LA LEYENDA

LA PESTE EN SAN PABLO.

Todo comenzó en la década de 1970, cuando arribó a la población ese campesino enfermo.

Recuerdo todo, ese día, me dirigía al campo a cortar milpa y fue ahí, en la reverdeciente sierra donde lo vi por primera vez. Su cabello negro, su tez morena, sus labios gruesos y sus ojos incandescentes, me parecieron conocidos. Me quedé dudoso por saber quién era, así que me levanté de entre la milpa y me dirigí a preguntarle; pero quién se iba a imaginar que ese hombre provocaría hambruna, muertes y una terrible crisis económica en toda esta población.

Poco a poco lo fui conociendo mejor y me fui dando cuenta que no era muy astuto, pero que era un hombre trabajador y comprometido.

Un día, cuando iba por unos trozos de leña lo encontré en la calle, lo miré un poco despistado, se le miraba en su rostro y le dije:

-Paco, ¿te sientes bien?, te veo un poco raro, pareces estar enfermo.

Con voz un poco ronca y suave, me contestó:

-Creo que si estoy enfermo, no me he sentido bien estos días, me he sentido cansado, e incluso ayer tenía un poco de fiebre.

-Pues deberías ir a ver al sacerdote, no vaya a ser que te infectes- concluí.

Pasaron los días y Paco no mejoraba, me desocupé y fui a visitarlo, pero desafortunadamente ya estaba muy enfermo, estaba en agonía y los curas no sabían de qué. Su funeral fue una experiencia macabra, ya que como era extranjero, no tenía familia aquí. No se el porqué me dolió tanto su pérdida, tal vez porque fue a mí al primero al que conoció o porque pasamos poco tiempo juntos.

Después de eso, me dedique al campo por completo, perdí interés por vivir, porque cuando recordaba a Paco pensaba que la vida es muy corta y a veces muy cruel, y que si no la disfrutamos se nos escapa de las manos.

Me alejé por completo de la sociedad, por bastante tiempo, hasta que un día eran suficientes los rumores que había escuchado sobre que en el suroeste del pueblo algunas familias presentaban los síntomas de los cuales murió Paco, que decidí ir a comprobarlo.

Fue muy cruel saber que era verdad y no pasaron ni semanas cuando más de la mitad de la población estaba enferma, y los que aún no lo estaban, se refugiaban en las iglesias o en casas de otras personas.

La lucha en contra de esa enfermedad desconocida, que en realidad era varicela, duró aproximadamente 11 años y cuando al fin terminó, los azotes y daños que la población había sufrido, parecían irremediables.

Me siento orgulloso al decir que fue mucho esfuerzo de las personas, pero poco a poco, con esmero y dedicación, fuimos logrando recuperar el orden y la paz en ésta población.

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