La mulata de Cordoba

La mulata de córdoba

En los tiempos en que la inquisición llegó a México, una chica residía en las villas de Córdoba, Veracruz, era una mujer sumamente bella, de una hermosa figura, tenía ojos profundos y verdes, un cabello sedoso de un color oscuro y unas delicadas manos, y por si fuera poco, era una persona dedicada al cuidado de los enfermos, ayudaba a todo aquel que se cruzara por su camino y sin costo alguno.

Esto claro no era bien visto pues la gente del lugar la acusaban de brujería pues los métodos que usaba para curar a la gente eran naturales, solo usaba los derivados de la naturaleza.

Cierto día el gobernador del lugar la vio haciendo su labor a la preciosa chica y de inmediato se enamoró, decidió acercarse a ella y dijo:

• Buenos días bella mujer, soy Humberto Díaz, el gobernador de este asqueroso lugar, ¿con quién tengo el gusto?

Y ella contestó:

• Buenos días, soy Esmeralda, es un placer
• Igualmente, veo que te dedicas a sanar a estos plebeyos, ¿con que fin lo haces?
• Con ninguno señor, son personas como usted y como yo y merecen el trato justo
• Si tú lo dices!, en fin, te he visto muchas veces por aquí y me he enamorado de ti profundamente, te deseo a ti como mi esposa y lo deseo lo mas pronto posible, una mujer como tu será quien me amará por toda la vida

La mujer, sorprendida y bastante molesta por que un hombre deseaba imponer su voluntad ante ella le respondió:

• Tendré que decir que no, que usted me repugna por su trato hacia los demás, usted es una persona asquerosa y quiero que me deje tranquila.

El hombre, no podía creer lo que pasaba, ¿una mujer despreciándolo a él?, ¿el gobernador del pueblo?, ¡por supuesto que eso no podía pasar!, Humberto, realmente enojado la tomo del brazo y le dijo:

• Entonces serás condenada por bruja y te sentenciaré a la hoguera, maldita, si no eres mía no serás de nadie.

Los guardias del gobernador se la llevaron presa de inmediato y la encerraron en un calabozo acusada de brujería, pero ella, ella estaba tranquila, no opuso resistencia alguna y decidió acompañarlos.

Ahí en el calabozo a uno de los guardias Esmeralda pidió un trozo de tiza para poder escribir “unas palabras de despedida” antes de morir, pero no fue así, comenzó a dibujar un barco sumamente detallado, era tan preciso que casi parecía una pintura. Cuando termino le pregunto al guardia:

• ¿Qué crees que le falte a este barco para estar completo?

El guardia en tono burlesco contestó:

• JAJA, ¡que pudiera navegar!

Esmeralda sonrió y dijo:

• ¡Pues navegara!

Al instante la mujer se metió en la pared, se posiciono adentro del barco y éste comenzó a navegar hasta que desapareció de la pared por completo.

El guardia no podía creer lo que había visto, la mujer en realidad era una autentica bruja y usaba sus poderes para el bien, para poder ayudar a los más desamparados.

Las brujas no siempre son malvadas, también las hay de un espíritu bondadoso.

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