en
LA LENGUA ORAL EN LA ENSEÑANZA SECUNDARIA___________________________
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productor competente de nuevos discursos.
La adquisición de nuevos saberes por
medio de un trabajo cooperativo con
compañeros y profesores es el mejor
ejercicio para el desarrollo de las destrezas
orales, porque para ello es necesario
respetar las normas de interacción que
hacen posible una comunicación
satisfactoria, adaptarse a diversos
receptores y a situaciones de comunicación
más y menos formales, construir textos
variados en función de diferentes
finalidades (transmitir informaciones,
defender puntos de vista, llegar a
acuerdos, etc.). Es éste un uso de la lengua
en situaciones reales, a partir de
necesidades reales de comunicación, lo que
no suele ocurrir en muchos ejercicios
específicos de lengua oral (en los debates,
por ejemplo). Por tanto, no parece sensato
empeñarse en simular situaciones
comunicativas que obligan a los alumnos a
ejercer papeles que les son ajenos,
mientras se renuncia a hacerles hablar en
el medio que les es más propio.
Por otra parte, y aunque sólo quede aquí
apuntado, conviene no olvidar que el
desarrollo de las destrezas orales puede
potenciarse recogiendo en los proyectos
educativos de centro propuestas tendentes
a abrir contextos de aprendizaje del uso
oral de la lengua más allá del aula. La
creación de una emisora de radio en el
centro, la cesión de la gestión de algunas
actividades a los alumnos, la asistencia y la
participación de éstos en reuniones,
pueden ser ámbitos privilegiados para el
desarrollo de esta competencia porque
enfrentan al alumno a situaciones
comunicativas más variadas.
En resumen, la escuela puede ser un
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