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Leyendas


Enviado por   •  14 de Abril de 2015  •  Tesis  •  16.859 Palabras (68 Páginas)  •  177 Visitas

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1. La dama del viejo panteón de Santiago

Allá por los años 50, cuando la gente andaba a pie hacia muchos de sus destinos, los transeúntes que cruzaban frente viejo panteón de Santiago ubicado al poniente de la ciudad de Saltillo, empezaron a notar a una mujer sentada sobre una de las enormes piedras de la entrada. Parecía que esperaba a alguien, pero el halo de misterio que la rodeaba y la falta de alumbrado público, no permitía a los vecinos mirar de quien se trataba, por lo que pasaban de largo y con rapidez.

Cierta noche, un hombre trasnochado y ebrio, se acercó a darle las buenas noches a la dama. Era muy bella, de delgada figura, finas facciones y piel clara. Le sonrió al ebrio de forma coqueta y este quedó prendado al instante. Ignorando por completo el hecho, de que las ropas que la joven vestía no correspondía a la época.

La saludó galantemente y ella correspondió invitándolo a pasar al cementerio. El individuo se sentía con tanta suerte, que se imaginó una escena teniéndola entre sus brazos escondiéndose tras las tumbas y árboles del camposanto. Por lo cual no dudó ni un momento en seguirla hasta el rincón más apartado, donde apenas llegaba la luz de la luna.

Cuando logró alcanzarla, observó cómo aquel bello rostro no era más que una calavera amarillenta, desprovista de ojos y con las cuencas llenas de tierra; hubiera podido pensar que era una ilusión momentánea de la bebida, pero todo el cuerpo de la mujer correspondía a la visión, era un esqueleto encubierto por un vestido desgastado y traslucido tanto que el propio viento le arrancaba pedazos en cada soplido.

Las piernas del incauto no le permitieron más que caer de rodillas y arrastrarse por el suelo hasta huir. Corrió la voz por el pueblo y aquellos que veían a la parecida al pasar las 11 de la noche, se santiguaron y pasaron rápido de largo haciendo caso omiso a las insinuaciones que les hacía.

2. Leyenda de la niña del parque

El Parque Rodolfo Landeros Gallegos (Parque Héroes Mexicanos) está ubicado en el lugar que ocupó hasta principios de la década de los 80′s el aeropuerto de la ciudad, se ubica sobre la ave. José Ma. Chávez al sur de la ciudad, está poblado de álamos y eucaliptos, cuenta con un lago artificial con fauna instalada de carpas y patos, también tiene áreas temáticas para niños como lo es “La zona de Cri-Cri”, la Cabaña de Juan Chávez, en donde los niños aprenden sobre perspectiva y relatividad, la ciudad miniatura con recreaciones de los principales edificios civiles de la Ciudad, cuenta con asadores diseminados, una pista de patinaje sobre ruedas, canchas de basquetbol, pasamanos, resbaladillas, ciclo pista, aviario, y un trenecito que da un recorrido por todo el parque.

Lo anterior parece suficiente para que este parque se haya hecho famoso, pero su reconocimiento nace gracias a una leyenda, la cual cuenta que cuando el lugar funcionaba como aeropuerto de la ciudad sucedió un terrible accidente, la hija de uno de los trabajadores fue arroyada por una avioneta al estar de visita en las instalaciones y perdió la vida al instante.

Se dice que desde entonces las apariciones de la niña fueron frecuentes, y con la nueva temática del lugar se han acrecentado, porque encuentra entre sus visitantes, muchos niños a los cuales invitar a jugar. Hay personas que dicen haber tenido encuentros con el fantasma de la niña, por toda la zona, ella los invita a jugar y les muestra una muñeca, la misma que llevaba el día de su muerte.

Los encargados del parque ya saben de su existencia e intentan tenerla confinada en el área del meteorológico que está instalado dentro del parque, para que no provoque otro accidente que cobre la vida de algún niño, pero… ¿cómo se detiene a un fantasma si atraviesa paredes?…

Seguramente esa táctica no está funcionando del todo, ya que aun con las grandes extensiones del parque, ella ha sido vista por todos lados.

3. Leyenda de la Llorona

La Llorona es un ser espectral, que vaga por los caminos de todo el país azteca, llorando y gimiendo o anunciando infortunios. Su leyenda tiene inimaginables versiones.

El antecedente más conocido de la leyenda de la llorona tiene sus raíces en la mitología Azteca. Cuentan que una figura femenina vestida de blanco comenzó a aparecer regularmente sobre las aguas del lago de Texcoco y a vagar por las colinas gimiendo y lamentándose: -¡Mis muy queridos hijos, ya llega nuestra partida, ya estamos a punto de perdernos! ¡Oh, hijos míos!, ¿a dónde os llevaré?-. Los habitantes de Tenochtitlán creían en las Cihuateteo, que eran los espíritus de las mujeres muertas durante el parto y a quienes se les honraba por haber perdido tal batalla; estos espíritus se encontraban llorando por sus hijos en los cruces de los caminos. Las Cihuateteo están relacionadas con la diosa Cihuacóatl quién, dentro de la mitología azteca, fue la primera mujer en dar a luz y se convirtió en la diosa protectora de los partos y de las mujeres que morían al parir. Si algún mortal veía estas cosas, podía estar seguro de que para él esto era un presagio seguro de infortunio o incluso muerte. La diosa Chihuacóalt había emergido de las aguas del lago de Texcoco para llorar a sus hijos (los aztecas), anunciar la caída del imperio azteca a manos de hombres procedentes de Oriente. Su aparición constituía el sexto presagio del fin de la civilización.

Curiosamente, con la conquista de los españoles, el eco de la Cihuacóatl se dispersó y en cada región se fusionó con la imagen de varias deidades femeninas: Auicanime “la necesitada, la sedienta”, diosa del hambre de los tarascos de Michoacán; Xtabai, diosa del suicidio según los mayas de la Península de Yucatán; Xonaxi Queculla,”la señora de la red de carne”, deidad de la muerte, del inframundo y de la lujuria entre los zapotecos, en Oaxaca.

Surgieron también las versiones coloniales. Después de la muerte de Doña Marina (La Malinche), se decía que esta era la llorona, la que venía a penar del otro mundo por haber traicionado a los indios de su raza, ayudando a los extranjeros para que los sometieran. De ahí se derivó una más que hablaba de la traición de un español al amor de una mujer indígena con la cual procero tres

hijos. El hombre la abandonó para casarse con una dama española. Y la mujer indígena en un acto desesperado, asesinó a sus tres hijos ahogándolos en un río y luego se quitó la vida a causa de la culpa. Al llegar a las puertas del cielo, Dios le preguntó por sus criaturas y ella contestó: -No lo sé, mi Señor-, así que la envió

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