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La Verddera Historia De L Balserita

macealta10 de Noviembre de 2012

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Se convirtió en el símbolo del sacrificio de los estudiantes rurales del país. Su historia inspiró discursos políticos, movilizó autoridades, agilizó planes comunales y le regaló algo de atención a su apartado pueblo. El único detalle es que su historia no era exactamente como se contó. Esta es la historia que usted no ha leído: la de un alcalde, un pueblo que pide atención, una niña, un trozo de plumavit y un país que siguió la corriente.

Por Francisco Aravena F., desde Puerto Gala, XI Región.

04 de Junio de 2005

El estigma de "tierra sin ley" les duró un tiempo pero ya terminó. Se fue con las leyendas de la fundación, con las historias cocinadas al amparo del nylon que cobijó a los primeros aventureros, suicidas o todas las anteriores que llegaron a instalarse a esta isla poco amable para el poblamiento humano. La merluza era abundante, era rentable y fue capaz de transformar un hábitat hostil en un fértil mini continente de hombres solos. Y cuando los hombres están solos llegan los problemas: de aislamiento, de condiciones de vida, de impunidad, de prostitución nómada.

Salvo que en esta parte del mundo y en ese momento de la historia, llegaba un señor grande de túnicas largas que desafiaba el clima y la topografía y pujaba con una voluntad que sólo podía ser, como muchos creen, divina. El padre Antonio Ronchi llegó a los "pueblos de plástico" que comenzaban a establecerse más definitivamente ­a pesar del fin del boom pesquero- y los empujó para que crecieran como pueblo. Y les dio una iglesia a donde ir y una escuela donde educar a sus niños.

Y así fue como en Puerto Gala, en la isla Toto, en el Archipiélago de los Chonos, en la Undécima Región, en el sur de Chile, la vida ­la real, la que Dios quiere para sus fieles­ fue posible. La Escuela Madre de la Divina Providencia se fundó en 1993. Cuatro años más tarde, el padre moriría.

Esa es la historia de la escuela de Puerto Gala, donde asiste Carolina Pate, la niña de diez años que se convirtió en un símbolo y se hizo famosa como "la balserita" después de que los medios regionales primero y los nacionales después contaran y reprodujeran la que se suponía era su historia: que todos los días tomaba su pequeña e improvisada balsa de plumavit ­bautizada como Yeriksa II­ para navegar por el mar 20 minutos desde su casa, en la llamada Caleta Chica de Puerto Gala, hasta la escuela. Que desafiaba los peligros de la navegación para evitar los peligros de caminar por un sendero rocoso y resbaladizo, ante la falta de una pasarela que uniera su caleta con la de la escuela. Que debía soportar temperaturas de hasta diez grados bajo cero.

La verdad, sin embargo, era otra.

Puerto Gala no es una "tierra sin ley", sino una tierra con sus propias leyes. Rocas más que tierra, para ser más precisos, que han sido domesticadas por la comunidad a punta de pasarelas, plataformas, palafitos y, por supuesto, botes.

Si las pasarelas son las veredas, el agua es la calle. Y ya se sabe que los niños juegan en la calle. "En verano, con tiempo de verano, hay varios chicos que juegan con ese asunto del plumavit", dice Marbi Zúñiga, tesorera del Centro de Padres de la escuela. Uno de esos niños es Carolina Pate, que vive con sus padres en Caleta Chica. En ese "juguete", un día de abril, Carolina llegó hasta la escuela. Al día siguiente, según cuentan los vecinos y la directora de la escuela, repitió la gracia. "Le mandé una comunicación al apoderado. No vino ni la mamá ni el papá, pero yo fui específica en que el medio era riesgoso", recuerda Miriam Barría, destacando que eso nunca había pasado antes y nunca volvió a pasar.

Pero ese segundo día sucedió algo inusual: el alcalde de Cisnes ­a cuya municipalidad pertenece Puerto Gala­ había ido de visita. El socialista Luis Arsenio Valdés había asumido en diciembre pasado, y había llegado a Puerto Gala junto con algunos colaboradores para interiorizarse de los problemas de la zona. Cuando llegó, le llamó la atención la balsa de plumavit en el embarcadero. Preguntó y le contaron que una niña se había ido a la escuela a bordo de ella. "Y ubiqué a la niña y empezamos a conversar. Y le pedimos que nos mostrara su balsa, y nos llamó la atención", recuerda el alcalde. Un colaborador del edil le tomó una foto a bordo de la balsa. "Le dije: ¿Sabes qué? ¿Hagamos una nota con esto? Un poco para demostrar las condiciones de vida de allá, sin ningún ánimo de nada. Y me quedó grabado, porque dijimos: hagamos una nota diferente", comenta Valdés. De vuelta en Puerto Cisnes, escribieron un comunicado de prensa con la historia de Carolina. El texto contenía dos imprecisiones clave: decía que Carolina viajaba diariamente a su escuela a bordo de su balsa (cuando en realidad sólo se había trasladado en ese medio dos días) y que tardaba veinte minutos en el trayecto de trescientos metros. Improbable, si se considera que para eso tendría que haberse desplazado a menos de un kilómetro por hora, en una porción de agua sin corriente ni mayor movimiento.

El comunicado se lo enviaron a los dos diarios regionales: El Diario Aysén y El Divisadero, ambos situados en Coyhaique. Y de ahí saltó a los medios nacionales.

En los relatos iba creciendo el mito de "la balserita". "Yo llevo 14 años viviendo acá, y nunca hemos tenido diez grados bajo cero", dice Marbi Zúñiga a modo de ejemplo. Pero ya la bola de nieve había comenzado a crecer. La última vez que este poblado había recibido algo de atención de los medios nacionales fue en 2000, cuando se filmó allá la película "La fiebre del loco", de Andrés Wood.

Hugo Araya, director de El Divisadero, explica que la noticia llegó "en un momento especial" a la zona. "Había a nivel regional toda una corriente de mucha denuncia sobre las localidades apartadas. Lo de esta niña vino a coronar una demanda social", explica.

El mismo alcalde le avisó, a poco de iniciarse el remezón noticioso, a la directora de la escuela. "Me llamó y me dijo: Se ha armado una revolución. Me está llamando el Sename", recuerda Miriam Barría. "Se vio como algo negativo", dice. "Como que permitíamos que una de nuestras niñas arriesgara la vida", se lamenta.

En el foro "Desigualdad de oportunidades: ¿La vergüenza de Chile?" organizado por revista Capital el 4 de mayo, los candidatos presidenciales de entonces, Michelle Bachelet, Soledad Alvear y Joaquín Lavín tuvieron momento, para destacar el ejemplo que representaba "la balserita" para el país al que debemos aspirar.

El alcalde Valdés reconoce: "Nunca pensamos en todos los coletazos que iba a significar".

No es un caso único el suyo. De los 23 alumnos de la escuela, 16 llegan por agua. De ellos, Carolina es de las que vive más cerca. "En cualquier parte hay padres que son responsables y otros no. Y la Carolina... su papá tiene dos botes. Y los días que no hay pesca tiene un vecino que le deja una panga (lancha a motor) que tiene hasta casetita", asegura Marbi Zúñiga, del centro de padres. "Pero el papá sale a veces; si no, la Carolina tiene que bajar sola al muelle y que alguien la traiga. Aunque él tenga los botes ahí".

El padre de Carolina es Juan Antonio Pate, y llegó a Puerto Gala junto a su padre desde su natal Isla de Pascua hace casi dos décadas. Es conocido en la isla como "el pascuero".

David Acevedo, el alcalde de mar ­un civil a quien la Armada le encomienda la supervisión de las normas de navegación en la isla­, dice que cuando el caso de Carolina Pate llegó a los diarios, él ya tenía varias infracciones acumuladas contra "el pascuero", principalmente por salir a pescar con su hijo mayor ­de 18 años­ sin que éste tuviera su documentación al día. Con el tema de "la balserita", Acevedo ­marido de Zúñiga­ recibió una llamada desde Puerto Cisnes. "Me llamó el almirante de la Segunda Zona, preguntándome qué estaba pasando. Y yo le expliqué que era primera vez que pasaba, que no era tanto lo que decían, que la chica se demoraba cinco minutos, menos a veces, y que lo hizo por primera vez y justo vino el alcalde", recuerda Acevedo, quien fue a llamarle la atención a Pate. "Le dije que se preocupara por su chica. Y él contestó que no estaba ni ahí con lo que ella hiciera".

Pate fue citado a declarar a Puerto Cisnes por la Capitanía de puerto de la zona. Según Acevedo, la citación estaba más relacionada con infracciones previas que con el caso de la niña.

Miriam Barría admite que el señor Pate no es de los apoderados que van a la escuela. "Al papá por acá no lo he visto. No sé ¿una vez vino? Los niños hacen invitaciones para varias festividades, y yo nunca lo he visto. Ni en las reuniones. La mamá viene de vez en cuando", admite.

Carolina, por su parte, una niña con personalidad, es descrita por su profesora como "inteligente, cariñosa, muy afectiva". También le dicen "la huevo" o "la huevito", apodo derivado del original, "la comehuevos", por su gusto por ese alimento cuando chica. Su profesora y sus vecinos coinciden en que le gusta llamar la atención. En aquella decisiva visita del alcalde, le comentó que cuando grande quería ser modelo. Cuando la intercepté saliendo a recreo, antes de que corriera a tomar su lugar con sus compañeros

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