La Muneca
idanis7126 de Marzo de 2013
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Revistade LiteraturaHispanoamericanaNo. 36 (1998): 117-137
La oblicuidad y el desplazamiento de la escriturafemenina del siglo XIX:La Muñecade CarmelaEulate Sanjurjo(1895):Puerto Rico
Alexandra C. Nones-RoizUniversityof Californiaat Berkeley
Resumen
El enfoque constante de los críticos literarios latinoamericanos sobre un redu-cido número de textos decimonónicos ha fomentado la idea de que la literatura delsiglo XIX es conservadora e ideológicamente monolítica. Al privilegiar determina-das obras se encubre el hecho de que existen otros textos cuya ideología se opone ala que promueven las novelas canónicas. El hecho de que muchos de los textosoposicionales fueron creación de las mujeres contribuye aún más a la falta de aten-ción y estudio por parte de historiadores y críticos de la literatura, ya que conside-ran «inferior» el estilo narrativo de esos textos al compararlos con los de los escrito-res. Sin embargo, muchas de estas obras presentan aspectos que critican la ideolo-gía dominante fomentada por las novelas románticas reconocidas. Esto sucede enLa muñeca(1895) de Carmela Eulate Sanjurjo, cuya protagonista reta la típica ca-racterización romántica de la mujer.
Palabras clave:Novelista femenina, discurso patriarcal y oposicional, romanti-cismo.
Recibido: 20-03-98 • Aceptado: 26-03-98
Alexandra Nones-Roiz118Revista de Literatura HispanoamericanaNo. 36, 1998
Oblicuity and the displacement of XIXcentury femenine writing: "Carmela Eulate
Sanjurjo's doll" (1895): Pto. Rico
Abstract
Nineteenth century Latin American literature suffers from its characterizationas ideologically monolithic and conservative, a view promoted by critics' continualfocus on a limited number of novels. The privileging of these texts obscures thefact that there were other works which opposed the views promoted by these cano-nical novels. The fact that many of these oppositional texts were written by womenfurther contributes to their disregard since their narrative style is often deemed «in-ferion, to that of male writers. Yet sorne of these works contain aspects which criti-cize the dominant ideology promoted by many Romantic novels. This is the casewith the novelLa muñeca(1895) by Carmela Eulate Sanjurjo. This work challen-ges the traditional rmantic characterization of women through its protagonist.
Key words: The femenine novel, patriarcal and oppositional discourse, romanti-cism
Yo conozco, con el natural entendimientoque Dios me ha dado, que todo lo hermosoes amable; mas no alcanzo que, por razónde ser amado, esté obligado lo que esamado por hermoso a amar a quien le ama.«Marcela» en Don Quijote (Cervantes, 130)
En América Latina, las novelassentimentales gozaron de una popu-laridad inmensa y por tanto funcio-naron como una de las maneras másefectivas para promover los valoresde la clase dirigente. Este sector te-nía un gran interés en crear una ima-gen de la nación y del ciudadano/a
que aseguraría su dominio y man-tendría su poder. De ahí que el mun-do ficticio de las novelas sentimen-tales sirviera como una especie demodelo para el mundo real, y los/asprotagonistascomomodelosdecomportamiento para emularse o re-chazarse. Uno de los objetos de en-foque más importante en las novelassentimentales era la mujer, ávidalectora de estos textos y un impor-tante sector de las nuevas naciones.Mediante sus caracterizaciones de lamujer como pasiva, espiritual y de-
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sinteresada, estos escritores (ya quemayormente eran hombres) lograron«mitificar» a la mujer dentro de la li-teratura. El efecto pernicioso de estaimagen fue suficiente para que mástarde justificara la exclusión de lamujer latinoamericana de activida-des públicas no consideradas «feme-ninas».
Sin embargo, en el siglo XIXtambién se escribieron textos que re-taban la imagen patriarcal dominan-te promovida por las novelas canó-nicas, obras que hoy en día se consi-deran «clásicas». Estos textos anali-zaban la situación de la mujer con elfinde criticar las costumbres pa-triarcales que la oprimían y que, porconsiguiente, eran responsables delos comportamientos femeninos «re-prochables».Escritoras como Car-mela Eulate Sanjurjo en PuertoRico, Soledad Acosta de Samper enColombia y María Ch. Navarrete enVenezuela utilizaron al ámbito do-méstico como punto de partida parademostrar cómo muchas de las leyessociales que limitaban la libertad fe-menina no sólo eran opresivas parael supuesto «bello sexo», sino detri-mentales para el bienestar nacional.
Según ellas, las costumbres pa-triarcales que limitaban la libertadfemenina impedían una compren-sión mutua entre los sexos y, en mu-chas ocasiones, conducía a un com-portamiento femenino «indeseado»desde el punto de vista del patriarca-
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do, conducta muchas veces asociadacon la mujer «mala». Pero como de-muestran estas escritoras, estos he-chos no eran prueba de una naturale-za femenina deficiente, sino el resul-tado de pocas oportunidades socia-les que exigían que las mujeres oaceptaran un rol social limitado oque intentaran lograr su propios de-seos y así arriesgar el rechazo so-cial.Con todo, la poca atención crí-tica que han recibido estos textos hacontribuido a la caracterización delsiglo XIX como una época ideológi-camente monolítica y conservadora,encubriendo así una realidad muchomás dinámica.
Ahora bien, el crítico francés Mi-chel Foucault ha notado que uno delos elementos más importantes delpoder es su habilidad de convertir alindividuo en un sujeto. La manerapor la cual el poder logra esto esmediante varias prácticas, como lacreación de las disciplinas y la orga-nización y clasificación de varioselementos de la sociedad, que esta-blecen lo que se considera «normal».Además, el poder se mantiene a símismo desapareciendo y creando lailusión de que no existe. Las normassociales, por ejemplo, parecen serun desarrollo natural de la evoluciónhumana en vez de una serie de códi-gos artificiales impuestos por ungrupo específico con el fin de esta-blecer su hegemonía. El individuocree tener libre albedrío aunque, en
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cierto sentido, sus acciones ya hansido decididas por el poder que lo haconvertido en sujeto desprevenido.Lo que Foucault define como unarelación de poder «es un modo deacción que no actúa directa e inme-diatamente sobre las personas. En sulugar, actúa sobre sus acciones: unaacción sobre una acción» (Foucault,220). Por consiguiente, el poder esla habilidad de manipular el com-portamiento de una persona.
La literatura siempre ha sido unamanera por la que el ser humano hapodido aprender de sí mismo, espe-cialmente al identificarse con losmundos reflejados dentro de los tex-tos literarios, y por eso ha sido unade las manera por las que el poderha podido manipular al individuo endiversos aspectos. Uno de los ejem-plosmás claros de una manifesta-ción del poder dentro del mundo dela literatura son las historias litera-rias, una especie de lista de textosdeclarados importantes -y por esodignos de ser recordados- por ungrupo de críticos y escritores; perolos textos que no se adhieren a lospreceptos creados en gran parte poruna crítica literaria hegemónica per-manecen excluidos del canon y, enmuchos casos, destinados al olvido.Esta realidad resalta en Puerto Rico,cuyo canon «paternalista», como se-ñala Juan Gelpí, ignora los aportesfemeninos para organizar/controlar
desde su perspectiva la producciónliteraria de la isla:
Esa obsesión por una totalidad que pro-yecta la crítica sobre la producción litera-ria repercute también en una jerarquíaque está implícita en la constitución delcanon patriarcal en Puerto Rico: la litera-tura digna de pasar al canon es literaturade hombres, de políticos, de constructo-res de nación (Gelpí, 12).
Lo que sucede con esta omisiónes que se crea y recrea, a lo largo delas épocas, la impresión de que elnúmero de escritoras es casi inexis-tente-ya no sólo en Puerto Ricosino en toda América Latina-. Delmismo modo, dentro de esa reduci-dísima representación femenina nose puede encontrar calidad.
Durante las últimas décadas, lacrítica literaria feminista ha cuestio-nada la exclusión de autoras del ca-non literario, como también lo hahecho sobre las normas que se hanimpuesto para justificar esta exclu-sión. Las historias literarias puerto-rriqueñas, como señala Lizabeth Pa-ravisini, siguen reflejando los vesti-gios de una crítica masculina congustos limitados:
La estrecha definición del género elabo-rada por nuestra crítica ha limitado laaceptación de cualquier tipo de novelaque no se oriente hacia la exploración delconflicto social. Cuando surge otro tipo
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de novela -como en el caso de las nove-las escritas por mujeres en Puerto Rico-no hay un marco crítico en el cual ubicar-las [1 el mundo íntimo y restringido de lamujer en Puerto Rico no se deja oír (Pa-ravisini, 92).
El sistema patriarcal, sin embar-go, no sólo ha excluido los textosescritos por mujeres, sino que haimpedido el desarrollo de una teoríaliteraria que tome en cuenta la posi-ción particular subalterna de la mu-jer (algo que, como han notado va-riascríticasfeministas,Foucaulttampoco consideró en su estudio delpoder). En la mayoría de los casos,lostextosescritospormujeres,cuando son reconocidos por la críti-ca literaria, reciben la etiqueta de«inferior», ya que,
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