Las deudas se pagan
vakita0004Ensayo12 de Agosto de 2013
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LAS DEUDAS SE PAGAN
Como una mañana más, común y corriente, estaba sentado en la medianera hablando con mi vecina la Turca, cuando ella reparó en que bajo de mi pata tenía un pedazo de queso Azul o Roquefort.
-¿Ahora comés queso? Me preguntó.
- No, prefiero el atún. Le dije a modo de indirecta y de la cual no acusó recibo.
- Estoy esperando a alguien para pagar una deuda. Me anticipé a decirle.
- Bien... las deudas se pagan. Dijo haciéndose más sabia de lo que es.
Entonces apareció el ratón Jacinto que venía por su queso, es decir, por su paga.
- ¡Hola Salem! vengo por lo mío, mi familia crece día a día y tengo que para la olla.
- Te entiendo Jacinto, acá tenés lo convenido más los intereses, regalo de la casa.
La Turca al ver al ratón no gritó, más bien se quedó con la boca abierta, como mirando incrédula.
Cuando Jacinto se fue raudo -se veía un poco calvo, a causa de los múltiples teñidos a los que fue sometido durante las semanas anteriores- ella cambió su cara de asombro por un gesto de ceño fruncido.
- Decime Salem... ¿ese no es el ratón que supuestamente cazaste?
- Así es... treinta y ocho veces para ser más exacto...
- ¿Pero cómo podés? ¡Eso de engañar a la gente está muy mal!
- La necesidad tiene cara de hereje ¿no lo sabe?
- Pero engañaste a todo el barrio, que te cree un héroe.
- Bueno, para la familia de Jacinto y mi pandilla, lo soy... bueno, algo así.
- ¿Quién es Jacimto?
- Así se llama el ratón...
- Ah... hasta tiene nombre.
- ¿Y porqué no? Igual son como los chinos, todos se parecen ¿vio?
- La verdad, es que si te digo que me decepcionaste te miento, era de esperarse algo así viniendo de vos...
- ¿Eso es un halago?
- Tómalo como quieras...
Y entonces apareció ella, puntual e infaltable. La gorda Raquel, el boletín informativo de las 11 a.m.
- Buen día Turquita... ¿a qué no sabés de qué me enteré?
- No te hagas la intrigante y contá...
- Parece que la Dolores... ¡ah! Ahí está ese gato negro... Bueno, la verdad es que se está ganando puntos con eso de mantener el barrio libre de roedores...
- Jajajajajajaaaaaaaaaa... largó la carcajada la Turca.
- ¿De qué te reís? Preguntó Raquel.
- De nada... de nada... deja el tema ahí.
- Como quieras... te cuento, parece que a Dolores alguien le esconde las cosas, vos sabés que no encontraba el pan para las hamburguesas y...
Y me fui... esa historia ya la había escuchado.
Sigilosamente me paré en lo alto de la cornisa que da al pasillo de entrada al departamento de la Turca.
Ya era casi la una de la tarde cuando los negocios cierran, y veo entrar por el corredor a alguien conocido, él me vio al pasar y me guiñó un ojo... Era Osvaldo, el carnicero.
Tocó el timbre en lo de la Turca...
- Buenas tardes Turca ¿cómo está hoy?
- Bien Osvaldo, muy bien... como siempre ¿no me ve?
- ¡Y claro que la veo! Tanto como cuando entra a la carnicería y en especial cuando se va...
- ¡Ay... qué pícaro que es!
- Y bueno, se hace lo que se puede... Vengo por esa cuentita pendiente ¿vio’
- Sí, y lo bien que hace en pasar, llega justo a tiempo... entre nomás.
- Y de paso, le traje de regalo una morcilla vasca...
- Ah... no sabía que era vasco usted....
- No... yo no... la morcilla.
- Bueno, da igual, no sabe lo bien que me viene...
Y mientras lo llevaba para el cuarto la Turca le elogiaba los músculos al carnicero y la morcilla, como para hacerle entender que
...